Bruselas rechaza que la sanción de Ucrania al petróleo ruso suponga un riesgo al suministro a Hungría y Eslovaquia
Nuevo choque entre la Comisión Europea y Hungría, al que se suma esta vez Eslovaquia, el otro país de la UE más próximo a Rusia que a Ucrania. Los Gobiernos de Budapest y Bratislava llevan varios días reclamándole que medie con Kiev para que las sanciones ucranias a la petrolera rusa Lukoil no les afecte en su suministro de petróleo por el oleoducto que atraviesa el país invadido. Pero hasta el momento, para Bruselas “no hay señal de que haya un riesgo inmediato para la seguridad de suministro” de sendos países, ha señalado un portavoz del Ejecutivo de la UE este jueves. Esa conclusión le lleva a rechazar la petición de los dos Estados miembros de que se involucre en el asunto.
El pasado mayo Ucrania sancionó a la petrolera rusa Lukoil, que todavía podía exportar crudo a través del oleoducto a los países de la UE como Hungría o Eslovaquia, ambos fronterizos con Ucrania. Esta era una de las excepciones que permitieron los Veintisiete cuando se autoimpusieron la prohibición de comprar petróleo ruso. Se vetó entonces la adquisición por vía marítima, pero se permitió la llegada del crudo de los Urales a través de ductos como el de Druzhba, que cruza Ucrania. El objetivo era que la excepción fuera temporal para que la dependencia esos países sin costa —también Austria o la República Checa— y, por tanto, con más dificultades para buscar proveedores alternativos encontraran soluciones.
Con la decisión de Kiev, esa búsqueda se hace más necesaria y, de hecho, en Bruselas señalan las alternativas que tienen los Gobiernos prorrusos de Hungría y Eslovaquia. “Existe la posibilidad [para ellos] de aumentar las importaciones del oleoducto de Janaf, a través de Croacia”, ha apuntado un portavoz de la Comisión. Detrás de estas palabras, está lo que apuntan otras fuentes del Ejecutivo bruselense: desde que aprobaron las sanciones al crudo ruso estos países habrían hecho pocos esfuerzos por reducir su dependencia de esta materia prima e, incluso, la habrían aumentado utilizando las refinerías instaladas para producir combustible diésel y venderlo en la zona, haciendo negocio.
La decisión de la Comisión Europea de no intervenir por ahora es un desplante, principalmente, a Budapest, que se ha mostrado muy exigente. “Hace ya más de una semana que, junto con Eslovaquia, tomamos la iniciativa de pedir a la Comisión Europea que tomara medidas contra Ucrania por su embargo de petróleo. Ha pasado más de una semana y la Comisión Europea no ha hecho nada. A pesar de la amenaza a la seguridad energética de dos Estados miembros de la UE, a pesar de la clarísima violación del Acuerdo de Asociación UE-Ucrania, Bruselas guarda silencio”, declaró este martes el ministro de Exteriores de Hungría, Péter Szijjártó, en unas palabras que, a continuación, especulaban con la idea de que “ha sido la Comisión —y no Kiev— quien ha querido chantajear a dos países favorables a la paz que rechazan las transferencias de armas”.
Tanto Hungría como Eslovaquia son los dos países comunitarios más próximos al Kremlin en estos momentos, aunque la táctica de un país y otro es bien diferente. Orbán ha optado por mantener un perfil alto con su autodenominada “misión de paz”, viajando a Moscú y Pekín, y visitando a Donald Trump en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida, en una gira que ha irritado a la inmensa mayoría de países de la UE por minar la posición de la política exterior comunitaria. Robert Fico, el primer ministro eslovaco, quien sufrió un intento de atentado hace un par de meses, ha elegido la discreción, al menos, en sus movimientos dentro de la Unión en lo referente a la política exterior.
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