El Batallón Siberiano apunta a Putin desde las trincheras de Ucrania
Hay tres grupos armados rusos que combaten en las filas ucranias, son opositores a Vladímir Putin que consideran que ha terminado el tiempo de hacerle frente por la vía política. De estos, las unidades que llevan más tiempo en la guerra son el Cuerpo de Voluntarios Rusos (RDK), de extrema derecha, y la Legión Libertad de Rusia, de ideología liberal próxima a las tesis de Alexéi Navalni, fallecido este febrero en una prisión rusa. La última organización en irrumpir ha sido el Batallón Siberiano. A diferencia de las otras dos unidades, sus soldados forman parte de la Legión Internacional ucrania. Y también, a diferencia de ellas, su objetivo es descentralizar el poder de Rusia en favor de las regiones y “liberar” a sus minorías étnicas.
Control es el nombre en clave de uno de los soldados más veteranos del Batallón Siberiano. No precisa su edad, pero dice tener más de 40 años. Ya luchó como voluntario con Ucrania en la guerra de 2014 contra los separatistas prorrusos de la región de Donbás. Nació en Moscú, como sus padres, pero él es tártaro: sus abuelos fueron deportados por la Unión Soviética de la península de Crimea, anexionada ilegalmente por Rusia en 2014. La afición de Control es la historia. Conoce y explica el pasado de cada edificio que rodea el parque de Kiev donde se desarrolla la entrevista con EL PAÍS: “Si quieres saber qué te depara el futuro, debes estudiar historia. Si la estudias, ves que esta guerra iba a suceder”.
Control establece un paralelismo entre Crimea y Ucrania con España y Cataluña. Él cree que un modelo a seguir es el del autogobierno y defensa de la identidad catalana que se desarrolla en España. Johnny, el nombre en clave de un compañero de armas de Control, añade que el Batallón Siberiano lucha por “la liberación” de las minorías nacionales de la Federación Rusa y por que su país tenga un modelo confederado o, por lo menos, el de Estados Unidos.
Johnny, originario de San Petersburgo, se incorporó al Batallón Siberiano en octubre de 2023 tras abandonar Rusia un año antes. Ese octubre se produjo la primera acción oficial del batallón en el frente de guerra. Al inicio de su actividad en Ucrania contaban con 60 voluntarios, ahora dicen ser muchos más. Representantes del grupo aseguraron en enero a Euronews que su objetivo era contar con 300 combatientes. Ninguno de los tres grupos armados rusos que luchan con Kiev quiere desvelar cuántas personas los componen, pero la cifra global puede ser ligeramente superior al millar, según estimaciones de varios medios de comunicación.
Johnny llegó al batallón con la mediación del Consejo Cívico, una entidad política de opositores rusos establecida en Polonia. Esta entidad había colaborado con el RDK, pero en verano de 2023 rompieron sus relaciones por la ideología ultranacionalista de ese grupo armado. Los rusos que contactan ahora con el Consejo Cívico para combatir con Ucrania son dirigidos al Batallón Siberiano.
El Cuerpo de Voluntarios y el Batallón Siberiano han luchado codo con codo contra las tropas del Kremlin, pero políticamente son entidades opuestas. El fundador del Batallón Siberiano, Vladislav Amósov, quiso alistarse en el RDK, pero lo rechazaron por no ser eslavo, según informó este diario en junio de 2023. Amósov es un militar retirado de etnia yakuta. Otros combatientes de minorías nacionales decidieron a partir de entonces sumarse al Batallón Siberiano.
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Las diferencias políticas entre los tres grupos quedaron claras en una rueda de prensa conjunta que dieron el pasado marzo en Kiev. El fundador del RDK, Denis Kapustin, señaló al Batallón Siberiano como ejemplo de las divergencias entre ellos. Jolod, representante en la conferencia de este grupo, tomó la palabra para confirmar que el objetivo que los une es el derrocamiento de Putin, pero que ellos aspiran a la descentralización del poder de Moscú y la autodeterminación de los pueblos de la Federación Rusa.
Control cita a cuatro minorías étnicas que, en su opinión, están siendo especialmente maltratadas por Putin para rusificar sus territorios: los yakutos, los chubasios, los buriatos y los evenkis. Muchos de los reclutados por el ejército ruso para combatir en Ucrania proceden de estas nacionalidades, con el fin de eliminar a su población, según sostiene Control. ¿Y qué sienten cuando en combate matan a uno de estos conciudadanos rusos? ¿No son ellos también víctimas? Johnny reacciona a la pregunta rápido, sin dudar: “¿Qué siento? Siento el retroceso del fusil contra mi hombro. Aunque fuera un vecino de mi barrio, si viene a invadir otro país, lo mataría igual”. “Siempre hay una opción para no bajar la cabeza, como hicimos nosotros”, añade.
Apuntar al círculo de Putin
El Centro Razumkov, institución ucrania de estudios políticos y de seguridad, publicó el 10 de abril un estudio demoscópico en el que un 25% de los encuestados creían que la guerra solo podía terminar con el colapso de Rusia. Los hombres del Batallón Siberiano lo dan por hecho. “Esta guerra no puede acabar en el frente, porque Putin seguirá enviando a 300.000 soldados y a 300.000 más, le dan igual sus vidas, los enviará hasta que conquiste lo que quiere”, explica Johnny. “Esta guerra terminará en Moscú, cuando acabemos con Putin y su círculo de poder”, subraya. Para él, tiene que producirse un “cambio de táctica” para llevar a cabo operaciones en suelo ruso, para liquidar a los hombres de confianza del presidente. “Si ellos liquidan a opositores en Europa, ¿por qué no podemos hacer nosotros lo mismo en Rusia?”, se pregunta Control.
Preguntados sobre la posibilidad de que la Unión Europea y Estados Unidos vean con malos ojos estas acciones, desde el Batallón Siberiano prefieren no hacer comentarios, pero tanto Control como Johnny están convencidos de que ya ha empezado una guerra mundial entre las democracias occidentales y países autoritarios como Rusia, Irán, China o Corea del Norte.
La política ya no tiene recorrido en Rusia, afirman. El Consejo Cívico puede aportar líderes para una revolución, como los dirigentes bolcheviques que regresaron del exilio en Europa para derrocar al zar, “pero las tropas están dentro del país”, teoriza Control. La muerte de Navalni, un personaje que, según él, no les caía en gracia por su visión centralista y autoritaria de Rusia, “es la prueba de que la política ha terminado”. “Putin basa su poder en la violencia, y esta fuerza solo la puedes afrontar con más fuerza”, subraya el veterano del Batallón Siberiano.
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