El tripartito alemán esquiva su enésima crisis al confirmar el acuerdo presupuestario tras las críticas de los liberales
Siempre al borde del abismo; siempre dando un pasito atrás justo a tiempo. La coalición del canciller Olaf Scholz ha vuelto a esquivar una de sus habituales crisis, que esta vez había golpeado en plenas vacaciones estivales por las críticas de uno de los socios, el ministro de Hacienda, el liberal Christian Lindner, al borrador de presupuesto de 2025. Los líderes de los tres partidos que gobiernan juntos — socialdemócratas, verdes y liberales— alcanzaron este viernes un nuevo compromiso que permite enviarlo al Bundestag (la Cámara baja) para que empiece la tramitación parlamentaria.
“Se seguirán cumpliendo las disposiciones sobre el freno de la deuda de la Ley Fundamental [la constitución alemana], no se eludirán”, anunció un portavoz del Gobierno, en referencia a las exigencias de Lindner de ajustarse a la estricta norma que limita el déficit público al 0,35% del producto interior bruto salvo en casos de emergencia.
Scholz, Lindner y el vicecanciller y ministro de Economía, el verde Robert Habeck, habían anunciado a principios de julio un pacto presupuestario después de meses de tira y afloja entre el liberal, que exigía recortes, y los otros dos partidos, que no querían renunciar a la agenda verde ni al gasto social. La paz se había instalado entre los tres socios, o eso parecía, porque hace unos días Lindner empezó a cuestionar la viabilidad de alguna de las partidas y a proponer medidas claramente en contra de las políticas de sus socios.
Cuando parecía que el tripartito se iba a sumergir en otra larga batalla interna, este viernes el propio canciller anunció el nuevo compromiso: “El proyecto de presupuesto para 2025 está listo a tiempo para las deliberaciones en el Bundestag. Esto supone un importante impulso para la seguridad, la cohesión y un mayor crecimiento”, dijo en sus redes sociales.
El acuerdo de julio había dejado en el aire un déficit de financiación de 17.000 millones de euros que el Gobierno quería reducir a 9.000 y que, finalmente, queda en 12.000. Una de las novedades es una inyección de capital de 4.500 millones para Deutsche Bahn, la empresa pública de ferrocarriles, que sustituirá las subvenciones previstas y que no cuenta para el límite de deuda.
Lindner había enfurecido a sus socios la semana pasada, cuando en una entrevista en televisión sugirió que el acuerdo de julio peligraba: “Se ha puesto de manifiesto que hay riesgos constitucionales y dudas de aplicación concreta”, dijo, desvelando que los tres socios volvían a sentarse a negociar.
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Los liberales han dedicado los últimos días a presentar propuestas y hacer afirmaciones que atacan frontalmente las políticas de sus socios, en un intento de desmarcarse de ellos y presentar un perfil propio de cara a las elecciones regionales en Turingia y Sajonia, que se celebran el 1 de septiembre. El partido de Lindner, que en las encuestas queda por debajo del 5% mínimo que garantiza la representación parlamentaria, quiere dar más espacio al coche privado en las ciudades, eliminando carriles bici y áreas peatonales y permitiendo el aparcamiento gratuito. También ha sugerido reducir las prestaciones sociales, el conocido como bürgergeld.
Está previsto que el Bundestag debata por primera vez el presupuesto para 2025 en su primera semana de sesiones tras las vacaciones parlamentarias de verano, que empieza el 10 de septiembre.
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