Blinken busca una tregua en el momento más “peligroso” de la crisis en Oriente Próximo
Cuando el conflicto en Oriente Próximo se encuentra en su momento más peligroso en cinco décadas y Washington advierte de que continuará sus ataques de represalia contra milicias proiraníes en la región, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ha comenzado una nueva gira para buscar una pausa en los bombardeos en Gaza y hablar del día después de la guerra. El jefe de la diplomacia estadounidense ha llegado este lunes a Arabia Saudí en una visita que le llevará también a Egipto, Qatar, Israel y Cisjordania para presionar en favor de un acuerdo entre Hamás e Israel para intercambiar un centenar de rehenes retenidos en Gaza por la excarcelación de numerosos presos palestinos y una tregua de al menos seis semanas. La esperanza de la Administración Biden es que ese parón en las hostilidades pudiera llevar a un alto el fuego definitivo.
“No es ninguna coincidencia que vayamos a los tres países que están implicados en esas conversaciones: Egipto, Qatar e Israel”, si bien “es imposible saber si conseguiremos algún avance, y cuándo lo conseguiremos”, aseguraba un alto cargo del Departamento de Estado antes de la llegada de Blinken a Riad.
Es la quinta visita de Blinken a la zona desde que comenzó el conflicto entre Israel y Hamás el 7 de octubre. Y llega en lo que él mismo ha descrito como el momento más “peligroso” en medio siglo en Oriente Próximo, desde la guerra del Yom Kippur entre los países árabes e Israel en 1973. El conflicto se ha extendido y Estados Unidos se encuentra inmerso en operaciones de represalia contra las milicias proiraníes que atacan sus posiciones en Irak y Siria, y contra los rebeldes hutíes en Yemen que hostigan a los barcos que pasan por el mar Rojo. En otro gesto diplomático, el enviado estadounidense para Yemen, Tim Lenderkin, viaja esta semana al Golfo para tratar con los países de la zona sobre la “necesidad urgente de reducir las tensiones regionales”, que han aumentado este lunes con la muerte en Siria por un dron de seis combatientes aliados de Washington en un centro de entrenamiento. La Resistencia Islámica de Irak, una denominación genérica que agrupa a distintas facciones armadas apoyadas por Teherán, ha reivindicado el ataque y las Fuerzas Democráticas Sirias (las milicias kurdo-árabes que vencieron al califato del ISIS de mano de Estados Unidos) ya han defendido su “derecho a responder”.
El consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, ha asegurado que las decenas de ataques del sábado de las fuerzas estadounidenses contra instalaciones de esas milicias en Irak y Siria ―como respuesta al ataque de un dron enemigo que mató a tres soldados de Estados Unidos en Jordania― solo representan la primera ronda. Allí, y también contra los hutíes en Yemen, donde este fin de semana, las fuerzas estadounidenses lanzaron una nueva ronda de bombardeos para eliminar radares y arsenales de misiles de este grupo rebelde.
Washington, sostiene Sullivan, responderá si resulta atacado, pero no desea una escalada de la guerra ni un conflicto directo con Irán, que no beneficiaría a ninguno de los dos gobiernos y podría desencadenar consecuencias impredecibles. No considera que los bombardeos del fin de semana vayan a agravar la crisis.
Es otra de las ideas que Blinken quiere comunicar a sus interlocutores. “Queremos enviar un mensaje directo a los países de la zona de que Estados Unidos no quiere ver escalar el conflicto” y “no va a dar pasos para escalar el conflicto”, según el alto funcionario que acompaña al secretario de Estado.
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Entre otras cosas, Estados Unidos ha evitado hasta el momento atacar objetivos en territorio iraní. Legisladores de la oposición republicana se lo exigen a la Administración del presidente Biden. La Casa Blanca se resiste, al considerar que arrastraría de modo inevitable a Teherán a una escalada. En sus declaraciones el domingo a la cadena de televisión CNN, Sullivan evitó pronunciarse acerca de la posibilidad de dar un paso así en el futuro.
A su llegada a Riad, Blinken se reunió este lunes durante dos horas con el príncipe heredero saudí y líder de hecho del país, Mohamed Bin Salmán, sin que hasta el momento el Departamento de Estado haya aportado detalles sobre el transcurso de la conversación. Estados Unidos trata de mediar en una normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí como uno de los grandes pilares de la arquitectura geoestratégica en Oriente Próximo para el día después de la guerra entre Israel y Hamás. Otra de las piezas es la aplicación, 30 años después de convertirse en política oficial estadounidense, de la solución de dos Estados: Israel y la creación de uno palestino.
Paso adelante
El establecimiento de la tregua humanitaria a cambio del intercambio de rehenes representaría un importante paso adelante en las negociaciones hacia la normalización entre Israel y Arabia Saudí. Un diálogo que quedó interrumpido tras el 7 de octubre, pero ha vuelto a recuperar impulso en las últimas semanas. Para Israel, es el gran objetivo, la joya de la corona en sus pactos diplomáticos con países árabes conocidos como los Acuerdos de Abraham”. Como custodio de los lugares santos islámicos, Riad es el líder espiritual del mundo musulmán. También el gran motor económico árabe, que comparte con Israel la visión de Irán como rival regional.
El mes pasado, Blinken aseguró en una intervención en el Foro Económico Mundial en Davos que se perfila una “nueva ecuación” en Oriente Próximo, en la que los países árabes están dispuestos a integrar a Israel, siempre y cuando se establezca una vía para el establecimiento de un Estado palestino. El Gobierno de Benjamín Netanyahu se opone tajantemente e insiste en que debe mantener el control sobre la seguridad de todo el territorio entre el río Jordán y el mar Mediterráneo.
Parte de las conversaciones del secretario de Estado durante su gira se dedicarán, precisamente, a pergeñar qué fundamentos podría tener ese futuro Estado; cómo reformar la Autoridad Palestina de modo que pueda, más adelante, volver a gobernar Gaza; y qué garantías de seguridad recibiría Israel. “Si logramos una pausa humanitaria, estaremos en posición de movernos lo más rápidamente posible en las distintas piezas [del puzzle] de la reconstrucción de Gaza, la reforma de la Autoridad Palestina, Gobierno de Gaza, los dos Estados, la normalización… Algunas son, evidentemente, bastante complicadas y difíciles”, señala el alto cargo del Departamento de Estado.
Blinken inicia la gira cuando aún se escucha el eco de la bofetada dialéctica a Biden del ministro israelí de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben Gvir. En una entrevista con el diario The Wall Street Journal, publicada el pasado domingo, Ben Gvir aseguró que el presidente demócrata ―que viene apoyando la invasión de Gaza con armamento, su veto en Naciones Unidas y un paquete económico― “está ocupado dando ayuda humanitaria y combustible [a Gaza], que va a Hamás”. “Si [Donald] Trump estuviese en el poder, la conducta de Estados Unidos sería completamente diferente”, señaló.
La oposición israelí salió en tromba a criticar las declaraciones, mientras que Netanyahu aprovechó la polémica para ponerse el traje de líder responsable que solo piensa en lo mejor para su país. “Hay quienes dicen ‘sí’ a todo allí donde deberían decir ‘no’. Reciben el aplauso de la comunidad internacional, pero ponen en peligro nuestra seguridad nacional. Y hay quienes dicen ‘no’ a todo, reciben aplausos en casa, pero también ellos ponen en peligro nuestros intereses vitales”, dijo ese mismo día, al inicio de la reunión semanal del consejo de ministros.
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