Tiempo de votar
Este domingo, si Dios y los equipos de la Junta lo permiten, todos las ciudadanas y ciudadanos dominicanos en ejercicio de sus deberes civiles y políticos, estamos llamados a votar en elecciones municipales para elegir libremente nuestros representantes.
Aunque parezcan unas elecciones de segunda clase, es realmente el gobierno más cercano para nosotros los habitantes de las diferentes ciudades, municipios y parajes. Son nuestra primera línea de defensa o de ataque.
En cualquier democracia funcional que se precie de serlo, estas deberían ser más importantes para los votantes por su nivel de influencia y cercanía.
No es al presidente que debemos pedirle el arreglo de una calle o la limpieza de las alcantarillas. Solo en este patio se le pide al primer mandatario que intervenga para prohibir la construcción de un vertedero o que de la orden para apagarlo si coge fuego.
Fuera de eso, los votantes tenemos la gran responsabilidad de hacer valer nuestro voto. Hay que levantarse a votar y sacar a los que no han hecho su trabajo. O impedir que lleguen aquellos que ven el trabajo político como una escalera para seguir haciendo lo mal hecho bajo el amparo del poder.
Del mismo modo, votar para premiar con un nuevo periodo aquellos que han dado la talla.
En los cuatro años que duran las campañas en este país tenemos todas las oportunidades para hacer la debida diligencia que no hacen los partidos, ni la Junta, vaya usted a saber por qué. En los municipios y parajes todo el mundo se conoce.
No hay excusas ni picapollo que valga. Pero si usted vendió su voto y una gestión de cuatro años por la comida de un día o por un bono de miseria, también vendió su derecho a quejarse.
Por principio y crianza, en mi casa todos nos levantamos tempranos a votar. La cancelación de las elecciones del cuatrienio pasado nos sorprendió haciendo fila en el colegio electoral. Mis hijas han votado desde que tienen cédula de mayor y se encuentran en el país. No hay excusas.
La democracia nos ha salido demasiado cara como para desaprovechar la oportunidad de ejercerla y mejorarla.
Es más, si las dichosas elecciones no salieran tan costosas, sucias y asqueantes, yo propusiera que votáramos todos los meses para ayudar al congreso con algunas leyes que a ellos les resultan muy difíciles de votar:
- como qué hacer con los tránsfugas, los traficantes, los violadores y personas que, sin ningún tipo de preparación o mérito, pero sí con mucha cola que le pisen, llegan por un partido pero que al final solo se representan a sí mismos y a sus intereses del momento.
Aproveche la oportunidad que le brinda la Ley y la Constitución para ejercer la soberanía que tiene el pueblo, y no otro, de decidir por su destino, su futuro y sus representantes.
No venda su voto y no se quede acostado para que otro decida por usted. Levántese a votar para que después no tenga que levantarse para llorar lágrimas de sangre.