La solidaridad de El árbol de la Esperanza
Hace diez años surgió esta iniciativa en uno de los principales centros comerciales del Distrito Nacional. Entiendo que la intención era visibilizar las actividades solidarias de organizaciones sin fines de lucro y canalizar aportes voluntarios aprovechando los miles de personas que visitan la plaza.
Todos los años seleccionan diferentes ONGs, pero al arribar a la primera década, decidieron unirlas todas en un gran Árbol de la Esperanza.
Cada una de las 19 organizaciones se esmeran en atraer a los visitantes para que realicen un aporte económico y mantienen todo ese primer piso lleno de actividades de diferente naturaleza. Es una verdadera fiesta.
A mí en lo particular me encanta esta iniciativa porque tiene un impacto maravilloso y logra sus objetivos primarios, pero es mucho más lo que no ve y sostiene un inmenso valor.
Cada año se movilizan cientos de voluntarios y se tocan miles de puertas para que las metas se alcancen. Gracias a eso, docenas de empresas y entidades se suman realizando aportes extraordinarios.
Es un espacio familiar donde cada organización sin fines de lucro puede presentar su trabajo y su compromiso social de muchos años pudiéndose sentir orgullosos y satisfechos del resultado y la labor realizada.
Se cuentan por miles las personas de escasos recursos que han podido acceder a tratamientos, terapias, viviendas de emergencia, educación, medicamentos, cirugías de alto costo, con trato digno y cariñoso seguimiento.
Personas con síndrome de Down, autismo, parálisis cerebral y otras condiciones son atendidas a través de diferentes organizaciones participantes impactando de forma positiva su calidad de vida.
Los visitantes a la plaza pueden adquirir «corazones» a solo RD$50 cada uno, pero también pueden donar de forma electrónica a través de plataformas habilitadas para eso mientras dure la iniciativa.
Pero hay muchas formas de ayudar. Puedes donar tu tiempo sumándote como voluntario de una de las fundaciones. Hay mucho que hacer y son muchas horas diarias que cubrir alrededor del Árbol.
Colegios y escuelas pueden apoyar con sus estudiantes de ultimo año que tienen que completar sus horas sociales. Feligreses de iglesias sin importar la denominación. Voluntarios de empresas. Personas mayores que ya no tienen obligaciones laborales y se sientan con ánimo para cubrir algunas tandas.
En un país tan rico como este, pero con tantas precariedades, estas fundaciones sobresalen por su trabajo eficiente, comprometido y humanizado. Pelean con uñas y dientes los derechos de las personas a las que asisten. Ríen y lloran con ellos. Eso es admirable.
Héroes anónimos
A veces estamos buscando héroes a quienes admirar y emular. Si se pasa uno de estos días por Ágora Mall, encontrará docenas de ellos. No son famosos, ni buscan fama. Tampoco llevan capas.
Muchos no tienen fortuna material, pero tienen un corazón lleno de amor y una tremenda disposición hacia el servicio que no les permite quedarse sentados viendo la necesidad del prójimo. Su paga es tu sonrisa. Y si puedes, un aporte solidario que ellos tienen la virtud de multiplicar.
Que nunca muera la solidaridad del dominicano y que florezcan Árboles de Esperanza y solidaridad en cada plaza del país.