Los ultras alemanes de AfD ganan las elecciones en Turingia, según los sondeos a pie de urna
El partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) ha sido el vencedor en las elecciones que este domingo se han celebrado en el Estado federado de Turingia, en el este del país. Björn Höcke, el líder más radical de esta formación clasificada como extremista de derechas por los servicios secretos internos alemanes, se convierte así en el candidato más votado en este land de poco más de dos millones de habitantes. Höcke ha obtenido el 30,5% de las papeletas, según los sondeos a pie de urna que publica la televisión pública ARD al cierre de los colegios. En Sajonia, el otro Estado de la antigua Alemania oriental que hoy acudía a las urnas, los ultras han acabado en segunda posición, con el 30% de los votos, por detrás de los democristianos de la CDU, que han ganado con el 31,5%.
Sajonia y Turingia son dos de los Estados más pequeños de Alemania. Juntos suman poco más de cinco millones de habitantes. Pero los buenos resultados de la ultraderecha en el este pueden desencadenar un terremoto político que se dejará notar en Berlín, donde el Gobierno de coalición de Olaf Scholz, formado por socialdemócratas, verdes y liberales, se encuentra en su peor momento de popularidad. El Ejecutivo se encuentra, además, debilitado por las constantes peleas internas y muy presionado para tomar medidas drásticas en política migratoria después del atentado de Solingen, en el que un refugiado sirio de 26 años presuntamente mató a cuchilladas a tres personas e hirió de gravedad a otras cinco.
Que AfD sea el partido más votado no se traduce en que pueda gobernar. De hecho, es improbable que lo consiga, debido al cordón sanitario que mantienen el resto de partidos políticos. Pese a ello, la victoria ultra supone una conmoción en un país que había conseguido mantener a la extrema derecha reducida a minorías y que hasta ahora solo había tocado poder en la esfera local. Por primera vez desde la II Guerra Mundial, un partido de extrema derecha tendrá el mayor número de escaños en un parlamento estatal alemán. Aunque Höcke no gobierne, su fuerza le permitirá bloquear cambios constitucionales e incluso el nombramiento de jueces.
El otro vencedor de los comicios en Turingia es el partido de la carismática líder populista de izquierdas Sahra Wagenknecht, que será clave para la formación de gobierno. Creado hace solo nueve meses como una escisión de Die Linke, la formación de la izquierda poscomunista, ha obtenido el 16% de los votos. En Sajonia ha conseguido el 12% de los apoyos. Con esa cantidad de diputados en ambos länder, Wagenknecht está en disposición de negociar con los conservadores de la CDU y formar alianzas bien para entrar en un gobierno o para permitir que gobiernen en minoría.
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Según los sondeos, que en Alemania suelen desviarse apenas unas décimas de los resultados definitivos, los tres partidos de la coalición de Olaf Scholz pierden apoyos con respecto a los anteriores comicios. Los liberales del FDP no han conseguido el mínimo del 5% para entrar en ninguno de los dos parlamentos. Los verdes tampoco lo han logrado en el de Turingia (4%) y en el de Sajonia por un escaso margen (5,5%). El partido socialdemócrata resiste, pero muy debilitado. En Turingia ha obtenido el 7% mientras en Sajonia el resultado es mejor, con el 8,5%.
El SPD de Scholz venía de obtener su peor resultado en más de un siglo en las elecciones europeas de junio (13,9%), un humillante tercer puesto tras la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) que dejó el liderazgo del canciller muy tocado. Su coalición con verdes y liberales sumó apenas el 31% de los votos con una participación récord (64,8%) y dejó una pregunta flotando en el ambiente, si el Gobierno aguantaría hasta otoño de 2025. Es muy probable que la misma pregunta asome este lunes en la resaca electoral de estos comicios en el este alemán.
Situación enrevesada
Con los resultados definitivos, que se conocerán ya de madrugada, los partidos con representación en los dos parlamentos empiezan la complicada labor de negociar los gobiernos de coalición. La situación es especialmente enrevesada. La fuerza de AfD, que concentra casi un tercio del voto, hace que los números del resto no alcancen para gobiernos en solitario en ninguno de los dos länder.
André Brodocz, politólogo de la Universidad de Erfurt, explica: “Como los demás partidos no quieren formar coalición con la AfD, la probabilidad de que forme parte directamente del Gobierno es muy baja. Solo hay una posibilidad muy, muy pequeña, de que Höcke se convierta en primer ministro si los demás partidos no pueden acordar una coalición. Entonces podría convertirse accidentalmente en el líder de un gobierno en minoría, como hizo Thomas Kemmerich en 2020″. Se refiere a lo que ocurrió en 2020, cuando la elección del candidato liberal con los votos de AfD provocó un terremoto que acabó con la carrera de la sucesora de Angela Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, entonces presidenta de la CDU.
El líder de AfD en Turingia no ha querido dar ninguna pista sobre si va a in
AfD irrumpió en el Parlamento alemán tras los comicios de septiembre de 2017 con un 12,6%. Nacido en 2013 como un partido que iba contra los rescates de Bruselas y hacía bandera del euroescepticismo, viró sus consignas hacia el rechazo a la inmigración durante la crisis de los refugiados de 2015. Con la pandemia, reenfocó su populismo contra las restricciones, que tildaba de antidemocráticas, y se alió con negacionistas y amantes de las teorías conspirativas para hacer oposición al Gobierno, primero al de Angela Merkel y después al tripartito de Olaf Scholz.
Björn Höcke, considerado el líder en la sombra de la formación, es el representante de su ala más radical, xenófoba y ultranacionalista. Este antiguo profesor de historia de instituto, de 52 años, lleva años protagonizando polémicas por sus declaraciones revisionistas, como cuando calificó de “memorial de la vergüenza” el monumento que rinde homenaje a las víctimas del Holocausto del centro de Berlín. En los últimos meses ha sido condenado en dos ocasiones por emplear un lema nazi (Todo por Alemania) en sus apariciones públicas.
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