La visita de Antony Blinken
La visita del canciller estadounidense Antony Blinken a Haití y luego a la República Dominicana, anunciada de manera bastante imprevista y en medio de todo el lío que tiene Estados Unidos en Ucrania y el Medio Oriente, llama la atención y pone a pensar a cualquiera.
¿Viene realmente como una visita para buscar que las cosas en Haití mejoren? ¿Quiere acercar más las relaciones bilaterales con la República Dominicana? Todo apunta a que sí, a que el periplo caribeño del secretario de Estado persigue que la solución a la crisis haitiana siga enrutada y que buscará que la República Dominicana continúe como un socio inquebrantable en los desafíos políticos que tiene Estados Unidos en América Latina.
Yo, que soy un mal pensado, creo que esta visita traerá al presidente Luis Abinader una petición de apoyo complicada. Me parece que la línea central estará relacionada con Venezuela y no me extrañaría que tenga que ver con un posible escenario de exilio político para los dirigentes opositores venezolanos María Corina Machado y Edmundo González Urrutia.
Las cosas en Venezuela están complicadas y Estados Unidos sabe que Nicolás Maduro y su séquito no se irá por las buenas, por lo que preparar un escenario para la salida de los dirigentes opositores se hace crítico.
También se tratarán otros temas, que significarán muy probablemente la mejoría de las relaciones comerciales entre ambos países, como los de los semiconductores y la expansión de las zonas francas, entre otros.
Igualmente, no sería extraño el análisis de una probable visita de la vicepresidenta y candidata presidencial demócrata Kamala Harris o del propio presidente Joe Biden, de modo que se vea que Blinken vino aquí a hablar de la República Dominicana y no sólo a defender sus intereses de que se resuelvan los problemas en Haití y Venezuela.
Blinken viene a pedir ayuda, eso es obvio. Queda de la República Dominicana pedir algo a cambio, porque así es que se hacen las cosas en la diplomacia: «Tú me das, yo te doy, y todos somos felices».