La expropiación de inmuebles de Argelia en Marruecos agrava la tensión en el Magreb
“Las relaciones con Marruecos han alcanzado un punto de no retorno”, advertía la semana pasada el presidente de Argelia, Abdelmayid Tebún, en el apogeo de la crisis diplomática que este marzo ha agravado hasta límites inusuales la tensión en el Magreb. Su Gobierno acababa de condenar la “expoliación” de bienes de la embajada argelina en Rabat y amenazaba con “responder a esas provocaciones por todos los medios”. El anuncio oficial marroquí de expropiar inmuebles pertenecientes a la legación diplomática se había producido tras la apertura, a comienzos del mes pasado, de una oficina de representación en Argel del Partido Nacional Rifeño, una formación proscrita que defiende la independencia de la región del Rif, en el norte de Marruecos.
Ambos países magrebíes se enfrentaron en una guerra por disputas territoriales hace seis décadas, mantienen cerrada a cal y canto su frontera común desde hace 30 años y rompieron sus relaciones diplomáticas en 2021. Al conflicto que les enfrenta desde hace cerca de medio siglo por el Sáhara Occidental, bajo control marroquí y donde Argelia apoya al independentista Frente Polisario, se añaden nuevos agravios recíprocos.
En los últimos días de este mes de tensión, el ministro de Asuntos Exteriores argelino, Ahmed Attaff, ha dado aparentemente por cerrado el contencioso por la expropiación de bienes diplomáticos en Rabat ante las que definió como “apropiadas” medidas tomadas por Marruecos, de las que no proporcionó detalles concretos. Pero la tensión se ha agravado de forma creciente durante marzo, en una de las crisis más intensas registrada entre Marruecos y Argel, que siguen enfrentados por antiguas disputas. Apenas una semana antes, el presidente Tebún había responsabilizado al país vecino del estallido de la disputa en el canal catarí Al Jazeera. En esa misma entrevista, el mandatario acusó también a España de haberse puesto de parte de Marruecos en el conflicto del Sáhara Occidental y de haber olvidado su papel mediador como antiguo poder colonial de ese territorio, sobre el que, según advirtió, aún tiene responsabilidades.
El pasado 13 de marzo, Marruecos publicó un decreto en el boletín oficial para poner en marcha la expropiación de seis bienes inmuebles, destinados a la ampliación de la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en Rabat. Entre ellos figuraban tres fincas propiedad de la Embajada argelina. Cuatro días después, un comunicado diplomático calificaba en Argel la “expoliación” de su embajada como “una provocación y un acto hostil” y “una violación incalificable de la protección debida de las representaciones diplomáticas de Estados soberanos”. En la misma nota advertía de que respondería por todos los medios apropiados.
En un primer momento, Marruecos se limitó a responder que las autoridades argelinas estaban al corriente del procedimiento de expropiación forzosa. El Ministerio de Exteriores aseguró que desde enero de 2022 habían sido enviadas ocho notificaciones al Consulado General en Casablanca, que representa los intereses de Argelia tras la ruptura de relaciones. Añadió que desde esa legación se había respondido con al menos cinco escritos. Y que en uno de ellos se había advertido de que un edificio diplomático marroquí en Argel iba a verse afectado por la ampliación del llamado Palacio del Pueblo, que fue sede del poder colonial francés y de la presidencia argelina, en el marco de un expediente de expropiación por utilidad pública.
La tensión y los reproches inmobiliarios ―se trata en ambos casos de bienes que fueron cedidos gratuitamente en su día para fines diplomáticos― siguieron creciendo cuando medios informativos marroquíes se hicieron eco de las declaraciones del cantante argelino Ferhat Mehenni. Como presidente del Movimiento para la Autodeterminación de la Cabilia (MAK, por sus siglas en francés), anunciaba que se disponía a proclamar el 20 de abril “el renacimiento del Estado de la Cabilia”, en el norte de Argelia, al tiempo que mostraba agradecimiento a Marruecos por su apoyo.
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La guerra fría diplomática entre Marruecos y Argelia se recrudeció a partir del 2 de marzo, tras la apertura de la oficina de representación del Partido Nacional del Rif en Argel. “Nuestro proyecto nada tiene que ver con las tensiones que viven Marruecos y Argelia”, precisó entonces a la agencia Efe un portavoz independentista del Rif. Entre 2016 y 2017, el hirak bereber, una ola de protestas sociales en la región del norte de Marruecos, se saldó con cientos de detenciones.
Antes del aparente carpetazo a la disputa dado por Argelia, Marruecos insistió, según ha informado el semanario Jeune Afrique, en que el procedimiento de expropiación no afectaba ni a la sede de la embajada argelina ni a la residencia del embajador, protegidas por las normas y usos internacionales, sino a locales que habían quedado sin uso. El cónsul general de Argelia en Casablanca, que de acuerdo con la misma fuente fue recibido al menos en cuatro ocasiones en la sede del Ministerio para tratar el asunto, acaba de ser relevado en el cargo, según informa la prensa marroquí, a pesar de la ruptura de relaciones.
Pulso por el Sahel
Además del contencioso sobre la antigua colonia española del Sáhara Occidental y la supuesta injerencia recíproca, por dar apoyo a movimientos separatistas del país vecino, la geopolítica enfrenta en un pulso permanente a Rabat y Argel. El primero mantiene una estrecha alianza con Estados Unidos, país con el que organiza cada año las maniobras militares a gran escala African Lion. El año pasado participaron en este ejercicio multinacional soldados de Israel, dentro del acuerdo de cooperación militar suscrito entre Marruecos y el Estado judío en 2021, tras haber normalizado relaciones. Argelia tiene su principal aliado militar en Rusia, con quien anunció en 2023 la ejecución de unas maniobras militares próximas a la frontera marroquí que finalmente no se llevaron a cabo. El año pasado, Argelia aumentó su gasto de defensa hasta alcanzar el 12% del producto interior bruto (PIB). Marruecos lo ha elevado también hasta un 5% del PIB.
En el refuerzo de la tensión bilateral también parece contar la paulatina reducción de la influencia de Argelia en la conflictiva región del Sahel, donde desde enero ha quedado suspendido el acuerdo de paz suscrito con su mediación en Malí en 2015. Marruecos, mientras tanto, propuso en diciembre del año pasado integrar en la llamada Iniciativa Atlántica a cuatro países de la región (Malí, Níger, Chad y Burkina Faso), con el fin de que puedan disponer de una salida al océano a través de puertos como el de Dajla, la antigua Villa Cisneros bajo la administración colonial española del Sáhara Occidental.
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