Valle Nuevo y la Pirámide: deleite para los sentidos
El parque Valle Nuevo, en Constanza, provincia La Vega, posee un encanto especial para quienes lo visitan. Tiene algo mágico que conecta a las personas con la naturaleza y la misticidad del monumento La Pirámide, punto principal de atracción.
Esa sensación comienza en su trayecto, con elementos como el exhuberante paisaje (lleno de bosques de pinos y otras plantas), las majestuosas montañas que se vislumbran cercanas y lejanas con su combinación de distintos tonos de verde, y los sembradíos con hortalizas y frutas que hay en las veredas de la carretera que lleva a la zona.
El Parque Nacional Juan Bautista Pérez Rancier, su nombre real, área protegida y donde está la Pirámide, tiene una altura de 2,250 metros y se ha convertido en una zona muy visitada por dominicanos y extranjeros, especialmente desde que llega el invierno, por el descenso de la temperatura que experimenta, llegando incluso a estar varios grados bajo cero, en algunas ocasiones. Esto ocurrió recientemente el 24 de enero de 2024, cuando estuvo en -10 grados centígrados, la más baja en dos décadas.
La reducción de la temperatura es uno de los atractivos para los visitantes, que acuden al lugar a sentir ese friito, que les permite vestir ropa de invierno, algo inusual en un país tropical como es República Dominicana. De hecho, usar abrigos, botas, bufandas y guantes es parte de la experiencia que brinda visitar Valle Nuevo.
El lugar y la experiencia
Constanza se encuentra a 141.2 de kilómetros de Santo Domingo. La distancia desde el pueblo a Valle Nuevo es de 44.7 kilómetros por la carretera Antonio Duvergé, que comunica a las poblaciones San José de Ocoa y Constanza. El tiempo aproximado en llegar es de 1 hora y 44 minutos.
Aunque hay otras rutas, se suele ir al parque por la carretera de Constanza, por la de Jarabacoa y San José de Ocoa. Estas vías están en perfecto estado, pero el trayecto para llegar a Valle Nuevo requiere de vehículos con tracción porque no está asfaltado y tiene algunos hoyos y desniveles.
Al lugar llegan excursionistas en vehículos, grupos de ciclistas y otros haciendo senderismo. También arriban personas en motores, aunque en menor cantidad. Se puede permanecer por más de un día en casas de campaña para una experiencia más extrema, pero se tiene que tener un permiso del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales y observar las reglas establecidas para proteger el área.
Arribar a la zona no es tan difícil, solo un poquito incómodo porque la carretera no está en buen estado en algunos puntos, pero cuando ya se está ahí, el encanto que posee el parque hace olvidar las pequeñas dificultades experimentadas en el trayecto y, de inmediato, se conecta con un ambiente que es totalmente natural. Además, el deleite de mirar el paisaje no permite percibir las molestias.
Respirar el aire puro y frío de la zona revitaliza a los excursionistas que abren sus brazos para sentirlo de manera más intensa.
Ir a primeras horas de la mañana es lo más recomendable para poder disfrutar de la neblina que suele haber a esa hora y las escarchas que caen en las plantas desde la madrugada. Usar ropa abrigada es muy importante, sobre todo si se acampa, pues las temperaturas bajan mucho en la madrugada. También hay que llevar alimentos, porque en la zona no hay ningún tipo de negocios.
Quienes gustan hacer turismo de aventura tipo rally o simplemente dar ruedas en vehículos 4×4 utilizan este trayecto para cruzar o bajar al pueblo de Constanza y seguir hacia Jarabacoa, provincia La Vega.
El descenso de la temperatura, que suele oscilar entre los 5, 7 y 11 grados en las madrugadas, provoca que se produzcan escharchas sobre las plantas más pequeñas y una densa neblina en las primeras horas de la mañana.
Esto permite que se disfrute un friito, que se ha convertido en un motivo para acudir a este destino turístico.
En la zona está una casona que alberga el Centro de Investigación Científica del Ministerio de Medio Ambiente y otras viviendas más pequeñas.
La casa principal acoge a cuatros guardas que están encargados de cuidar el área. Ahí viven y rotan cada semana.
Esta vivienda está detrás de la pirámide y a 15 minutos caminando hay un arroyuelo, cuyas aguas, a veces, se congelan.
Un té caliente en el camino
Durante el recorrido para llegar a Valle Nuevo, se encuentran varios negocitos que venden té caliente. Tomarse la bebida en medio de la neblina que hay en las primeras horas del día es como una tradición de los visitantes. También reconforta y calienta el cuerpo.
- El té suele ser de genribre, manzanilla, canelilla o una combinación de las dos últimas especies. Un vaso plástico cuesta RD$10. Además, venden café y galletitas. La venta de fresas también es común en el trayecto.
- Es normal observar a vehículos parados en estos tarantines que venden la caliente bebida. También se observan personas calentarse las manos con bocanas de aire, para luego acomodarse los abrigos y bufandas y luego observar el horizonte con admiración.
Origen de la Pirámide
El monumento, cuyo nombre es Pirámide Ciclópea, consta de cuatro estructuras (cuatriseccionada) hechas de bloques de piedras en forma de conos.
La Pirámide fue edificada por el arquitecto ingeniero Julio Hernández Santelises. La estructura forma dentro una cruz y sus dimensiones miden lo mismo en todas sus partes. Se dice que fue esculpida por artesanos españoles como muestra de gratitud al concluir la construcción de la carretera San José de Ocoa-Constanza en 1958, año de su inauguración, de acuerdo al historiador Constancio Cassá en su libro Valle Nuevo: El parque Juan B Pérez Rancier y su Altiplano.
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El Parque Valle Nuevo fue declarado reserva científica en 1983 y Parque Nacional en 1996. Permanece abierto las 24 horas.
Es de suma importancia para el país debido a que en él nacen decenas de ríos, entre los más importantes están Nizao, Yuna, Blanco, Ocoa, Las Cuevas, Río Grande, Tireo y Constanza.
En la región del parque se han reportado 66 especies de aves, 48 especies de mariposas, 29 de réptiles y 17 de anfibios.
“Entre los mamíferos destaca la presencia de la Jutía o Hutía (Plagiodontia aedium) y el Solenodonte (Solenodon paradoxus), dos especies consideradas bajo amenaza de extinción”.
En cuanto a la flora, las comunidades relacionadas con el parque hacen uso de 157 especies de su flora; 31 comestibles; 111 medicinales; ornamental, 20; de construcción 13; lena, siete; aromáticas, seis y dos para ebanistería.
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No fumar
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No se permite el uso de armas de cualquier índole
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No dejar basura
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No alimentar a los animales
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No pintar rocas, plantas o estructuras
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Caminar con cuidado
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Respetar a los guías y guardabosques
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No extraer plantas
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No llevarse animales
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No está permitido hacer ruidos