El contraste entre dos mundos
La piloto Sunita Williams y el comandante Barry Wilmore, los astronautas que viajaron a la Estación Espacial Internacional en un viaje previsto de ocho días…no podrán regresar a la Tierra hasta febrero de 2025.
En Afganistán los talibanes han dictado una nueva norma: las mujeres no podrán hablar en público. Si en Occidente utilizamos la metáfora de «la invisibilización» de la mujer en determinadas áreas, en un país del que ya no se habla mucho, la han hecho ley.
Dos mundos en el mismo planeta.
El Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio- así se llama la oficina encargada de impedir que los hombres caigan en tentación- ha dispuesto que no sean escuchadas en público y endurecido las normas sobre el hiyab y la dependencia del varón.
Desde Occidente, eso que ellos llaman religión, puede verse como una psicopatía con víctimas señaladas por su sexo. ¿Cómo tratan los hombres afganos a sus madres, hermanas, hijas, esposas? ¿Cómo es posible que quieran esa vida tan violenta para ellas?
¿Qué se puede hacer? ¿Qué fuerza tiene la comunidad internacional en la era de la globalización para parar estas salvajadas? Ninguna, aparentemente. Sociedades ancladas en teocracias propias de un mundo antiguo que una parte del planeta superó hace siglos. Millones de mujeres condenadas a vivir sin derechos en nombre de un dios inclemente y absurdo. Porque hay religiones milenarias que buscan la paz. No es el caso del Islam, que incluso en sus versiones más ligeras (si es que hay) tiene a las mujeres por seres inferiores.
Una astronauta espera volver al planeta. Muchas afganas, sin duda, querrían reunirse con ella: el 66% sufre de ansiedad y depresión, de acuerdo a la Misión de Asistencia de la ONU.