Un rifirrafe sobre los micrófonos pone en riesgo el debate entre Kamala Harris y Donald Trump
El debate entre Kamala Harris y Donald Trump debería ser la siguiente gran cita en la campaña de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Está previsto para el 10 de septiembre en el Centro Nacional de la Constitución de Filadelfia, en Pensilvania, el Estado con más peso de los que decidirán las elecciones del 5 de noviembre. A falta de dos semanas, sin embargo, todavía hay dudas sobre si el debate se llevará a cabo. Un rifirrafe sobre los micrófonos entre las campañas y las quejas de Trump sobre la orientación de la cadena lo ponen en riesgo.
La campaña de la demócrata Kamala Harris no quiere que se silencie el micrófono del candidato que no tenga el uso de la palabra. Esa fue una de las reglas que se acordaron para el debate de la CNN del pasado 27 de junio. En principio, la idea era evitar las constantes interrupciones de Trump, que por momentos convirtieron los debates de 2020 frente a Joe Biden en una jaula de grillos. La medida se adoptó a petición de la campaña de Biden, pero acabó beneficiando a su rival, pues le hizo parecer más contenido y moderado. Por otra parte, la ausencia de interrupciones no impidió que Biden se hundiera solo en una desastrosa actuación.
Ahora, la campaña de Harris cree que su candidata puede salir ganando de un intercambio más vivo y ha pedido que los micrófonos se mantengan abiertos. La campaña de Trump, en cambio, quiere mantenerlos cerrados por turnos, como en el debate de Atlanta, aduciendo que se habían acordado las mismas reglas para ambos debates. Esas reglas incluyen también la ausencia de público en directo.
“Los que manejan a Trump prefieren el micrófono silenciado porque no creen que su candidato pueda actuar como un presidente durante 90 minutos por sí solo”, ha dicho Brian Fallon, portavoz de la campaña de Harris, a través de un comunicado. La candidata “está preparada para hacer frente a las constantes mentiras e interrupciones de Trump en tiempo real. Trump debería dejar de esconderse tras el botón de silencio”, ha añadido.
El propio expresidente ha contestado este lunes a preguntas sobre el debate en una parada de campaña en Falls Church (Virginia), en las afueras de Washington. “Ahora, de repente, ellos quieren cambiar las reglas porque ella no es capaz de contestar a preguntas. ¿Por qué no hace lo que estoy haciendo yo ahora mismo?”, ha atacado, en referencia a que Harris no ha dado ninguna entrevista ni rueda de prensa desde que fue designada candidata por su partido.
“Acordamos las mismas reglas, no sé, no me importa, probablemente, prefiero tenerlo encendido, pero el acuerdo fue que sería igual que la última vez. No me gustó la última vez, pero funcionó bien”, ha explicado después. A la pregunta de cómo se estaba preparando para el debate, Trump ha contestado: “No lo estoy haciendo. Creo que toda mi vida me he preparado para un debate”.
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Los desacuerdos y tensiones a la hora de pactar las reglas de los debates son frecuentes en las campañas y sería sorprendente que un detalle así acabase frustrando un encuentro que se presume decisivo en la carrera presidencial, a menos que alguno de los dos candidatos quiera usarlo de excusa para romper la baraja.
Este domingo, a través de su red, Truth Social, planteó la posibilidad de no acudir al debate alegando que la cadena ABC tiene un sesgo contra él: “¿Por qué haría el debate contra Kamala Harris en esa cadena?”, escribió, explicando que era su reacción tras haber visto en dicho canal una tertulia de supuestos “odiadores de Trump”. “¿Por qué Harris rechazó Fox, NBC, CBS e incluso CNN? ¡Manténganse atentos!”, añadió en su post.
Este lunes también le han preguntado por ello y ha señalado que preferiría hacer el debate en NBC o en CBS. “Cuando vi la hostilidad de aquello, dije: ‘¿Por qué lo hago? Hagámoslo con otra cadena”, ha contestado, sembrando dudas sobre su participación. Tampoco está claro si, de celebrarse, el del 10 de septiembre será el único debate o habrá otro más en octubre.
Encuestas igualadas
Por ahora, la situación entre ambos candidatos es prácticamente de empate técnico. Kamala Harris tiene una ventaja de 3,4 puntos en las encuestas en el voto popular, según la media ponderada de FiveThirtyEight, un agregador de encuestas, donde la demócrata superó a su rival hace un mes. Diferentes agregadores le otorgan a la candidata entre 1,5 y 4 puntos de ventaja frente a Trump, aunque apenas ha habido sondeos todavía que reflejen la intención de voto después de la triunfal convención demócrata de la semana pasada.
La presidencia, sin embargo, no se decide con el voto popular, sino con los del Colegio Electoral, en el que los Estados tienen un número de votos equivalente a su representación en el Congreso. La gran mayoría de los Estados tienen una inclinación clara por uno u otro candidato, así que en la práctica las elecciones se juegan en un puñado de Estados decisivos: Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Wisconsin, Míchigan, Nevada y Arizona. Y, de nuevo, las encuestas están también muy ajustadas.
Según las medias que calcula The New York Times, Harris va dos puntos por delante en Míchigan y Wisconsin; ambos candidatos están igualados en Pensilvania y Arizona, y Trump lleva cuatro puntos de ventaja en Georgia. A Harris le bastaría retener en manos demócratas Míchigan, Wisconsin y Pensilvania para ser presidenta.
Las cotizaciones en mercados de predicción como Polymarket conceden un 50% de probabilidades a Trump y un 49% a Harris. Las espadas están en alto y eso aumenta la relevancia del debate.
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