El turismo sostenible y la preservación cultural
La sostenibilidad del turismo va más allá de la simple conservación de los recursos naturales. Aunque la erosión de nuestras playas, el sargazo, la escasez de agua y las inundaciones son consecuencias directas del cambio climático y la contaminación, el futuro del turismo en nuestro país también depende de la preservación de nuestras raíces culturales. Tras la pandemia, más del 60% de los turistas afirma que prefieren experiencias auténticas que reflejen la cultura local de los destinos que visitan. Esta tendencia se espera que continúe en ascenso, especialmente entre las nuevas generaciones de consumidores.
Hace algunas décadas, mi padre, el escritor Manuel Mora Serrano, quien hoy habría cumplido 91 años, escribía sobre lo que él llamaba «turismo literario». En sus crónicas, narraba sus recorridos por el país, la mayoría de ellos en compañía de mi padrino, el poeta Freddy Gatón Arce. En esos escritos, describía los sabores y sazones típicos de las regiones que visitaba, destacando pequeños negocios y jóvenes escritores que conocía y apoyaba. Sus crónicas reflejaban una riqueza cultural que despertaba curiosidad en una época sin internet. Estas historias demuestran que la búsqueda de autenticidad en el turismo no es una moda pasajera, sino una constante en la historia de los viajes. Como parte del producto a mostrar, no solo como elementos del marketing.
Es crucial rescatar las tradiciones que aún perduran y ayudar a que la gastronomía local se adapte a las normas y certificaciones modernas, manteniendo su autenticidad. Aunque ha habido proyectos piloto y hay iniciativas para identificar elementos o sectores clave en algunos pueblos y provincias, todavía falta un enfoque multidisciplinario que aborde el rescate cultural de manera integral. El turismo comunitario tiene el potencial de generar ingresos para las poblaciones locales y fortalecer su identidad cultural. Para lograrlo, es necesario invertir en la formación de los actores locales, promover la certificación de productos y servicios sostenibles, y crear políticas públicas que incentiven el desarrollo de un turismo responsable que involucre a las comunidades.
A medida que se desarrollan nuevas zonas turísticas, debemos garantizar que se resalten sus diferencias culturales. Pedernales no es lo mismo que Samaná, y cada región debe ser tratada de manera única. Necesitamos programas más integrales que incluyan la participación de las comunidades locales, acciones para preservar el patrimonio cultural de cada zona (rescatando lo que aún existe y lo que se pueda recuperar), el desarrollo de rutas temáticas, la promoción de la gastronomía tradicional y la mejora de los alojamientos locales, más allá de plataformas como Airbnb. Todo esto debe ir acompañado de un manejo responsable de los recursos naturales.
Los turistas que valoran estos factores suelen tener mayores ingresos, son jóvenes (aunque también están empezando a incluir a mayores de 55 años), y provienen de áreas urbanas en países desarrollados y emergentes. Son el tipo de turistas que queremos que crezca. Es una apuesta más sólida al desarrollo integral y al futuro sostenible, atraer a aquellos que prefieren disfrutar de un café recién tostado y molido en la zona, en lugar de conformarse con la modernidad de un nuevo centro comercial con un Starbucks.