Rusia expulsa a seis diplomáticos británicos a los que acusa de espionaje
El Kremlin ha ordenado este viernes la revocación de las acreditaciones de seis diplomáticos británicos destinados en Moscú, a los que acusa de realizar tareas de espionaje. Vladímir Putin ha redoblado así su presión sobre el Gobierno del Reino Unido, uno de los más firmes aliados de Ucrania. Lo ha hecho justo cuando el primer ministro británico, Keir Starmer, comienza este viernes una visita clave a Washington, para coordinar con el presidente estadounidense, Joe Biden, una estrategia que vislumbre el final de la guerra, con una solución a largo plazo. La posibilidad de que esta reunión concluya con el permiso a Kiev del uso de misiles de largo alcance franco-británicos Storm Shadow/Scalp (250 kilómetros de alcance) contra las bases en territorio ruso ha enfurecido a Putin, que ha advertido a la OTAN que una medida así supondría entrar en guerra con Moscú.
“Rusia comenzó este conflicto. Rusia invadió Ucrania de modo ilegal. Rusia puede poner fin a este conflicto de manera inmediata”, dijo este jueves Starmer a los medios durante su vuelo a Washington. El primer ministro británico ha respondido con aparente firmeza a las amenazas de Putin.
El movimiento del Kremlin contra los diplomáticos británicos es interpretado por los analistas como una represalia contra Londres por ser una de las voces más firmes en defensa del incremento de ayuda armamentística a Ucrania. El Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB, el sucesor del KGB soviético) ha asegurado que dispone de documentos que demostrarían que un departamento del Ministerio británico de Asuntos Exteriores tiene asignada la tarea de promover “la escalada de la situación política y militar”, y de asegurar la derrota estratégica de Rusia en la guerra contra Ucrania.
“Sobre la base de estos documentos proporcionados por el FSB, y en respuesta a los numerosos pasos hostiles dados por Londres, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia (…) ha revocado la acreditación de seis miembros del departamento político de la Embajada británica en Moscú, al ser detectadas en sus acciones señales de espionaje y sabotaje”, dice un comunicado de la FSB.
La televisión estatal rusa ha mostrado los rostros y ha proporcionado los nombres de los seis diplomáticos.
Ataques en suelo ruso
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Starmer y Biden pueden decidir durante su cita en Washington si permiten a las fuerzas ucranias el uso de misiles occidentales para golpear a Rusia a una distancia mayor de su frontera con Ucrania. La reunión de ambos mandatarios llega precedida por el encuentro de los jefes de la diplomacia de ambos países en Kiev con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. En ella, el secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, y el ministro de Exteriores británico, David Lammy, mostraron su apoyo a Ucrania para defenderse, alertaron sobre el uso de misiles iraníes por parte de Rusia y escucharon las peticiones de ayuda del mandatario ucranio.
Kiev quiere recibir autorización para alcanzar con misiles de larga distancia occidentales las bases desde las que Rusia lanza ataques contra su territorio. EE UU ha puesto hasta ahora límites de unos 100 kilómetros para el uso de algunas de sus armas ―Washington no permite aún utilizar sus preciados misiles ATACMS, de mayor rango de tiro―, por temor a que un alcance mayor provoque una escalada y una respuesta rusa. Sin embargo, el reciente aumento de los bombardeos sobre las ciudades ucranias lanzados desde una mayor distancia vuelve a poner la cuestión sobre la mesa.
El Gobierno británico confía en que la visita de Starmer a Washington y su encuentro con el presidente Biden sean “una oportunidad para que el Reino Unido y Estados Unidos tengan una discusión estratégica en profundidad, antes de acudir a próximos encuentros internacionales como la Asamblea General de Naciones Unidas o la cumbre del G-20″, según explicó un portavoz de Downing Street.
Starmer cree que la situación tanto en Ucrania como en Oriente Próximo es cada vez más tensa y demanda respuestas. Aunque ya ha tenido conversaciones previas con Biden, tanto en persona como por teléfono, y han coordinado sus “respuestas tácticas” en ambas regiones, el primer ministro confía en que el encuentro de esta semana sirva para coordinar también la estrategia “sobre los movimientos de los próximos meses”.