Elecciones municipales 2024 | De fantasmas se trata
Llevamos 62 años celebrando elecciones con menos que más contratiempos, pero en las últimas dos décadas ha cambiado tanto el panorama como para que confiemos plenamente en procedimientos y decisiones que en democracias de igual desarrollo relativo dejaron de ser traumáticos tiempo ha. Cuando de seleccionar las autoridades se trata, sean municipales o nacionales, los dominicanos desenterramos una paranoia sin precedentes. Como si nuestras propias vidas estuviesen amenazadas.
Buscamos fantasmas donde no los hay ni puede haberlos: las maquinaciones de fraudes pertenecen al terreno de la fábula. Así, los bulos adquieren ropaje de denuncias tremendistas y aquellos a quienes se les supone dueños de razón y lógica, de repente mudan a crédulos de disparates y manipulaciones.
Son facetas de nuestro subdesarrollo político de las cuales no hemos ni remotamente logrado desprendernos. Por eso nos hemos dotado de un llamado poder electoral, con una corte especializada en delitos que en otros países encuentran solución en los canales judiciales ordinarios, si es que alguna vez se presentan. Tampoco importa el presupuesto de la entidad comicial ni hay algarabía por el voto en el exterior. Ni siquiera es festivo el día de las elecciones.
A nadie se le ha ocurrido pensar que hemos normalizado lo que deberían ser excepciones, tales la invitación a observadores electorales, ley seca, militares en los recintos de votación, prohibición de espectáculos públicos y otras peculiaridades dominicanas. Deberíamos observarnos a nosotros mismos y en señal de madurez confiar en instituciones que tienen más años que la media de la población dominicana. En las elecciones se gana o se pierde, no tienen por qué pasar de un acontecer más en la cotidianidad democrática. En esa urna de deseos echaré siempre mi voto.