Israel intensifica su ofensiva contra Hezbolá con un bombardeo en Beirut que causa cinco muertos
La “nueva fase de la guerra” con Hezbolá, como la ha definido el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, ha tomado en las últimas 24 horas la forma de un fuego cruzado con pocos precedentes en casi un año de enfrentamientos en la frontera. A última hora del jueves, con los cadáveres recién enterrados y miles de heridos ―tanto milicianos como civiles― recuperándose del doble ataque con buscas y walkie-talkies explosivos, el ejército israelí lanzó una intensa oleada de dos horas de bombardeos en feudos de Hezbolá en Líbano. En un comunicado, las Fuerzas Armadas aseguraron haber destrozado cientos de lanzaderas de cohetes y llamaron a los habitantes de varias localidades del norte del país, incluidas algunas a decenas de kilómetros de la frontera, a permanecer cerca de los refugios. Ya este viernes, Israel ha golpeado de nuevo, esta vez en un “bombardeo localizado” en Beirut, la capital, que por ahora ha causado tres muertos.
Se desconoce por el momento el objetivo, pero varios medios israelíes señalan como objetivo del ataque a Ibrahim Aqil, jefe de unidades especiales de Hezbolá. La última vez que las fuerzas israelíes golpearon este barrio beirutí fue a finales de julio, cuando asesinaron al número dos del partido-milicia, Fuad Shukr.
Hezbolá ha respondido este mediodía a la ofensiva israelí de las últimas horas con una de sus mayores salvas de proyectiles (140) de los enfrentamientos que mantienen desde octubre de 2023. Asegura que los objetivos eran sendas instalaciones militares. El ejército ha identificado el cruce de 120, de los que algunos fueron interceptados por el escudo antimisiles y otros causaron incendios. No se ha informado de momento de muertos en ninguno de los ataques y las autoridades israelíes han retomado las instrucciones a la población del sur que habían retirado previamente.
La demostración de fuerza de Hezbolá llega justo cuando se asume que está aún lamiéndose las heridas del doble ataque atribuido al Mosad, los servicios secretos en el exterior de Israel, que ha dejado cerca de 40 muertos y unos 3.000 heridos en Líbano y sumido en el desconcierto a la población. “Fue un gran golpe de seguridad y militar que carece de precedentes en la historia de la resistencia y de la historia de Líbano”, admitió este jueves el líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, en un discurso con tono abatido. Nasralá subrayó, no obstante, que no ha “hecho tambalearse” a la organización: “Quiero tranquilizar a los que nos preguntan: estamos muy preparados. Lo que ha pasado no va a afectar a nuestro poder y preparación. Solo va a aumentar nuestra determinación”
Hezbolá encargó y distribuyó los aparatos electrónicos: más de 5.000. No solo entre su brazo armado, sino también en su entorno político, sanitario, educativo, etc., pero se asume que tiene al menos cientos de milicianos fuera de combate, hospitalizados (con heridas en las manos, los ojos o el costado) justo cuando el Gobierno de Benjamín Netanyahu más sugiere la inminencia de una invasión terrestre del sur de Líbano, de donde ya han huido unas 100.000 personas. Su objetivo es crear una “franja de seguridad” para intentar evitar el lanzamiento de proyectiles contra el norte de su territorio, de donde mantiene evacuados a más de 60.000 civiles. Nasralá reiteró este miércoles sus condiciones: no cesará sus ataques hasta que Israel deje de bombardear Gaza, una posibilidad que pocas veces ha parecido más lejana en los últimos meses.
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