Biden y Xi retoman el contacto directo para hablar de Taiwán, Ucrania y el fentanilo
Los presidentes de EE UU, Joe Biden, y China, Xi Jinping, han abordado este martes por teléfono los principales temas de la agenda bilateral y otros de alcance global en los que mantienen notables diferencias, como el apoyo de Pekín a Rusia en Ucrania o la seguridad en el mar de China Meridional, con el acoso chino a buques filipinos, y el estrecho de Taiwán. La llamada, según Pekín a petición de Biden, se inscribe en el compromiso bilateral alcanzado por los dos países en las cumbres de Bali, en noviembre de 2022, y Woodside (California), un año después, en las que se reunieron en persona. Ambos mandatarios acordaron entonces “mantener líneas de comunicación abiertas y regulares para gestionar de forma responsable la competencia y evitar conflictos involuntarios”, explicó este lunes en una llamada con periodistas una alta funcionaria de la Administración de Biden. “La relación está empezando a estabilizarse, y esto es bien recibido tanto por las sociedades como por la comunidad internacional. Por otro lado, los factores negativos de la relación también han ido creciendo, y esto requiere atención por ambas partes”, señala el comunicado oficial de Pekín.
La última llamada entre los dos líderes fue en julio de 2022 y este año, electoral en EE UU, no es es previsible que vuelva a repetirse su encuentro anual, aunque sí prosiguen los contactos a nivel ministerial, como demuestra la próxima visita de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, a Pekín, que será seguida por el secretario de Estado, Antony Blinken. La funcionaria de la Casa Blanca subrayó que Washington no ha cambiado su enfoque hacia China, bajo la política de “invertir, alinearse y competir”. Es decir, “gestionar las tensiones, abordar las percepciones erróneas y prevenir los conflictos involuntarios”. Áreas de cooperación en las que los intereses son recíprocos, como la lucha antidrogas, los desafíos de la inteligencia artificial, la fluidez de las cadenas de suministro y cuestiones relativas a la crisis climática, han sido también objeto del diálogo.
Según el comunicado oficial de la Casa Blanca emitido tras la conversación, ambos mandatarios “revisaron y alentaron el progreso en temas clave discutidos en la cumbre de Woodside, incluida la cooperación antinarcóticos, la comunicación continua entre militares, las conversaciones para abordar los riesgos relacionados con la IA y los esfuerzos continuos sobre el cambio climático y los intercambios entre pueblos”. EE UU espera de China una “acción sustantiva en materia de lucha contra los estupefacientes para hacer frente a la escalada del tráfico ilícito”, explicó la fuente. Desde la Cumbre de Woodside, Washington ha constatado que Pekín ha aplicado “algunas medidas iniciales para restringir e interrumpir el flujo de ciertos precursores químicos, [necesarios] para producir drogas sintéticas ilícitas”, dijo la funcionaria en relación con el fentanilo, cuya adicción está causando una gravísima crisis de salud pública en EE UU, con más de 70.000 muertes al año. La visita de una delegación estadounidense a China, en enero, y el nuevo acuerdo aprobado en 2023, basado en dos documentos de la ONU para combatir el tráfico de precursores, forman parte de esos esfuerzos comunes.
Rebajar la tensión y prevenir interacciones potencialmente peligrosas en el mar fue otro de los puntos de la agenda. No es casual que la víspera de la llamada, los responsables de Seguridad Nacional de EE UU y Filipinas hablasen también por teléfono, bajo el pretexto de organizar la visita a Washington del presidente Marcos y la próxima trilateral Japón-Filipinas-EE UU. Las escaramuzas de la Guardia Costera china contra la armada filipina en las últimas semanas constituyen un motivo de preocupación para Washington, que ha apostado por las alianzas regionales -de su cada vez más firme entente con Japón y Filipinas al AUKUS- para frenar los intentos de hegemonía de China en la zona. “Las peligrosas acciones de la Guardia Costera de la República Popular China y la milicia marítima el 23 de marzo que obstruyeron una misión legal de reabastecimiento de Filipinas a [el atolón] Second Thomas Shoal”, reclamado por varios países pero controlado por Manila, son motivo de honda preocupación para la Casa Blanca.
En el comunicado oficial de Pekín, más conceptual y menos concreto que el de Washington, apunta a la “paz, estabilidad y credibilidad” como pilares de la relación bilateral. Pero en lo tocante a Taiwán, una cuestión de política nacional para China, el texto no se ha ahorrado advertencias. “El presidente Xi enfatizó que la cuestión de Taiwán es la primera línea roja que no se debe cruzar en las relaciones bilaterales. Frente a las actividades separatistas de la “independencia de Taiwán” y al estímulo y apoyo externo a ellas”, dice el texto sobre el apoyo de Washington, “China no se va a quedar de brazos cruzados”. Xi instó a Washington a traducir en acciones concretas el compromiso del presidente Biden de no apoyar la “independencia de Taiwán”.
