Un ataque israelí mata al menos a 40 palestinos en una “zona humanitaria” en el sur de Gaza

Hace menos de una semana, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, describía desde un atril en Jerusalén, durante su última rueda de prensa, una guerra que poco tiene que ver con la que se desarrolla sobre el terreno. La supuesta operación quirúrgica de sus hombres que, según él, apenas deja víctimas civiles en el sur de Gaza se topa de bruces de manera cotidiana con una realidad que se cuenta cada día en decenas de vidas perdidas. En la noche del lunes al martes, las tropas de ocupación israelíes han vuelto a atacar una zona designada por ellas mismas como humanitaria en el área de Al Mawasi, en la ciudad de Jan Yunis, en el extremo meridional de la Franja. Hamás calcula que se han producido 40 muertos y 60 heridos; los portavoces castrenses israelíes tildan ese balance de exagerado y les acusa de emplear a ciudadanos como “escudos humanos”. Como siempre, el Estado judío justifica el bombardeo por la presencia de “terroristas” de ese grupo fundamentalista palestino, a los que acusa de camuflarse entre la población civil.

“Estos terroristas estuvieron directamente involucrados en la ejecución de la masacre del 7 de octubre” y, además, han estado operando recientemente para llevar a cabo actos de “terrorismo”, señala el ejército en una frase convertida ya en mantra justificativo cada vez que tiene lugar una matanza de civiles palestinos en el enclave mediterráneo. Este mismo patrón de conducta de los militares se viene repitiendo a lo largo de los más de 11 meses de contienda transcurridos desde ese 7 de octubre, sin importar que el derecho internacional humanitario considere ilegal golpear asentamientos civiles incluso aunque el objetivo sea el de acabar con las capacidades militares de Hamás.

Equipos de rescate emprenden una operación de búsqueda tras el ataque aéreo israelí contra un campamento de tiendas de campaña de palestinos desplazados en la zona de Al Mawasi, de la ciudad de Jan Yunis, en Gaza, este martes 10 de septiembre.Hani Alshaer (Anadolu/Getty Images)

Entre los efectivos eliminados citan el nombre de Samer Esmail Hader Abu-Daqa, al que consideran máximo responsable de la “fuerza aérea” de Hamás. Habría muerto junto a otros mandos de la fuerza enemiga. Mientras, los portavoces del grupo fundamentalista que gobierna en la Franja apenas ofrecen detalles sobre el número total de efectivos que van perdiendo y que Israel estima que son en torno a un tercio de los más de 40.000 gazatíes muertos desde que estalló la contienda, según datos de las autoridades sanitarias.

Desenterrando víctimas con las manos

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Hamás, como en ocasiones anteriores, niega la versión israelí. Se trata de “una mentira clara que tiene como objetivo justificar estos horribles crímenes. La resistencia [armada palestina] ha negado varias veces que alguno de sus miembros permanezca entre las concentraciones de civiles o que utilice estos lugares con fines militares”, ha señalado la organización a través de un comunicado. En su explicación de la operación, los portavoces del ejército aseguran que previamente se tomaron medidas y se recopiló información para reducir la muerte de civiles. Desde el lugar de los hechos llegan imágenes de ciudadanos desenterrando víctimas con sus manos, así como un gran cráter en el campamento.

Los aviones de combate israelíes dejaron caer sus bombas en la gran acampada de Al Mawasi, ubicada en una zona costera al oeste de la ciudad de Jan Yunis, segunda de Gaza, que acoge a decenas de miles de personas desplazadas desde diferentes lugares a lo largo de la guerra. No es la primera vez que esa zona considerada como refugio es bombardeada. En esta ocasión, según fuentes locales citadas por la cadena Al Jazeera, una veintena de tiendas se vieron afectadas por los cuatro proyectiles lanzados. No hay zona segura en toda la Franja para la población a la que los militares van empujando de un lado para otro, aseguran tanto Naciones Unidas como las organizaciones humanitarias desplazadas sobre el terreno.

El jefe de la diplomacia europea, el español Josep Borrell, ha visitado este lunes desde territorio egipcio la frontera sur de Gaza, donde ha denunciado, con algunas explosiones de fondo, las “violaciones masivas de derechos humanos” que comete Israel. Israel no figura finalmente en su gira por Oriente Próximo, por lo que su viaje continuará en Líbano, después de que las autoridades del Estado judío no hayan querido recibirlo.

Este ataque israelí ha tenido lugar poco después de que Naciones Unidas denunciara que las tropas de ese país detuvieron “a punta de pistola” durante ocho horas uno de sus convoyes con personal que participa en Gaza en la campaña de vacunación contra la polio, según ha expresado el máximo jefe de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, a través de su perfil de X (antes Twitter). “Este importante incidente es el último de una serie de violaciones” que incluyen “tiroteos” y “arrestos” de personal de la ONU por parte de militares israelíes. Lazzarini detalla que estos incidentes suceden a pesar de que, con antelación, se acuerda con el ejército israelí la misión que se está llevando a cabo, así como la ruta. Israel justifica los hechos en que en la caravana iban palestinos sospechosos a los que había que interrogar.

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