El veto de Macron para que la izquierda entre en el Gobierno de Francia divide a los socialistas

El rechazo de Emmanuel Macron a nombrar a un primer ministro de la alianza de izquierdas ha recrudecido las divisiones dentro del Partido Socialista. Tras el anuncio del lunes, el presidente francés inició otra ronda de consultas con los líderes políticos, pero excluyendo a la extrema derecha de Marine Le Pen y a La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon, la formación con más peso en el Nuevo Frente Popular. El bloque izquierdista, que obtuvo el mayor número de escaños en la segunda vuelta de las legislativas de julio, ha dicho que no participará en nuevas conversaciones con el mandatario. Pero esta decisión no genera consenso en las filas socialistas, donde aumentan las veces discrepantes.

Hay dos desacuerdos principales y estos se harán aún más patentes durante la universidad de verano del Partido Socialista, que se celebra a partir de este jueves en Blois, al sur de París, con los militantes del movimiento y sus dirigentes. El primero es si mantener las conversaciones con Macron, lo que supondría romper con los socios del Nuevo Frente Popular (NFP) que, además de los socialistas y de LFI, agrupa a ecologistas y comunistas. El segundo es qué hacer cuando haya una eventual moción de censura al nuevo Gobierno. ¿Votarla de manera automática o no?

Tras el anuncio del lunes, Macron instó a los socialistas, ecologistas y comunistas a “cooperar con las otras fuerzas políticas” —es decir, con los otros partidos del campo presidencial— y anunció una nueva ronda de consultas. “El trabajo continúa, la puerta está abierta. Recibo a todos los que quieren trabajar por el interés superior del país”, insistió el martes. El jefe de Estado, que ya no podrá representarse en las presidenciales de 2027, apuesta por crear una coalición mayoritaria con diputados del centro, la izquierda y la derecha moderadas.

El NFP —que reclama las llaves del Gobierno al quedar primero en las legislativas— rechaza participar en esas nuevas consultas. “Me niego a ser cómplice de una parodia de democracia”, declaró Olivier Faure, el primer secretario del Partido Socialista, en una entrevista televisiva. Y continuó: “Los socialistas no serán los complementos de un macronismo que está llegando a su fin y censurarán cualquier intento de prolongar el macronismo”.

Para Faure, el partido —que prácticamente desapareció durante los años de Macron— es actualmente más fuerte dentro de la coalición de izquierdas. Pero no todos lo ven así. Otras dos corrientes internas creen que es necesario tener cierto peso en el nombramiento del futuro primer ministro y, sobre todo, romper con Mélenchon. Su partido, LFI, es el que más diputados tiene dentro de la coalición (72), aunque es seguido de cerca por los socialistas (66), que han adquirido un nuevo vigor.

Pasar la página de Macron y Mélenchon

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En la anterior legislatura, la socialdemocracia apenas contaba con 27 diputados. Y en las elecciones europeas, el candidato de su lista, Raphaël Glucksmann, quedó en tercera posición, por delante de LFI. En una entrevista al semanario Le Point a mediados de agosto, el candidato socialista había afirmado: “Hay que pasar la página de Macron y Mélenchon”.

Las voces que piden romper o se oponen tajantemente a Mélenchon siempre han existido dentro del Partido Socialista. En las últimas legislativas de 2022, por ejemplo, el ex primer ministro Bernard Cazeneuve abandonó el partido después de que la formación decidiera adherirse a la Nueva unión progresista ecologista y social (NUPES), liderada por LFI. Su nombre ha sonado en las quinielas para formar el futuro Gobierno, aunque de momento, no hay nada confirmado.

Faure, elegido como líder en 2018, es cuestionado por dos corrientes minoritarias de su formación “El partido está al borde de la ruptura”, escribió en la red social X Hélène Geoffroy, alcaldesa de Vaulx-en-Velin, cerca de Lyon y que encabeza una de estas voces discordantes. “No podemos ser complementos de La Francia Insumisa”, agregó, en respuesta a las declaraciones del primer secretario. Durante una reunión del órgano ejecutivo del partido el martes, la política pidió clarificar la estrategia del movimiento y sugirió organizar un voto para definir su línea. En caso contrario, defendió, será la extrema derecha la que llegue al poder en las próximas legislativas.

Nicolas Mayer-Rossignol, el alcalde de Ruan que encabeza la otra corriente opuesta a Faure, se preguntó por su parte en Franceinfo: “El presidente va a nombrar un primer ministro. No sé quién será. Entonces, ¿la actitud debe ser de censura sistemática? ¿O estamos intentando encontrar formas y medios de aplicar políticas de izquierdas?”.

La tensión crece. Hay dudas sobre si participar en la marcha convocada contra la “deriva autoritaria” de Macron el 7 de septiembre. LFI, ecologistas y comunistas acudirán. Los socialistas, de momento, han repetido que la iniciativa viene de los mélenchonistas y que no lo consideran prioritario. También hay crispación sobre la posición que deberá tomarse en caso de moción de censura al próximo Gobierno. En un mensaje en X, el partido afirmó que la mayoría censurará “cualquier gobierno que continúe la política del presidente”. La pregunta es cómo define cada uno una continuación de esta política.

Las disensiones dentro del Partido Socialista no son nuevas, pero quedaron relegadas a un segundo plano durante las legislativas, adelantadas por Macron tras la victoria de la extrema derecha en las europeas. La segunda vuelta de los comicios sumieron a Francia en un limbo, con un hemiciclo fracturado en tres bloques, todos lejos de la mayoría de 289 diputados. El NFP, creado a toda prisa para hacer frente a la extrema derecha, obtuvo 193 escaños de los 577 de la Asamblea Nacional. El bloque presidencial, formado por tres partidos de centro y centroderecha, obtuvo 166; y el ultraderechista Reagrupamiento Nacional, 126.

La alianza de izquierdas reclama las llaves del Gobierno al haber logrado la primera plaza, pero Macron descartó definitivamente el lunes nombrar como primera ministra a su candidata, Lucie Castets. Un Ejecutivo del NFP, argumentó, sumaría al país en la “inestabilidad institucional”, ya que quedaría directamente derrocado por una moción de censura. El jefe de Estado prosigue ahora sus consultas con una agenda llena, que incluye un viaje a Serbia el jueves y el viernes. La situación política, mientras tanto, sigue bloqueada.

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