El Tour de Francia femenino confirma su progresión
El éxito popular, el incremento del nivel deportivo y la eclosión de nuevos talentos en la tercera edición del Tour de Francia tras su renacimiento en 2022, confirman la progresión del ciclismo femenino, a pesar de medios económicos aún limitados.
«Saliendo desde Róterdam, el éxito de público está garantizado», dijo Marion Rousse en la salida de la carrera el pasado lunes en Países Bajos.
La directora del Tour no se equivocaba. La primera etapa la vieron 150.000 espectadores en las carreteras entre Róterdam y La Haya,
«El público es increíble, da escalofríos», comentó la experimentada neerlandesa Marianne Vos (37 años) que se consiguió hacerse con el maillot verde a la mejor esprinter en este Tour.
Si las audiencias de televisión en Francia bajaron (oscilaron entre 1,5 y 2 millones de telespectadores durante la semana) las cifras se dispararon en el extranjero, en Bélgica hubo un 20% más de audiencia que en 2023 y en Países Bajos un notable 40% más. El Tour interesa fuera de Francia.
Niewiadoma gana por 4 segundos
Pero sobre todo a nivel deportivo es donde hubo más noticias positivas. Mejoró el nivel general y la intensidad de la carrera: muchas de las ciclistas son capaces de ganar etapas. En ocho días de carrera hubo seis ganadoras diferentes.
Muchas corredoras jóvenes se han hecho conocidas para el gran público, como es el caso de la bretona Cédrine Kerbaol (23 años) que ganó la etapa del viernes en Morteau.
Lo que sucedió en la última etapa, en la subida del Alpe d’Huez, refuerza si cabe el mérito deportivo ya que la polaca Katarzyna Niewiadoma se llevó la victoria en el Tour por tan solo cuatro segundos sobre la neerlandesa Demi Vollering.
La Unión Ciclista Internacional instauró desde 2020 un salario mínimo (32.000 euros anuales – 35.000 dólares) para las corredoras que pertenecen a los equipos World Tour, para que puedan dedicarse plenamente al ciclismo.
La diferencia con lo que cobran los hombres es abismal. Por ejemplo, la polaca Katarzyna Nieuwiadoma se llevó por ganar el Tour 56.480 euros (61.000 dólares) seis veces menos que el campeón masculino Tadej Pogacar.
«Tenemos mucha suerte»
«Nuestra generación tiene mucha suerte», aseguró la corredora Cédrine Kerbaol. «Me siento un poco apenada por las que ya llevan años», añadió.
Las condiciones de trabajo también mejoraron. La mayoría de equipos viajan en un autobús cómodo, igual que hacen los hombres.
«Hace diez años, Marion Rousse (entonces corredora) se tenía que cambiar en el maletero del coche», recuerda Christian Prudhomme, director de ciclismo en ASO, la organizadora del Tour de Francia.
Las cosas cambiaron mucho. Ahora, numerosos equipos hacen pruebas en el túnel de viento, utilizan la crioterapia para la recuperación de sus ciclistas que también cuentan con nutricionistas.
La mejor prueba de estas mejoras es el equipo francés FDJ-Suez, creado en 2006 por Stephen Delcourt. El que hace diez años era un buen club es hoy día una referencia dentro del pelotón femenino.
«De 20 empleados en 2020, a los 46 que somos actualmente y con la idea de llegar a 50 el año que viene», explicó Delcourt. En los últimos cinco años, el presupuesto (no conocido) del equipo se multiplicó por cuatro, lo que permitirá a FDJ-Suez dar la bienvenida la próxima temporada a la francesa Juliette Labous y probablemente a la número uno mundial, Demi Vollering, para acompañar en las filas del equipo a la prometedora Evita Muzic.
«Si bien, la economía del ciclismo femenino sigue siendo frágil», indicó Marion Rousse. Como ejemplo, el equipo francés Auber 93 que está buscando un patrocinador capaz de aportar los 500.000 euros (550.000 dólares) necesarios para no desaparecer.
«La visibilidad del Tour es crucial para el desarrollo del ciclismo femenino y yo estoy orgullosa de participar en esta etapa de progreso. Las mujeres se lo merecen», concluyó la directora de la ‘Grande Boucle’ femenina.
AFP/Por Benoît NOEL