Los principales países de la OTAN respaldan al holandés Rutte como próximo secretario general
El primer ministro en funciones de Países Bajos, Mark Rutte, ha logrado este jueves una enorme ventaja para convertirse en el próximo secretario general de la OTAN, tras recibir el respaldo de Reino Unido, Alemania y Francia y, sobre todo, de Estados Unidos. Representantes de la Administración de Joe Biden han confirmado que este apoya la candidatura del holandés —aunque el presidente aún no se ha pronunciado de manera pública— para un puesto en el que tendrá que gestionar el apoyo de la Alianza a Ucrania frente a la invasión rusa y, en caso de un regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, previsibles tensiones entre el socio principal de la organización y el resto de países miembros.
“El presidente Biden respalda firmemente la candidatura del primer ministro Rutte para ser el próximo secretario general de la OTAN”, ha indicado un alto cargo, que habló bajo la condición del anonimato, con la agencia Reuters. “El primer ministro Rutte entiende profundamente la importancia de la Alianza, es un líder y comunicador nato, y su liderazgo será muy útil para la Alianza en este momento crítico”.
De un modo similar ha llegado el voto de confianza británico. “Rutte es muy respetado dentro de la Alianza, cuenta con importante experiencia de defensa y seguridad, y garantizará que la OTAN continúa sólida y lista para defenderse y disuadir de ataques”, ha declarado un representante del Gobierno del primer ministro Rishi Sunak, también bajo la condición del anonimato. Además, un alto funcionario francés expresó el apoyo de París y añadió que el presidente, Emmanuel Macron, fue de los primeros partidarios del holandés y le sondeó sobre el cargo el año pasado. Un portavoz del Gobierno alemán, por su parte, manifestó asimismo el respaldo del canciller, Olaf Scholz, según Reuters.
Rutte, de 57 años, acumula apoyos para sustituir a Jens Stoltenberg. Solo el político holandés se ha postulado abiertamente para el cargo y tiene ya el respaldo de una mayoría de los 31 miembros de la Alianza. Hungría, como con todo, remolonea y no ha manifestado su posición sobre la candidatura. Tampoco Turquía, que se está moviendo para condicionar su apoyo a que el dirigente de Países Bajos le prometa un papel más destacado en la Alianza e intente que Ankara forme parte de la asociación OTAN-Unión Europea, según fuentes aliadas. Turquía es candidata a la UE desde 1999, pero su proceso de adhesión lleva años paralizado porque no cumple los requisitos para avanzar en la senda de la membresía.
El secretario general de la Alianza es elegido por unanimidad, y por ahora ningún aliado ha vetado al holandés, aseguran fuentes diplomáticas. Stoltenberg lleva en el cargo desde 2014 y ha extendido varias veces su mandato, la última el pasado año, con la guerra de Rusia contra Ucrania en marcha y cuando ninguno de los candidatos sobre la mesa reunía el apoyo de los 31 aliados.
El mandato de Stoltenberg termina oficialmente en octubre, aunque la OTAN quiere un nombramiento antes, de modo que la elección no coincida con la de los cargos más relevantes de la UE tras las elecciones al Parlamento Europeo en junio. El momento para la designación de Rutte llegaría en la cumbre de la Alianza en Washington el próximo julio. La organización conmemorará entonces el 75º aniversario de su fundación y la Administración de Biden está decidida esforzarse para celebrarlo: un gesto simbólico, pero en el que quiere subrayar el apoyo de Washington a la institución y distanciarse de los ataques de un Trump que, como presidente primero y ahora como candidato republicano, amenaza con reducir el principio de la defensa mutua a mero papel mojado.
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Qué pueda ocurrir dentro de la Alianza si el expresidente republicano regresa a la Casa Blanca en noviembre será uno de los principales problemas del sucesor de Stoltenberg. Trump hizo saltar las alarmas en las capitales europeas cuando, hace dos semanas, declaraba en un mitin de campaña que dejaría “hacer lo que diablos le dé la gana” a Rusia con los miembros de la OTAN que no dediquen al menos el 2% de su PIB a defensa. “No voy a defenderlos”, sostenía, en unos comentarios que ha seguido repitiendo en redes sociales.
Rutte se ha mostrado tajante acerca de esos comentarios. Durante su participación en la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich, el primer ministro en funciones instaba a Europa a “dejar de quejarse y lamentarse, y protestar” sobre Trump. “Tenemos que trabajar con el que esté en la pista de baile”, recordaba, al llamar a los miembros de la Alianza a centrarse en su tarea principal ahora mismo: qué es lo que puede hacer por ayudar a Ucrania, cuyas tropas se retiraban la semana pasada de la ciudad de Avdiivka para evitar quedar cercadas. Washington, el principal proveedor de ayuda a Kiev, ha atribuido esa decisión ucrania a una escasez de munición cada vez más acuciante, provocada por el retraso del Congreso de EE UU en aprobar nuevos fondos para la asistencia económica y militar del país invadido. La OTAN estudia cómo llenar el hueco creado por el impasse en Estados Unidos.
Biden conoce bien a Rutte, que lleva al frente del Gobierno holandés los últimos 14 años. El primer ministro en funciones ―tras las elecciones celebradas en Países Bajos el pasado noviembre― ha visitado la Casa Blanca en cinco ocasiones, y ambos se reunieron en el Despacho Oval en enero del año pasado para abordar asuntos como la ayuda a Ucrania o la respuesta a la pujanza de China. “Le miramos a usted para asegurarnos de que tenemos una respuesta coherente de Europa, de toda Europa, para Ucrania”, declaraba entonces el presidente a su invitado al inicio del encuentro.
En la OTAN había interés en que la próxima persona que coordine la organización fuera una mujer y, preferiblemente, de los miembros del sur (la secretaría general siempre la ha ocupado un hombre y los últimos todos de países nórdicos), pero de momento no parece que vaya a ser el caso.
El año pasado se habló de la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, aunque algunos aliados la consideraron demasiado halcón sobre Rusia. También se puso sobre la mesa el nombre de la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, pero tampoco concitaba la unanimidad. Ambas terminaron por descartarse y apoyar que Stoltenberg ampliara un año más su mandato. Se habló incluso de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, pero en su país, Alemania, el canciller Olaf Scholz, no estuvo de acuerdo, según fuentes aliadas. También Francia mostró reticencias. La jefa del Ejecutivo comunitario —que, como adelantó EL PAÍS, se ha postulado para un segundo mandato al frente de la Comisión— nunca se pronunció ni dio un paso hacia la candidatura oficialmente.
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