Un atentado yihadista causa más de un centenar de muertos y 140 heridos en Burkina Faso

Al menos un centenar de personas, en su mayor parte civiles, fueron asesinadas este sábado en Barsalogho, en la región Centro-Norte de Burkina Faso, cuando estaban cavando zanjas alrededor de su ciudad para protegerse de ataques yihadistas. Unos hombres armados llegaron en motocicletas y comenzaron a disparar de manera indiscriminada contra la población. La organización terrorista Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM, por sus siglas en árabe), vinculada a Al Qaeda, asumió la autoría de la masacre horas después. Los civiles habían sido obligados a realizar esta tarea por el presidente de la junta militar que gobierna el país desde 2022, el capitán Ibrahim Traoré.

Aunque se desconoce la cifra exacta de fallecidos, se trata de uno de los peores ataques contra civiles de los últimos años en Burkina Faso. Diversas fuentes aseguran que hay entre 100 y 200 muertos, según Europa Press, así como 140 heridos que fueron trasladados al hospital de Kaya, situado a unos 45 kilómetros, y a distintos centros de salud de la región. Entre los muertos hay numerosos miembros de los Voluntarios de Defensa de la Patria (VDP), una estructura civil creada por el Gobierno burkinés para ayudar a los militares en la lucha contra el terrorismo. Los agresores también capturaron armamento y una ambulancia militar.

La región Centro-Norte es escenario frecuente de emboscadas, ataques y colocación de explosivos por parte de la rama local de JNIM, el grupo yihadista más activo en el Sahel central. Al mismo tiempo, es una región en la que se han instalado decenas de miles de desplazados internos que llegan escapando de la violencia más al norte del país, en la región de Sahel. Barsalogho se encuentra a 145 kilómetros de la capital, Uagadugú.

Desde su llegada al poder en septiembre de 2022 mediante un golpe de Estado, el capitán Traoré se propuso como gran objetivo luchar contra los yihadistas y recuperar el control sobre todo el territorio nacional. “Dedico el 80% de mi tiempo a la guerra”, aseguró recientemente. Pese a la llegada de un centenar de instructores y mercenarios rusos, estos se dedican sobre todo a la protección del propio Traoré, quien ha preferido basar su estrategia de reconquista en dotarse de medios materiales, como drones de combate de fabricación turca, y en la implicación de la población civil, sobre todo a través del reclutamiento de voluntarios. Decenas de civiles han sido también enviados al frente como castigo por su postura crítica frente a la junta militar.

Voluntarios sin armas

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Estos Voluntarios de Defensa de la Patria, de los que unos 30.000 están situados en la primera línea de defensa, reciben una formación militar básica, pero en muchos casos carecen de armas o de municiones para hacer frente a los terroristas. De hecho, se han convertido en uno de los grandes objetivos de estos radicales, tal y como ocurrió en Barsalogho este sábado. El Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados (Acled por sus siglas en inglés) estima que unos 5.000 voluntarios han muerto en diferentes ataques desde su creación en 2019. Pese al fuerte compromiso patriótico de muchos de ellos, el descontento crece en sus filas, según revela una fuente burkinesa próxima a los VDP. Por su labor reciben una prima de unos 120 euros mensuales.

Burkina Faso se enfrenta a una insurgencia yihadista desde 2015, con especial incidencia en el norte, este y oeste del país, que ha provocado miles de muertos y más de dos millones de desplazados internos. Se estima que más de la mitad del territorio burkinés está fuera del control del Estado. En amplias zonas del país tan solo hay presencia de las fuerzas de defensa en las principales carreteras y las ciudades más importantes. Los ataques yihadistas contra militares y civiles, muchas veces voluntarios o sus familiares, son constantes, aunque el ejército o los propios VDP también perpetran esta violencia. Human Rights Watch acusó el pasado abril a las Fuerzas Armadas y sus colaboradores civiles de ser los autores de la masacre de 223 personas, entre ellas 56 niños, en dos pueblos del norte del país. El Gobierno burkinés negó estos hechos.

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