Campeones olímpicos dominicanos
No quedan dudas en la comunidad internacional de que este es un país que produce material olímpico de primera calidad.
Exactamente a los 20 años del primer oro olímpico de Félix Sánchez, Marileidy Paulino trajo entre sus piernas el primer oro olímpico individual femenino para el país, con récord olímpico incluido en una de las disciplinas más difíciles del atletismo: los 400 metros planos.
Esa tarde el país se paralizó y el internet mostraba intermitencia: millones de personas se conectaban al mismo tiempo para ser testigos de una victoria anunciada. Sabíamos que ella ganaría, pero en 40 segundos cualquier cosa puede pasar.
Hay demasiadas historias de falsas arrancadas, de músculos agarrotados, de lesiones… nuestras oraciones y esperanzas estaban puestas en ella y nos dejó con la boca abierta y las gargantas abrasadas de tanto gritar.
En los que parecieron los 48 segundos más largos de la historia, la gacela de Nizao llegó trotando y paró el cronómetro pulverizando un récord de varias décadas. Otro triunfo que nos llenó de orgullo y alegría, 100 % hecho en RD.
En cada pueblo y en cada barrio dominicano existen jóvenes con condiciones extraordinarias esperando ser descubiertos. Lamentablemente no tenemos los ambientes o el interés de hacerlo. Ante la necesidad económica y la presión social, hemos visto que muchos prefieren el camino fácil al sacrificio de una vida deportiva con múltiples carencias.
Solo los atletas de élite y de algunas disciplinas pueden vivir de lo que ganan, y cobran más por patrocinios y publicidad que por otra cosa.
Por otro lado, está lo efímero y arriesgado de una carrera deportiva. Cualquier lesión te saca de competencia en lo más delicado del ciclo y debes tener cuidado hasta de una aspirina que te tomes.
Renunciar al alcohol, a las frituras, a las fiestas por pocos momentos de gloria y algún reconocimiento que pierde brillo al pasar los años.
Por eso vale tanto el logro de Marileidy, Luisito Pie, Luguelin Santos, Gabriel Mercedes, Félix Diaz, Zacarias Bonnet y la del resto de los muchachos en diversas disciplinas y metales, hayan pisado el podio o no.
Solo con clasificar a un evento mundial como este, los coloca en una élite que deja atrás, en condición de espectadores, a billones de personas.
Dicho lo anterior, este país tiene una deuda histórica con el deporte. Y hay una historia antes y después de Creso, una iniciativa empresarial que ha decidido invertir en el talento deportivo nacional y los frutos se han multiplicado.
Pero esa inversión privada no puede quitar la responsabilidad que corresponde al gobierno y al Estado.
No es solo viajar, desfilar, hacerse fotos y consumir viáticos. También hay que construir y mantener instalaciones deportivas, pagar justamente a los entrenadores y coaches y mantener como se debe a los deportistas que vienen subiendo para que no se pierdan en el camino.
Y cuando finalice su tiempo de competencia, utilizar su experiencia para alimentar los sueños de los que aspiran por una carrera en el deporte, sin tener que preocuparse por el dinero de la casa.
Tenemos lo necesario para ser el nuevo Olimpo del Caribe. No desperdiciemos la oportunidad para ver a los nuestros brillar en lo más alto.