El papa Francisco renuncia al Vía Crucis para proteger su salud de cara al resto de celebraciones de Semana Santa
El papa Francisco ha renunciado a presenciar el tradicional Vía Crucis que se representa cada Viernes Santo en el Coliseo de Roma para cuidarse y no poner en riesgo su salud, algo delicada en las últimas semanas. La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha informado en un escueto comunicado minutos antes de que comenzara el rito de que el pontífice no asistiría para preservarse de cara a las celebraciones que aún quedan de la Semana Santa, la festividad más importante del año litúrgico para los cristianos y que sí contemplan una participación directa del Papa, que deberá celebrar la misa de la Vigilia del Sábado y la del Domingo de Pascua. “Para conservar la salud ante la Vigilia de mañana y la Santa Misa del Domingo de Resurrección, esta tarde el papa Francisco seguirá el Vía Crucis del Coliseo desde la Casa Santa Marta”, se lee en la nota del Vaticano.
Esta celebración, que representa el Calvario dividido en 14 estaciones en las que los cristianos conmemoran la pasión de Jesucristo desde su detención hasta su crucifixión y su entierro posterior en el sepulcro, no contempla la intervención directa del Papa. El pontífice se limita a presenciar en silencio la escenificación, el recorrido de la cruz y las lecturas. Este año, Francisco ha escrito personalmente las meditaciones para el Vía Crucis. Es la primera vez desde 2003 que las escribe un Papa. El pontífice tenía la costumbre de confiarlas a personas que han pasado por experiencias dolorosas, como familias con problemas, presos, migrantes o víctimas de la guerra. La representación del Calvario se celebra de noche en el Coliseo romano, al aire libre y con bastante humedad. Los días anteriores el tiempo ha sido inclemente en Roma, con fuertes lluvias y vientos, aunque desde el jueves las temperaturas comenzaron a ascender y el viernes la meteorología en la capital italiana fue más apacible. El año pasado ya excusó su asistencia al acto religioso a causa del frío.
Problemas respiratorios
Bergoglio, de 87 años, arrastra problemas respiratorios desde que padeciera una gripe hace algunas semanas. Aunque el día anterior presidió, aparentemente sin problemas, las dos misas del Jueves Santo: la de la mañana que se celebró en la basílica de San Pedro y la de la tarde que rememora la última cena de Jesucristo y que se celebró en una cárcel de mujeres de Roma. Allí, el Papa, que acudió en silla de ruedas, lavó los pies de 12 reclusas, como hizo Jesús a los discípulos. Las presas, muchas de ellas llorando emocionadas, se subieron a una plataforma y el pontífice pasó por delante de ellas, a sus pies, para lavárselos y después besarlos, con un mandil blanco, mientras uno de sus colaboradores empujaba la silla de ruedas que Francisco utiliza en la mayoría de ocasiones desde hace tiempo debido a sus conocidos problemas de movilidad por un problema en la rodilla, aunque en algunas ocasiones ha preferido caminar ayudado de un bastón. Este viernes también participó en la ceremonia de la Pasión que se celebró en la basílica de San Pedro antes del Via Crucis.
Francisco sufrió una gripe hace unas semanas y, desde entonces, arrastra algunas secuelas y es común que sus colaboradores lean los discursos que él prepara, porque se cansa en las intervenciones largas. El Domingo de Ramos sorprendió a todos al no pronunciar la homilía de esta celebración que abre la Semana Santa para los católicos. Cuando tocaba la lectura del sermón, guardó un prolongado silencio. En cambio, sí leyó el Evangelio antes y rezó el Ángelus después, pidiendo paz en Ucrania y en Gaza, entre otras cosas. Se desconocen los motivos por los que tomó esta decisión. El año pasado, Francisco tampoco acudió a la representación del Vía Crucis a causa del frío, ya que había estado ingresado por una bronquitis pocos días antes y los médicos se lo desaconsejaron.
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