Trump acusa a los demócratas de permitir el aborto para ejecutar niños (y hasta la presentadora lo corrige)
El aborto, considerado uno de los temas más sensibles de la campaña, no se hizo esperar durante el primer debate presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump. Después de responder sobre la economía, los candidatos tuvieron que abordar un tema en el que el republicano se ha mostrado contradictorio a lo largo de la campaña. Trump volvió a repetir la descalabrada idea de que hay Estados demócratas que permiten el aborto después de que el niño haya nacido. “El bebé nacerá y entonces decidiremos qué hacer con él. En otras palabras, lo ejecutaremos”, afirmó. El republicano también acusó al candidato a la vicepresidencia, Tim Walz, de haber dicho —no es verdad— que “el aborto en el noveno mes está perfectamente bien”. Ante tal desvarío, la presentadora no dudó en corregir al candidato y le advirtió de que “no hay ningún Estado en el país en el que sea legal matar a un bebé después de haber nacido”.
Trump se congratuló de la derogación del derecho al aborto por el Tribunal Supremo en 2022, que enterró el caso Roe contra Wade, que había protegido el derecho de las mujeres a decidir desde 1973. “Gracias a la genialidad, el corazón y la fuerza de seis jueces de la Corte Suprema pudimos hacerlo”, dijo. Durante su mandato como presidente, Trump nombró a tres de los seis jueces que apoyaron la derogación. “Hice un gran servicio. Tuve mucho coraje y el Tribunal Supremo tuvo mucho coraje”, añadió.
Desde entonces, más de una veintena de Estados han aprobado leyes restrictivas, algunas incluso no contemplan la intervención en caso de violación o incesto, aunque Trump afirmó que estos dos casos deben ser excepciones. Las nuevas reglas han creado situaciones como la de clínicas que niegan la asistencia médica a mujeres que acuden a urgencias con gestaciones que ponen en riesgo sus vidas. La única opción para muchas mujeres es viajar a otro Estado donde aún se permite la intervención, pero las condiciones personales y económicas no siempre les permiten hacerlo.
Harris se refirió a esas situaciones y responsabilizó a Trump de la caótica situación que se ha creado en el país, que ha llevado a que 25 millones de mujeres vivan en Estados con restricciones al aborto y enfrenten grandes dificultades para someterse a una intervención. La candidata demócrata, fiel a lo que ha promulgado durante la campaña, abogó por devolver el derecho a las mujeres en todo el país. “Cuando el Congreso apruebe la norma para recuperar los derechos de Roe, como presidenta de Estados Unidos la firmaré orgullosamente para hacerla ley”, dijo.
Harris insistió en que ningún Gobierno —y desde luego no Donald Trump— debería decirle a una mujer lo que hacer con su cuerpo y advirtió que, si su contrincante llegara a la presidencia, prohibiría el aborto en todo el país. “Con su Proyecto 2025 habrá una prohibición nacional del aborto”, dijo. “Los americanos creemos que ciertas libertades, en particular la libertad de decidir sobre el propio cuerpo, no deberían ser decididas por el Gobierno”, insistió.
Trump se desmarcó del Programa 2025 y negó que fuera a firmar una prohibición nacional. El aborto ha sido un asunto que no le ha proporcionado muchas alegrías al expresidente y, durante el debate, aprovechó la mención del Congreso para saltar a otro tema y hablar del fracaso del Gobierno para sacar adelante el perdón de la deuda de los estudiantes.
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Y es que si hay un tema que juega a favor de Harris en esta campaña es el aborto. Según una encuesta publicada por The New York Times en agosto, un 59% opina que la vicepresidenta lo haría mejor en este asunto frente al 35%, que prefiere a Trump. Mientras el candidato republicano se ha mostrado contradictorio y evasivo a lo largo de toda la campaña, la vicepresidenta ha mantenido una postura firme de respaldo absoluto a la legalización de la interrupción del embarazo desde el comienzo.
El aborto puede convertirse en un factor que incline la balanza en los Estados clave, en los que se juega la elección, ya que un número creciente de votantes dice que determinará su voto, por encima incluso de la economía en el grupo de las mujeres, según la encuesta.
Los derechos reproductivos son una cuerda floja para Trump, que tiene que hacer equilibrio para mantener el apoyo de los republicanos más radicales, que apoyan la prohibición total del aborto, y aquellos que respaldan el derecho de la mujer a decidir. El expresidente ha frustrado los deseos de los republicanos más conservadores y los grupos antiabortistas al rechazar que, si llega a la Casa Blanca, aprobaría una legislación federal que impidiera la intervención en todo el país. A cambio, prefiere dejar un asunto tan espinoso en manos de los Estados.
