Los palos de la fundación David Ortiz con más de 1,500 niños
Como un temible bateador que azotó el pitcheo de la Lidom, Serie del Caribe, Clásico Mundial y Grandes Ligas por casi un cuarto de siglo, David Ortiz fue un insaciable coleccionador de estadísticas, títulos y premios, tantos como reventar vitrinas y llegar al Salón de la Fama. Ha sido la misma actitud en su labor filantrópica, una que comenzó en el pico de su carrera y que no le pone fecha de caducidad.
Tan así que terminó el año con la recaudación de US$1,4 millones en el torneo de golf benéfico que desde 2019 celebra en la Florida y ya se plantea este 2024 duplicar esa cifra, «porque la fila es larga de niños que necesitan de una intervención».
El Big Papi está tan arriba y al día del David Ortiz Childrens Fund que memoriza el número de infantes intervenido como los 641 jonrones que conectó en la Gran Carpa. Con los 143 niños operados en 2023 se superó la cifra simbólica de los 1,500, una que se duplicó en el último lustro.
«Las sensaciones de (pegar) un jonrón en el Fenway Park, Yankees Stadium o llegar al Salón de la Fama son diferentes a esto», dice Ortiz a DL. «Cuando Dios te da la oportunidad de poder proveer para que la vida de un ser humano cambie ya eso es otro nivel, no hay juego, no hay jonrón que se compare a eso».
Era 2005, ya con una Serie Mundial y un contrato multianual, cuando de una conversación de Ortiz con el periodista Leo Corporán, que lo convenció de llevarlo a una sala de cirugías en el Centro de Diagnóstico Medicina Avanzada y Telemedicina (CEDIMAT). Era el área donde se intervienen a niños que nacen con problemas cardiovasculares, que de no ser atendidos a tiempo su vida peligra.
Una vez allí, al percatarse de las dificultades que afrontaban decenas de familias y las limitaciones del centro quedó impactado y no se puso de perfil, como nunca lo hizo en el home plate. Hizo donaciones de equipos, pero entendió que eran un parche momentáneo, que ni siquiera cerraba el orificio y fue por más.
«Mis padres trabajaron y no tuve esa gran precariedad, pero fui testigo de mucha gente que no tenían recursos y sé lo impotente que resulta», dijo el extoletero.
Además de sus aportes, comenzó a utilizar su imagen no solo para levantar fondos, también para crear conciencia entre el amplio público al que llega. Para 2007 creó el David Ortiz Children Fund y lanzó un torneo de golf, que esas primeras ediciones en Cap Cana las recaudaciones no superaban los US$200 mil y las cirugías las 40 por año.
Pero seguían, llegaban figuras de diferentes industrias, estuvieron en Casa de Campo, y aprendían en el proceso, de la mano de Nelva Peláez, a quien conoció en CEDIMAT y la nombró como directora ejecutiva de la Fundación, el corazón operativo de la entidad.
«Es mi mayor orgullo y una de las razones para la que vaya tranquilo a mi cama cada noche», dijo Ortiz.
En 2019 se tomó la decisión de mover el evento a Florida, ese año en Key Biscayne, y en 2023 tocó en Marco Island, con resultado que justifican el cambio de escenario. En el verano montan otra actividad similar, en Boston y ya la cifra de recaudación supera los US$12 millones. «La movida ha valido la pena».
«Muchas veces cuando estoy aquí en RD mucha gente se me acercan dándole la gracias a uno por haber contribuido a la operación de hijo, nieto. Eso es algo que llena a uno de demasiada satisfacción. Eso me motiva a seguir hacia adelante y seguir proveyendo para seguir ayudando a toda esta niñez», dice Ortiz.
Pero el trabajo no se limita a costear operaciones de alto costos, donde los médicos que intervienen lo hacen de forma honorífica. En 2022 donó un moderno equipo biplano para realizar cateterismo cardíaco, diagnósticos e intervencionistas. Un instrumento que sirve para corregir o paliar los defectos congénitos cardíacos; además de suministrar imágenes de alta calidad con la mínima dosis de radiación y con menor cantidad de contraste.
En 2015, CEDIMAT inauguró la unidad de Cardiología Pediátrica del Centro Cardiovascular y la bautizó con el nombre de David Ortiz, en reconocimiento a su labor filantrópica.
Utilizar la imagen
Ortiz sabía que una vez dejara el terreno podía resultar más complicado mantener el nivel de convocatoria. De ahí que aprovecha desde sus redes sociales hasta sus apariciones como comentarista en la postemporada para promocionar las actividades de su fundación.
«La vigencia trato de nunca perderla, me mantengo activo trabajando con muchas compañías, Red Sox, TV y mientras tiene la vigencia aunque tenga siete años retirado la vigencia te da la oportunidad de conectar y seguir en ese ejercicio de llamar la atención para seguir proveyendo para esta fundación», dijo Ortiz.
Su caso es otro ejemplo del impacto que tienen peloteros activos y retirados en la sociedad al hacer donaciones y utilizar su nombre para recaudar fondos.
Cuando Ortiz ingresó a la actividad anual donde se reúne con los niños atendidos el año más reciente el recibimiento es de aplausos y lágrimas de satisfacción. La niña de Pamela Echavarría nació con una arteria que no permitía que le llegara suficiente oxígeno al corazón, no disponía de los recursos suficientes para costear el procedimiento y apeló a la fundación. «Le agradezco a los médicos y a David Ortiz con el alma… no tengo con qué agradecer. Sin ellos no sé qué sería de mi niño», dice Echavarría entre lágrimas. En casos el seguro médico no cubre la totalidad del costo, pero el faltante tampoco está al alcance del paciente y hay que tocar puertas, como Dahiana Dámaso, cuya intervención para su hija era de US$980,000 y la aseguradora cubría cerca del 90%. «Pero no tenía los casi 300 mil pesos que faltaban y la vida de mi hija peligraba». Son operaciones que pueden costar entre US$5 mil y US$12 mil.