Macron rechaza un Gobierno de la alianza de izquierdas del Nuevo Frente Popular en nombre de la “estabilidad institucional”

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha descartado este lunes nombrar como primera ministra a Lucie Castets, la candidata del Nuevo Frente Popular (NFP), en nombre de la “estabilidad institucional”. Tras concluir su primera ronda de consultas políticas, que proseguirá el martes, argumentó que un Gobierno de la alianza izquierdista, que agrupa a la izquierda radical de La Francia Insumisa (LFI), socialistas, ecologistas y comunistas, “sería inmediatamente censurado” por los otros grupos parlamentarios. La coalición obtuvo el mayor número de escaños tras la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas del 7 de julio, que sumieron a Francia en el bloqueo, con un hemiciclo sin mayoría absoluta.

“Al término de las consultas, el presidente de la República constató que un Gobierno basado únicamente en el programa y los partidos propuestos por la alianza con más diputados, el Nuevo Frente Popular, sería inmediatamente censurado por todos los grupos representados en la Asamblea Nacional”, ha señalado el Elíseo en un comunicado, que también insta a los socialistas, ecologistas y comunistas a “cooperar con las otras fuerzas políticas”.

En los últimos días, el bloque macronista, la derecha tradicional y la extrema derecha han insistido en que votarían una moción de censura contra un Gobierno del NFP, no solo por incluir ministros de la izquierda radical de La Francia Insumisa, sino por su programa. La coalición de izquierdas propone, entre otras medidas, derogar la reforma de las pensiones de Macron, que aumentó la edad de jubilación de los 62 a los 64 años, y elevar el salario mínimo a los 1.600 euros mensuales (actualmente es de unos 1.400).

En Francia no hay votación de investidura al jefe del Ejecutivo. El primer ministro, nombrado por el presidente, gobierna a menos que una mayoría de la Asamblea lo haga caer. Los dirigentes del NFP, que se creó para hacer frente a la extrema derecha, reaccionaron de inmediato. El líder de LFI, Jean-Luc Mélenchon, anunció que su partido —el que más pesa en la alianza— presentará una moción para destituir al presidente, como había sugerido hace más de una semana. El procedimiento, sin embargo, tiene pocas posibilidades de prosperar, ya que necesita el respaldo de dos tercios de los diputados y dos tercios de los senadores.

El político multiplicó las presiones para el nombramiento de Castets el fin de semana y preguntó al bloque macronista y a la derecha tradicional si dejaría de haber un veto a un Gobierno de izquierdas si su formación aceptara no entrar en él. “Si responden que no, podremos decir que los ministros insumisos son simplemente un pretexto, y que lo que ustedes no quieren es el programa” del NFP, señaló en una entrevista televisiva.

La alianza de izquierdas reclamaba las llaves del Gobierno al obtener 193 escaños de los 577 de la Asamblea Nacional, la Cámara baja del Parlamento. El bloque presidencial, formado por tres partidos de centro y centroderecha, obtuvo 166; y el ultraderechista Reagrupamiento Nacional, 126. Macron, sin embargo, considera que nadie ha ganado las elecciones y que, al no haber ningún bloque con mayoría suficiente, debe formarse una coalición mayoritaria con diputados del centro, la izquierda y la derecha moderadas.

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El objetivo es obtener una “mayoría sólida”, es decir, estable y “necesariamente plural”, ha recalcado el presidente. Ya lo había apuntado a mediados de julio, en una carta a los franceses, y justo antes de los Juegos Olímpicos de París, en una entrevista televisiva el 23 de julio.

“Irresponsabilidad democrática”

Marine Tondelier, la secretaria nacional del partido ecologista, ha tachado el comunicado de Macron de “vergüenza”. “Invocar la estabilidad cuando se ha disuelto el Gobierno sin consulta alguna y cuando se niega a aceptar los resultados de unas elecciones a las que el pueblo francés ha acudido de forma numerosa es una irresponsabilidad democrática peligrosa”, ha denunciado en la red social X.

El secretario nacional del partido comunista, Fabien Roussel, ha dicho que no acudirá a las nuevas consultas organizadas por Macron. “No quieren que las cosas cambien, no tiene sentido que vayamos”, ha señalado en una intervención en la cadena BFMTV, en la que además ha pedido “una gran movilización popular”. Unas horas antes, los líderes del NFP habían anunciado que no volverían a reunirse con Macron a menos que sea para discutir de un Gobierno con su candidata, Lucie Castets, a la cabeza.

El presidente francés retomó este lunes las consultas políticas que inició el viernes y que, según el Elíseo, concluirán con el anuncio de un primer ministro. Las presiones crecen para que se nombre ya a un Gobierno, después de que las últimas elecciones legislativas dejaran al país en un limbo, con un hemiciclo dividido en tres bloques, todos lejos de la mayoría absoluta de 289 escaños.

Macron comenzó la ronda el viernes con el NFP, al que siguieron los miembros del bloque presidencial y el partido conservador Los Republicanos (LR), que obtuvo 47 escaños. El lunes fue el turno del Reagrupamiento Nacional (RN), quien le confirmó que censuraría “cualquier gobierno de izquierda”. Tras el encuentro, la líder del partido, Marine Le Pen, acusó al mandatario de ser responsable del “caos político” que vive el país. El presidente también se reunió con el aliado del RN Éric Ciotti, que pertenece al sector más derechista de LR, con la presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, y con su homólogo del Senado, Gérard Larcher.

La Constitución no fija plazos para que el jefe de Estado nombre a un primer ministro. Pero el tiempo corre. El Gobierno se encuentra en funciones desde el 16 de julio y la situación empieza a generar cierta impaciencia en la población. Los Juegos Paralímpicos de París empiezan el miércoles y Francia debe aprobar unos presupuestos para 2025 y presentarlos como muy tarde el primer martes de octubre en la Cámara baja del Parlamento.

El fin de la ronda de consultas coincidió con la rentrée –el inicio de curso– del Medef, la patronal francesa. “Los jefes de empresas están preocupados y no debemos ponerles nerviosos con una situación política borrosa que dure demasiado”, dijo su presidente, Patrick Martin.

El rompecabezas político aún no ha terminado en Francia, donde la cultura de la coalición está poco arraigada. Los compromisos, sin embargo, serán necesarios, ya que no pueden convocarse nuevas elecciones legislativas hasta dentro de un año.

Los conservadores de LR [hermanados con el PP] ofrecieron a finales de julio un “pacto legislativo” a la coalición presidencial. Pero el presidente del grupo en la Asamblea, Laurent Wauquiez, excluyó una “coalición de Gobierno”. “Somos independientes y seguiremos siéndolo”, insistió. Junto a los centristas (166) superarían al NFP, pero seguirían lejos de la mayoría absoluta.

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