El crecimiento personal durante la madurez femenina
Sylvia de Béjar, autora del superventas `Tu sexo es tuyo´, fue premiada en 2010 por la Academia a la Promoción de la Salud Sexual en el Ámbito de los Medios de Comunicación de España.
Ahora publica `Tu cambio es tuyo´, donde expone, propone y aconseja a las mujeres que se encuentran con una prueba física de vida como es la menopausia, y con un elemento básico y fundamental a tener en cuenta en esos momentos: la crisis de la mediana edad.
Especialista en el ámbito de la mujer, colabora en diferentes espacios de radio y prensa y posee varios diplomas, como el Psychosexual Somatics Practitioner; el Certified Professional Sex Coach, además de una gran formación en “mindfulness”.
La escritora indica que “es un libro que también me gustaría que leyeran los hombres, de hecho, les dedico un capítulo, porque conocerán más de su pareja y les vendrá bien a ellos mismos, menos dados a hacer un autoanálisis personal”.
Obra que la autora califica como “práctica, amena y optimista”, de Béjar indica en entrevista con EFE que está dispuesta “a desterrar muchos de los mitos sobre la madurez femenina”.
“Todavía somos hijas de padres exigentes”
¿Cuál es el objetivo de su libro?
Acompañar a una mujer en un momento que suele ser complejo porque mezcla la crisis de la mediana edad con la menopausia, pero dándole más peso a la crisis de la mediana edad, porque somos, además de un organismo biológico, muy especialmente, seres mentales.
Usted dice que el libro también es fruto de momentos muy personales e incluso de crisis que ha sufrido…
Sí, yo he padecido problemas físicos, como un cáncer, y anímicos por cuestiones personales. Mi pretensión es contar en `Tu cambio es tuyo´ lo que a mí me hubiera gustado leer en esos momentos difíciles.
¿Ha notado variación en la edad en que llega la mujer a la madurez en los últimos años?
No, pero las mujeres de mediana edad, hoy en día, somos todavía hijas de padres exigentes. Para esas mujeres escribo, porque aún somos hijas de padres no permisivos. La primera generación de madres permisivas, quizás en exceso, seguramente en exceso, hemos sido nosotras. Creo sinceramente que hemos cometido un error en ofrecer esa educación.
¿Por qué es necesaria y especialmente ahora lo que usted aporta en la obra?
Porque llegamos a una edad en que, tanto hombres como mujeres, nos cuestionamos cosas. Lo que ocurre es que la maleta, la mochila, de la mujer es más grande.
Ellas se han quedado sin hacer muchas cosas que hubieran querido realizar. Básicamente porque han dedicado mucho tiempo a cuidar, a nutrir a los demás: pareja, hijos, etc. Este de la madurez es un momento clave.
¿Cómo viven esta situación mujeres y hombres?
El hombre en esta crisis de madurez, que también le toca vivirla, es más de hacer algo: se va a jugar al fútbol, a hacer deporte, a tomar copas con los amigos….
Algo más físico, algo que le ocupa. La mujer es más de “me meto hacia dentro y veo qué es lo que me ocurre”.
¿Y en la mujer, eso a qué conduce?
Nosotras nos resentimos luego, porque nos cuestionamos mucho nuestra relación. Porque nos encontramos con hombres que no quieren ni escuchar, lo oyen como un lamento. Y no es un lamento hacia él, es un lamento de vida.
Queremos un compañero que nos escuche en el malestar y nos acompañe en esos momentos. Que, a lo mejor, es lo que él quiere que hagamos, pero en general el hombre no se abre cuando le llega, que le llega, esa crisis, porque ellos también se hacen mayores.
“Cumplir años no es una maldición”
¿Qué opina de que cumplir años y hacerse mayor es negativo?
Hay que acabar de una vez por todas con esa idea de que hacernos mayores es lo peor. No lo es, no es una maldición. Y hay que romper el silencio y hablar de ello, también de la menopausia como algo natural y ¡temporal!, que nadie se olvide.
¿Qué significa para una mujer madura la técnica o el sistema de “mindfulness” o conciencia plena?
Y para un hombre también, claro. La gente cuando lo lee piensa en meditar. No, no es eso. Es estar en el presente y aceptar, sin juicios.
Es aceptar las cosas y lo que puedo cambiar lo cambiaré, pero lo que no puedo, no me debe afectar y sigo con mi vida. Pero es algo que no solemos pensar. Es algo fundamental y que se debería enseñar a los niños desde pequeños.
Existe factores comunes en esta etapa entre las mujeres de todo el mundo.
Básicamente lo que cuento y los consejos que aporto sirve a cualquier mujer latinoamericana, europea o de cualquier lugar. Por supuesto que cada sociedad tiene sus particularidades. De hecho, tengo muchas lectoras en Venezuela, Argentina, Chile, etc.
¿La mujer suele ver esta etapa con cierto miedo?
La mujer, en general, pasa por esta etapa alarmadísima, efectivamente, cuando, por estadística, 1 mujer de cada 4 o 5 no tiene casi ningún síntoma; y entre las que sufren, a lo mejor es un 20 por ciento las que lo pasan realmente mal.
Para cada mal o padecimiento hay diferentes soluciones y lo que la mujer concreta tiene que hacer es encontrar la suya. A veces hay respuestas naturales y otras se necesitan medicina.
¿Qué sería lo ideal?
La solución creo que es rodearte de una buena farmacéutica, porque muchas de ellas tienen estudios y se han formado para ayudar a las mujeres menopaúsicas.
Luego tienes tu médico habitual, tu enfermera, tu nutricionista y tu buen fisioterapeuta. Pero muchas acuden por el hecho de haberles llegado esa etapa. No, eso no es problema, hay que pedir ayuda cuando ese estadio natural te genere un verdadero problema de salud.
¿Qué nos puede decir a modo de resumen?
Hay que descartar de una vez que la etapa en que nos llega la menopausia es un problema.
Si ello nos genera un padecimiento físico entonces hay que acometerlo, pero lo más difícil y complejo es el apartado de los sentimientos, las emociones, que nos varían y que la menopausia puede trastocar. Porque si te remueve tu ánimo, en definitiva, te está removiendo tu vida.
Mírate y observa tu vida. Eres feliz, estás con un problema. Eso es lo realmente importante en esta etapa.