Algunos, como el caso de Florida y Georgia, han aprobado leyes tan restrictivas que equivalen a una prohibición total. En ambos Estados el aborto no está permitido a partir de las seis semanas de embarazo, un plazo en el que muchas mujeres aún no saben aún si están embarazadas.
El aborto se decide en las urnas
El 5 de noviembre 10 Estados, entre ellos Florida, decidirán en las urnas si relajan la norma que rige la interrupción del embarazo. A sabiendas del apoyo popular a una legislación más permisiva, el expresidente ha calificado la ley de Florida como “algo terrible y una equivocación”. En una entrevista con NBC News este mes adelantó que votaría que “necesitamos más de seis semanas”. Los comentarios de Trump levantaron ampollas entre los conservadores y el republicano rápidamente dio marcha atrás y dijo que votaría “no” a la enmienda, que si es derrotada dejaría vigente la prohibición de las seis semanas.
Trump fue preguntado por este cambio de postura en el debate, que justificó como una respuesta a los demócratas que son “muy radicales”, enlazando con la idea de que permiten el aborto hasta que el niño ha nacido.
La iniciativa electoral de Florida conocida como Enmienda 4 consagraría el derecho al aborto en la ley del Estado del sol. Si el 60% de los votantes lo aprueba, el procedimiento seguiría siendo legal hasta que el feto sea viable, según lo determine el médico del paciente, generalmente entre las 22 y 24 semanas de embarazo.
Los otros Estados que someterán a las urnas el futuro del aborto son Colorado, Florida, Maryland, Missouri, Nueva York, Nevada, Dakota del Norte, Nebraska y Montana. En varios de ellos, los republicanos más conservadores y los grupos antiabortistas han intentado frenar los referendos presentando demandas en los tribunales.
“Soy el líder de la fecundación in vitro”
Trump tampoco ha contentado al ala más conservadora al posicionarse a favor de la fecundación in vitro. El republicano reiteró este lunes su reciente promesa electoral de que apoyaría la financiación pública para este método reproductivo, u obligaría a las compañías de seguros a cubrirlo. El costo promedio estimado por ciclo del tratamiento es de aproximadamente 12.000 dólares, según la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva. “Soy el líder de la fecundación in vitro”, señaló.
La fecundación in vitro estaba fuera de la contienda hasta que el Tribunal Supremo de Alabama dictó este año que los embriones deben considerarse niños, lo que implicaría considerar homicidios los embriones que son desechados. La resolución interrumpió el tratamiento de los futuros padres que recurren a esta vía para tener descendencia y puso en riesgo la supervivencia de las clínicas que lo facilitan.
Harris culpó a Trump de ser el “arquitecto de toda esta crisis”. La vicepresidenta dijo que el fallo de la Corte Suprema de Alabama es un “resultado directo” de la decisión de la derogación de Roe.
Los derechos reproductivos han sido claves en la campaña de la vicepresidenta. Antes de que Biden renunciara a la candidatura, cuando aún no encabezaba la papeleta demócrata, inició una “gira por la libertad reproductiva” por varios Estados, incluida una parada en Minnesota para visitar una clínica abortista, la primera que un presidente o vicepresidente realiza de manera oficial. El cambio de planes no modificó su prioridad y recientemente su campaña lanzó una gira en autobús que se prolongará hasta el día de las elecciones, el 5 de noviembre.
La vicepresidenta ha sido fiel defensora del derecho de la mujer a decidir durante toda su carrera política. Durante su mandato en el Senado presentó una propuesta para prohibir restricciones a nivel estatal, como exigir a los médicos un examen específico para realizar las intervenciones.
Su programa se alinea con la postura de la mayor parte de la población, ya que un 63% de la población se muestra a favor de apoyar la legalización del aborto en todos o la mayoría de los casos, mientras que un 36% prefiere prohibirlo, según una encuesta de Pew Research publicada en mayo.
Al contrario de lo que se podría pensar, el aumento de las restricciones no ha supuesto un descenso en el número de abortos en el país. Desde el fallo en 2022, la media mensual de interrupciones del embarazo fue de 98.990 abortos entre enero y marzo de este año, un 14% más que en el mismo periodo de 2023, según un informe publicado por #WeCount, un proyecto de investigación de la Sociedad de Planificación Familiar.