París 2024: Con recelo, Tahití alberga el surf de los Juegos Olímpicos
Peva Levy dijo que sintió una energía natural poderosa, conocida como «mana», cuando practicó el surf en las olas de Teahupo’o sobre una tabla de madera por primera vez. Se deslizó sobre una ola blanca que rompía frente a una playa volcánica virgen, antes de que multitudes de surfistas comenzaran a llegar hace medio siglo, cuando la aldea contó con su primera carretera asfaltada.
«Era un lugar secreto», recordó el surfista y nativo tahitiano, parado en las prístinas playas de Teahupo’o, en el sur de la isla, mientras las olas embestían a lo lejos. «Pero no lo fue por mucho tiempo».
Desde entonces, Teahupo´o ha ganado renombre entre los surfistas —sus olas rugientes tienen reputación por su poder y ferocidad. Y el sitio será el escenario de la competición de surf durante los Juegos Olímpicos de París 2024 que se llevarán a cabo del 27 de julio al 4 de agosto.
La isla en la Polinesia Francesa es un territorio de ultramar, dependiente de la nación europea. La decisión de realizar parte de los Juegos Olímpicos aquí ha generado un reto sin precedente para una comunidad pequeña que busca proteger una forma de vida más estrechamente conectada con las tierras silvestres y con un océano cristalino, desdeñando la fama prometida por un escenario de un gran suceso deportivo.
Y aunque los organizadores tratan de ajustar sus planes para conservar el ambiente local, ha sido una lucha para los lugareños el garantizar que la aldea de Teahupo’o conserve su sencillez.
Causó muestras de indignación entre los habitantes la escala original propuesta para la sede olímpica, que contemplaba nuevas carreteras, unidades de vivienda e incluso una torre de aluminio para los jueces —la cual requería perforar el arrecife. Ambientalistas y comunidades del surf se unieron para proteger la cultura de Teahupo’o, así como sus corales y vida marina.
«Era demasiado para nosotros, un gran cambio. Y era tan sólo para algo así como una semana» de competencias, dijo Levy, quien es también miembro de la organización ambientalista local Vai Ara O Teahupo’o
Aunque se conoce en el mundo del surf, no hay una sola tienda especializada en este deporte en Teahupo’o. La localidad ha ignorado el desarrollo que es común en otros destinos populares del surf.
Al final de la carretera en la aldea está su único restaurante, abierto sólo para el almuerzo y que sirve pescado capturado esa misma mañana. Los niños pasan la tarde surfeando, mientras las familias observan desde las playas de arena negra.
Por la noche, el sonido distante de las olas que rompen contra el arrecife arrulla al pueblo que duerme.
«Amamos este lugar porque es todavía silvestre. No había mucha gente acá. Hay mucho pescado por todos lados, y ése es un buen ‘mana'», dijo Levy.
En respuesta a las críticas, ahora el 98% del hospedaje para los visitantes durante los Juegos será proporcionado en las casas de los habitantes. Los deportistas se quedarán en un crucero que estará anclado cerca de la zona.
El tamaño de la torre para los jueces se redujo, y los planes de infraestructura nueva se han moderado para no realizar tantas construcciones.
Pero persisten las preocupaciones. Los ambientalistas y pescadores locales temen que la perforación en el arrecife de coral atraiga a la ciguatera, un alga que infecta a los peces y enferma a la gente que los come. Muchos se ganan el sustento aquí con lo que atrapan en el océano.
Mormon Maitei, de 22 años, se gana la vida pescando con lanza en la laguna. Alimenta con eso a su familia y vende lo que queda.
«La laguna es nuestro refrigerador. Es de donde obtenemos nuestra cena», dijo.
Asimismo, la forma de las olas podría quedar afectada, si el arrecife se fracturara y perdiera su estructura.
«Si esto se rompe y se derrumba, no habrá más olas acá. Todo se terminará para nosotros», advirtió Levy.
En diciembre, los temores locales se confirmaron cuando una barcaza rompió partes del coral en su travesía hacia un sitio de construcción en el arrecife. Un video de los daños se propagó en las redes sociales, lo que desató muestras de indignación.
Cindy Otcenasek, presidenta de Via Ara o Teahupo’o, consideró que la destrucción fue muy dolorosa.
«En la cultura polinesia, los dioses están presentes en todos lados, en el océano», explicó. «Se considera que el océano es el templo más sagrado. Los peces viven alrededor del coral. Si rompemos un coral destruimos una casa».
Los organizadores de los Juegos expresaron su preocupación por lo ocurrido.
«Fue algo desagradable para nosotros», comentó Barbara Martins-Nio, gerente de evento para el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2024 en París. «Los tahitianos tienen esta relación especial con la naturaleza, con sus tierras, y esto fue como una bomba para nosotros».