La viuda de Navalni: “No sé si el régimen dejará que el funeral de mi marido sea pacífico”
El régimen ruso de Vladímir Putin no deja de acosar al opositor Alexéi Navalni y lo que representa, ni siquiera muerto. El disidente, que falleció en una cárcel del Ártico donde cumplía una condena de 19 años, será enterrado este viernes en Moscú, después de que su familia batallase durante días para recuperar el cuerpo. El Kremlin ha tratado de evitar a toda costa que el funeral de Navalni, que se erigió como el gran opositor a Putin, sea un acto abierto por temor a que se convierta en un raro momento de contestación en un país cuyo aparato de seguridad prohíbe cualquier amago de protesta. La esposa del disidente, Yulia Navalnaya, ha alertado este miércoles de que las autoridades rusas pueden cargar contra los asistentes a la ceremonia. “No estoy segura de si dejarán que sea algo pacífico o si la policía arrestará a los que vayan a despedirse de mi marido”, ha declarado, visiblemente emocionada, en una intervención en el Parlamento Europeo en Estrasburgo.
Las autoridades rusas tratan de evitar todo homenaje a Navalni, fallecido el 16 de febrero en una remota colonia penal. Kira Yarmish, portavoz del disidente, ha explicado, además, que su equipo ha tratado de encontrar un local para organizar un acto más amplio de despedida, tras la misa en una iglesia ortodoxa en el barrio moscovita en el que vivió Navalni y el entierro, y que no lo han logrado por una mezcla de miedo a las represalias de los propietarios de los locales y presiones de las autoridades.
La madre de Navalni ha tenido que batallar durante días para poder enterrar al opositor en una ceremonia abierta, después de que las autoridades la amenazaran con incinerar el cuerpo si su intención era hacer alguna ceremonia pública, según ha explicado su abogado. La ceremonia no es una manifestación y, por tanto, no se ha considerado ilegal como tal, pero el equipo de Navalni y las organizaciones de derechos civiles temen que se persiga igualmente a los asistentes. Las organizaciones del opositor, que ha muerto a los 47 años, fueron declaradas “extremistas” y cualquier vinculación con ellas puede suponer una persecución judicial equivalente a los delitos de terrorismo.
El funeral se ha programado un día después del discurso anual de Putin ante la Asamblea Federal de Rusia (se celebrará mañana ante las dos cámaras) y en un momento de represión sin precedentes contra cualquier contestación social como previa a la votación del 17 de marzo en la que el autócrata ruso, que lleva 25 años en el poder, se perpetuará en el sillón del Kremlin hasta 2030 y en un momento en el que ha elevado la amenaza no solo sobre Ucrania, a la que invadió hace dos años, sino hacia todo Occidente. Varios diplomáticos occidentales tienen previsto acudir a la ceremonia en memoria del opositor, no solo para presentar sus respetos, sino también para tratar con su presencia de que la despedida sea pacífica, ha apuntado una fuente comunitaria.
Yulia Navalnaya, que se ha alzado como una figura política tras la muerte de su esposo y está intentando hacerse un hueco en la fragmentada oposición rusa, ha reclamado este miércoles en la Eurocámara “medidas más creativas” para acorralar al Kremlin, que a pesar de las sanciones occidentales sigue manteniendo el esfuerzo de guerra contra Ucrania y con su política de acoso para barrer toda disidencia.
“Han pasado dos años [de guerra], de agotamiento, de sangre, de decepción. Putin no ha logrado nada. Se ha hecho de todo, pero nada funciona. Y ha pasado lo peor, que la gente se ha acostumbrado a la guerra y hay quien incluso se empieza a plantear si hay que llegar a un acuerdo”, ha enfatizado Navalnaya ante los eurodiputados en Estrasburgo. “Y entonces, Putin mató a mi marido”, ha lanzado. Y ha recordado la trayectoria del opositor, que ya sufrió un envenenamiento casi mortal orquestado por el Kremlin en 2020. “Para derrotar a Putin hay que ser innovador, no se le puede derrotar con resoluciones, no se puede pensar que es una persona de principios, con moral”, ha advertido. “No estamos dirigiéndonos a un político, sino a un monstruo”, ha recalcado Navalnaya que ha pedido acorralar a los que ayudan a Putin y a su círculo —“una banda de ladrones”— y también que Europa cuente con la oposición rusa para y con las decenas de miles de personas que están contra el régimen y contra la guerra en Ucrania. “No deben perseguirnos, sino trabajar con nosotros”, ha reclamado.
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Los actos de homenaje al opositor se han convertido en un desafío para el Kremlin. Horas después de conocerse la muerte de Navalni, miles de rusos comenzaron a depositar flores en los monumentos a las víctimas de la represión política de todo el país. A pesar de los arrestos aleatorios —la inmensa mayoría de los ciudadanos acudían en silencio y se iban— y que las autoridades tiraban los ramos a la basura con nocturnidad, los rusos continuaron depositando flores los días siguientes. Al menos 400 personas fueron arrestadas en 39 ciudades, según la organización OVD-Info. En otro entierro con cierto parecido lejano, el del jefe rebelde del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, Putin ordenó impedir el acceso a su tumba con un perímetro de cientos de agentes de seguridad.
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