Entre los intereses comunes también está entablar un diálogo directo en las próximas semanas para gestionar “los riesgos y los retos de seguridad que plantean las formas avanzadas de IA”. El 21 de marzo, recordó la alta funcionaria en su llamada con periodistas, Pekín copatrocinó una resolución histórica sobre la IA en la ONU al lado de 120 países, incluido EE UU. El diálogo bilateral sobre esta materia continuará las próximas semanas. Especial importancia reviste la advertencia de Biden a su homólogo chino contra la interferencia en las elecciones de 2024, así como contra los continuos ataques cibernéticos maliciosos contra infraestructuras estadounidenses críticas, según la funcionaria de la Casa Blanca. Según el comunicado oficial, “el presidente enfatizó que Estados Unidos continuará tomando las medidas necesarias para evitar que las tecnologías estadounidenses avanzadas se utilicen para socavar nuestra seguridad nacional, sin limitar indebidamente el comercio y la inversión”. El comunicado de Pekín eleva más el tono, hasta la advertencia: “Si EE UU está dispuesto a buscar una cooperación mutuamente beneficiosa y compartir los dividendos del desarrollo de China, siempre encontrará la puerta abierta; pero si se mantiene firme en contener el desarrollo de alta tecnología de China y privarla de su legítimo derecho al desarrollo, China no se quedará sentada y mirando”.
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Cuestiones climáticas y económicas y una mayor colaboración en el ámbito educativo, incrementando los intercambios entre ambos países, completan la agenda bilateral. Otras ajenas a ese marco son, para la Casa Blanca, reafirmarse en el principio “un país, dos sistemas”, con especial hincapié en la paz y la estabilidad a través del Estrecho de Taiwán, “especialmente teniendo en cuenta la próxima inauguración presidencial de mayo en Taiwán”. Otros asuntos fueron la preocupación de Washington por el apoyo de Pekín a la guerra de Rusia contra Ucrania y sus esfuerzos para ayudar a Rusia a reconstituir su base industrial de defensa. “Nos preocupa cada vez más que esta acción afecte a la seguridad europea a largo plazo, y creo que han escuchado muchas de estas mismas preocupaciones, expresadas por el ministro de Asuntos Exteriores francés en Pekín durante el fin de semana”, explicó la funcionaria a los periodistas. Desde la invasión de Ucrania, a finales de febrero de 2022, China se ha convertido en un sostén comercial de su vecino euroasiático: los intercambios económicos entre Pekín y Moscú batieron registros en 2023, con un aumento del 32,7%, según medios estatales chinos.
Avanzar en la desnuclearización de la península coreana, defender los derechos humanos, especialmente en Hong Kong, donde a Washington le preocupa “la erosión de su autonomía”, y Xinjiang, y denunciar la competencia desleal de China por perjudicar a los intereses económicos y de seguridad nacional de EE UU pretende “evitar que se utilicen tecnologías estadounidenses avanzadas para socavar nuestra seguridad nacional”, dijo la alta funcionaria en clara alusión a los intentos de restringir el uso de TikTok en EE UU, entre otras tecnologías. Biden también habría pedido a Xi la liberación de los estadounidenses detenidos “injustamente” en China o sometidos a la prohibición de abandonar el país.
Las relaciones entre Estados Unidos y China se mueven a trompicones. Pero avanzan. La visita a Pekín de Yellen, la segunda desde la reapertura pospandémica del gigante asiático, será otro gesto más de aparente distensión y diálogo de las dos superpotencias en el campo económico. La semana pasada, en un gesto de buenos propósitos, Xi Jinping recibió a un nutrido grupo de empresarios y académicos estadounidenses en la capital china, entre los que destacaban Stephen Schwarzman, presidente del fondo de inversión Blackstone, y Cristiano Amon, al frente de la firma de semiconductores Qualcomm. En la cita hubo amplias sonrisas, muy por encima de la sobriedad protocolaria que suele mostrar Pekín, y un mensaje del mandatario chino: “La relación no puede volver a los viejos tiempos, pero puede abrazar un futuro más brillante”.
A la vez, la relación sufre traspiés cada poco. El pasado viernes la Administración Biden dio un nuevo giro de tuerca a las normas destinadas a dificultar el acceso de China a los chips de inteligencia artificial y las herramientas de fabricación de semiconductores punteros por motivos, según Estados Unidos, de seguridad nacional. A finales de marzo, impuso sanciones, junto al Reino Unido, contra presuntos piratas informáticos chinos por su participación en una campaña de ciberespionaje que supuestamente afectó a millones de personas, y a los que Londres y Washington consideran como un brazo del aparato de seguridad del Estado chino. Pekín ha rechazado también de forma contundente la propuesta estadounidense de prohibir TikTok, la popular aplicación de vídeos propiedad de una empresa del gigante asiático. China considera que este desafío, que implica tratar de apropiarse de algo bueno que es de otros, sigue una “lógica de gánster”, según dijo una portavoz de Exteriores china.
Entre los mayores avances logrados desde el encuentro de ambos mandatarios en noviembre en San Francisco está la reanudación de las conversaciones militares de alto nivel entre ambas superpotencias. La primera cita de mandos de Defensa de Pekín y Washington en el Pentágono tuvo lugar a principios de enero. La perspectiva del 2024 es bien distinta a la de hace un año cuando, a estas alturas, los lazos se encontraban hechos jirones tras el derribo por parte de Washington de un supuesto globo estratosférico espía chino que cruzaba territorio estadounidense sin permiso. La dinámica ha cambiado. El suelo que ambos mandatarios han colocado parece destinado a asegurar la estabilidad en los próximos meses. En Pekín impera cierta sensación de espera en este super año electoral. Mientras aguarda noticias sobre el próximo inquilino de la Casa Blanca, el Gobierno se ha volcado en reactivar la economía, tocada por la desaceleración del sector inmobiliario, mediante un impulso de industrias de nuevas tecnologías, y multiplica sus mensajes de apertura para recuperar el esplendor perdido ante los inversores internacionales.
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