Lecciones en tiempos de crisis
Dice la Biblia en boca de Salomón que el hombre tiene todos los tiempos.
Hay tiempo de reír y llorar; tiempo de sembrar y cosechar; tiempo de vivir y de morir. La constante es el cambio. Es difícil que hayas sobrepasado el umbral de los 30 años sin haber experimentado pruebas y situaciones difíciles en el plano laboral, personal o financiero… y luego te recuperas.
Asumiendo lo anterior, ¿estás preparada para enfrentar la crisis, mantener tu cabeza sobre el agua en lo que pasa la tormenta?
De la sabiduría de mi madre, que nunca estudió economía pero que tiene una maestría en vida diaria, aprendí estos valiosos consejos para tiempos de dificultad y que con gusto comparto, con la dispensa de los «verdaderos entendidos» en la materia.
1. Sigue dando
Alguno preguntará… ¿dar cuando no se tiene o se tiene poco? La respuesta es Sí, cien veces sí. Si hay algo en lo que creo es en la reciprocidad y he visto sus efectos con mis propios ojos tantas veces que no puedo contarlas.
Da… de tu tiempo, de tus afectos, de tu apoyo.
Comparte tu pan con los necesitados, participa en actividades sociales, conviértete en voluntario.
Créeme, cuando piensas que lo estás pasando mal es el tiempo de hacer un inventario de lo que tienes. Cuando llegues a 100 razones por las que ser agradecido, para y comienza a dar.
Con mi mamá aprendí que cuando ella se desprendía de sus últimos cien pesos para ayudar a alguien, antes que terminara el día había recibido alguna bendición que multiplicaba mil veces lo que había dado.
Comienza a dar y no pares. No cierres el círculo.
2. Sé prudente en el gasto en tiempos de bonanza y tendrás para los tiempos de crisis
Esa es la versión materna de «guarda pan para mayo». En los tiempos de abundancia no lo tires todo para arriba; disfruta el momento y guarda.
Haz del ahorro un estilo de vida y un ejemplo para tus hijos. Los tiempos malos llegan solos y se acomodan como un primo que vino del campo… sin fecha de irse.
No estoy diciendo que si te entra una «brisita» no te des un gusto, es que seas prudente en el gasto y sabio en la inversión.
¿Tienes para cambiar el carro? Felicidades, pero antes de decidir entre el color de la carrocería o el interior de «leather», piensa también en si tendría buena salida si te ves en la necesidad de venderlo y en el consumo de gasolina, para que no se convierta en un dolor de cabeza.
3. Cuida tu crédito
No sé cuantas veces escuché de mi madre y mi abuela decir que el pobre solo tiene su crédito y su buen nombre. Si tenías tres tarjetas antes de la crisis, salda como puedas y entrega dos. No compres lo que no necesites aunque te lo regalen y prioriza el gasto.
Si ya tienes compromisos y deudas importantes, acércate a la institución y negocia. Da la cara. Ellos prefieren tenerte a perderte como cliente y, aunque resulte difícil de creer, al banco no le interesa quedarse con tu casa, quiere que se la pagues tres veces y luego vuelvas a tomar otro préstamo para remodelarla.
De eso es que viven.
Por último, arrópate hasta donde llegue la sábana y no intentes vivir la vida de Kim Kardashian.
No vale la pena y, además, es plástica, costosa y aburrida.
La crisis es una profesora implacable… acomódate en el pupitre sin quejarte y aprende la lección.
Gracias mami. Hace años debieron otorgarte el Nobel de Economía.