El aplazamiento de las elecciones en Senegal abre una nueva crisis de incertidumbre e indignación

El aplazamiento de las elecciones en Senegal abre una nueva crisis de incertidumbre e indignación

El Parlamento de Senegal aprobó este lunes por la noche retrasar las elecciones presidenciales, que estaban previstas para el próximo 25 de febrero, hasta el 15 de diciembre de 2024, dando así su aval al aplazamiento electoral que decretó el pasado sábado el presidente del país, Macky Sall, quien no se presenta a los comicios, pero prolonga 10 meses su mandato. La sesión estuvo plagada de incidentes y concluyó con la evacuación del hemiciclo, por parte de miembros de la Gendarmería, de un grupo de diputados de la oposición que se oponía a este retraso y trataba de impedir la votación. El Gobierno ha cortado la conexión a internet móvil en todo el país y ha retirado la licencia a una televisión privada en un nuevo recorte de libertades que intenta aplacar la ola de protestas que comenzó el domingo.

El aplazamiento de las elecciones presidenciales, un hecho inédito, ha extendido no solo la indignación sino la incertidumbre en Senegal, un país prioritario para España dentro de África occidental, tanto en materia de cooperación al desarrollo como de control migratorio. Sus costas son uno de los puntos de salida más importante de cayucos hacia Canarias. La inestabilidad política y social, que alcanzó su clímax el pasado mes de junio con la detención de Sonko, ha contribuido a aumentar la cantidad de jóvenes que se aventuran en la emigración irregular. En 2023, 39.910 personas lograron llegar al Archipiélago desde la costa africana, muchos de ellos senegaleses que habían zarpado desde su país. Según el Instituto Nacional de Estadística, en España había 83.260 senegaleses registrados en 2022.

La sesión parlamentaria de este lunes, retransmitida en directo por distintos medios, se prolongó durante toda la jornada en medio de una gran tensión. El diputado opositor Guy Marius Sagna, de la coalición Yewwi Askan Wi, acusó al presidente Sall de maniobrar para lograr un tercer mandato y exigió la celebración de elecciones en el plazo previsto inicialmente. Tras intentar retrasar la votación, él y otros miembros de su grupo político subieron al estrado para impedirlo, lo que provocó que el presidente del Parlamento, Amadou Mame Diop, llamara a los agentes para desalojarlos por la fuerza.

Brecha en la clase política

La sesión también mostró la profunda división de la clase política senegalesa. Por un lado, los diputados de Yewwi Askan Wi, que sostienen al líder opositor Ousmane Sonko, encarcelado desde el pasado verano, que están convencidos de que su candidato alternativo, Bassirou Diomaye Faye, hubiera ganado las elecciones este mes y que denuncian lo que denominan “golpe de Estado constitucional” del presidente Sall. Por el otro, la coalición gubernamental Benno Bokk Yakaar, que se ha unido al opositor Partido Democrático Senegalés (PDS) de Karim Wade para tratar de cortar el paso al ascenso de lo que denominan “la oposición radical”.

La disputa entre ambos bandos gira en torno a la lista de 20 candidatos aprobada por el Tribunal Constitucional el pasado 20 de enero. Además de Sonko, cuya exclusión se daba por hecho debido a las dos condenas por las que está encarcelado, la candidatura de Wade también fue anulada porque tenía la doble nacionalidad franco-senegalesa en el momento de presentar su dosier, circunstancia prohibida en la Constitución. Todo ello hacía presagiar un duelo entre Bassirou Diomaye Faye, delfín del popular Sonko que cuenta con un enorme respaldo ciudadano, sobre todo entre los jóvenes, y el candidato gubernamental, el actual primer ministro Amadou Ba, considerado un tecnócrata con poco carisma y debilitado por divisiones internas. El temor a perder se había extendido en el entorno del Gobierno.

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En protesta por su exclusión, el partido de Wade propuso la semana pasada investigar a los jueces del Constitucional en el Parlamento por presuntas irregularidades en la proclamación de candidaturas, iniciativa que fue aprobada gracias a los votos de la mayoría presidencial. Este conflicto entre la Asamblea Nacional y el alto tribunal fue la causa esgrimida por Sall para decretar el aplazamiento electoral pocas horas antes del comienzo de la campaña, lo que le permitirá seguir como presidente diez meses más de lo previsto. La reacción de la calle no se hizo esperar y el domingo surgieron los primeros incidentes en Dakar y otras ciudades, aunque de momento no han alcanzado la intensidad de las protestas del pasado mes de junio.

La prolongación del mandato de Macky Sall ha generado una gran reacción de rechazo en buena parte de Senegal, desde grupos de la sociedad civil hasta magistrados, políticos y periodistas, y ha sembrado la inquietud en la comunidad internacional. El hasta ahora secretario general del Gobierno, Abdou Latif Coulibaly, presentó su inmediata dimisión. El cantante Youssou Ndour, indefectible apoyo de Sall en los últimos años, usó su cuenta de Twitter para expresar su rechazo al aplazamiento electoral, mientras que Aminata Touré, ex primera ministra y colaboradora del presidente hasta hace unos años, le acusó de organizar una “mascarada” y de protagonizar “un golpe de Estado constitucional”. La misión de observación electoral de la Unión Europea, que ya se había comenzado a desplegar, hizo un llamamiento a la celebración de unas elecciones “transparentes, inclusivas y creíbles” en el más breve plazo.

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