Los separatistas prorrusos de Transnistria, posible nuevo foco de tensión para Moldavia y Ucrania
La región secesionista de Transnistria, reconocida internacionalmente como parte de Moldavia, podría añadir nuevas tensiones a la guerra desencadenada por Rusia en Ucrania. Para el 28 de febrero en Tiráspol, capital de Transnistria, ha sido convocado un congreso de diputados de todos los niveles administrativos locales. Los secesionistas han recurrido a este formato de reunión solo en ocasiones importantes, comenzando por su declaración de independencia unilateral en 1990.
Según Ghenadie Ciorba, un político disidente de Transnistria, el congreso se dirigirá a Rusia para pedirle que acoja la región secesionista en su territorio. Tal petición, de confirmarse, reiteraría el llamamiento que las autoridades transnistrias ya hicieron en 2006 tras un referéndum en el que, según ellas, un 97% de la población local se pronunció a favor de la integración a Rusia, pese a no tener frontera común. Rusia no reconoció la consulta y hasta ahora tampoco ha reconocido a Transnistria como Estado.
Fuentes consultadas en Tiráspol y en Chisinau, la capital moldava, opinaron que el congreso se limitará a gestos propagandísticos y provocativos tanto hacia Moldavia como hacia Ucrania. Moscú, subrayan, no puede prestar apoyo a Transnistria ni acceder a ese territorio sin conquistar antes la ciudad ucrania de Odesa. En ocasiones el presidente Vladímir Putin se ha referido a la gran urbe portuaria del mar Negro como “ciudad rusa”.
“Odesa vuelve a casa”, ha dicho recientemente el expresidente de Rusia, Dmitri Medvédev. “En la Federación Rusa hemos estado esperando a Odesa. Por la historia de esta ciudad, por la gente que allí vive y por la lengua que habla, esta es nuestra ciudad rusa, rusa”, ha añadido Medvédev.
“Los rusos no tienen capacidad para conquistar Odesa ahora, así que mejor nos dejan tranquilos y ya les recibiremos cuando vengan”, ironizaron fuentes de Tiráspol.
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Vadim Krasnoselski, el presidente de Transnistria y el impulsor oficial del congreso, ha evitado hasta ahora que la región sea involucrada en el conflicto bélico en Ucrania e incluso ha atajado iniciativas de apoyo a la causa rusa desde la orilla izquierda del Dniester, señalan las fuentes en Tiráspol. Es más, recientemente Krasnoselski recibió al embajador de Ucrania en Moldavia, a quien ofreció ayuda para transportar los cereales ucranios bloqueados por Rusia. El representante ucranio expresó el deseo de reabrir el consulado de Kiev en la región de Transnistria en el marco de la representación ucrania en Moldavia.
“Si Rusia nos reconociera y nos incluyera en su territorio nos convertiríamos en un blanco legal para Ucrania, como lo son Bélgorod y otras regiones fronterizas del oeste de Rusia”, añade una fuente desde Tiráspol, según la cual el congreso del 28 de febrero parece más en consonancia con los intereses rusos que con los intereses de Transnistria y sus habitantes.
En la convocatoria del evento, Krasnoselski, ha alegado “presiones por parte de Moldavia” que “conculcan los derechos y empeoran la situación socioeconómica de los habitantes de Transnistria”. El político se refiere a unas nuevas regulaciones aduaneras de Moldavia por las cuales el comercio internacional desde Transnistria (cuya industria exporta también a la UE) ha perdido unos privilegios fiscales que obtuvo de Chisinau como parte de una política de seducción para reintegrar la región separatista. La actividad comercial internacional de Transnistria se realiza ahora en iguales condiciones que el resto del comercio moldavo. Entre los representantes de Moldavia y los de Transnistria sigue habiendo contactos regulares arropados por una plataforma de diálogo de la que Rusia ha sido miembro, junto con la Unión Europea y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Falta de reconocimiento
En 2022, Moscú reconoció las autodenominadas “repúblicas populares” de Donetsk y Lugansk como Estados y esgrimió las peticiones de ayuda de estas como pretexto para invadir Ucrania. El siguiente paso fue incorporar los territorios ocupados a la Federación Rusa mediante pseudorreferéndums. En el caso de Transnistria, no hay ni reconocimiento ni frontera por parte de Moscú.
La convocatoria del congreso podría responder a las necesidades de Moscú de mantener en jaque a Moldavia, país candidato a la incorporación a la Unión Europea, y en el mismo proceso iniciado por Ucrania que el Kremlin tanto trató de frenar. Transnistria está situado mayoritariamente entre la ribera izquierda del río Dniéster y Ucrania. La guerra en el territorio de este país ha dificultado enormemente las comunicaciones y ha perjudicado el comercio y la migración laboral desde Transnistria a Rusia.
Desde que los ciudadanos moldavos pueden desplazarse libremente por la Unión Europea, los habitantes de Transnistria han hecho uso de esa posibilidad y han aprendido a valorar los pasaportes moldavos, y, más aún, en ocasiones buscan también antepasados rumanos que les permitan acceder a un pasaporte de esta nacionalidad.
Poblada mayoritariamente por eslavos (rusos y ucranios) y moldavos prorrusos, Transnistria, cuya población real en disminución se estima hoy inferior a 500.000 habitantes, se desgajó de Moldavia en 1990 como respuesta a la política prorrumana practicada entonces por los dirigentes de aquella república soviética. Tras unos enfrentamientos armados en julio de 1992, los dirigentes de Moldavia, Transnistria y Rusia, Mircea Snegur, Igor Smirnov y Boris Yeltsin llegaron a unos acuerdos que, con fluctuaciones, han mantenido estabilizada la situación sobre el terreno, en el que está emplazado un contingente de cerca de 1.600 militares rusos con posibilidades de acción limitadas. Moldavia exige la retirada de ese contingente que custodia unos importantes polvorines de la época soviética. En 1999, Rusia se comprometió a sacar la munición, pero esa promesa no se cumplió. Con el tiempo, las municiones se han deteriorado, y el contingente militar también, debido a las dificultades para las rotaciones de personal.
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