Medios oficialistas rusos aseguran que la investigación contra Prigozhin continúa pese al pacto con el Kremlin
El pacto para poner fin a la asonada de Wagner en Rusia no se ha cumplido. Al menos hasta el momento. La rebelión del líder de la compañía de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, finalizó en la tarde del sábado tras un acuerdo con el Kremlin: las columnas de vehículos militares y blindados paramilitares debían detener su camino a Moscú y volver a sus bases. A cambio, el Gobierno ruso se comprometió a garantizar la inmunidad de Prigozhin y sus hombres. Sin embargo, las tres agencias oficialistas —TASS, RIA e Interfax— y el principal periódico del país, Kommersant, han asegurado este lunes que el caso abierto contra el líder de Wagner por el motín no se ha cerrado. Los cargos a los que se enfrenta podrían acarrearle una pena de 12 a 20 años.
El acuerdo, en el que actuó como mediador el presidente de Bielorrusia y principal aliado de Vladímir Putin en Ucrania, Alexander Lukashenko, contemplaba que Prigozhin abandonaría el país para instalarse en Bielorrusia. A cambio, el caso por traición abierto contra el líder de Wagner, se archivaría. Sin embargo, según la prensa oficialista, el FSB, el servicio de seguridad ruso heredero del KGB soviético, sigue adelante con su investigación. “La causa criminal contra Prigozhin no se ha archivado”, ha asegurado la agencia oficial TASS citando una fuente de la Fiscalía. “La investigación sigue en marcha”, ha añadido.
La rebelión de Wagner ha marcado un antes y después en Rusia. El terremoto político provocado este fin de semana por el jefe de la compañía de mercenarios ha situado al propio Vladímir Putin en el disparadero en plena guerra. Ni en el frente ni en los platós de la propaganda rusa comprenden el indulto —posiblemente temporal— para quien era conocido como el chef de Putin, y su gran rival, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, solo se ha atrevido a reaparecer públicamente tres días después de que Wagner se alzase en armas contra él.
El supuesto indulto de Prigozhin y los suyos ha causado indignación entre los medios más afines al Kremlin. En el principal canal de la televisión pública, Rossiya 1, el presentador Dmitri Kiseliov subrayó este domingo que “la traición durante la guerra es un crimen grave”, mientras que un influyente diputado y miembro del comité de defensa de la Duma Estatal, el general Andréi Guruliov, iba más allá. “Hoy, más allá de lo que se pueda decir, solo una bala en la frente es la salvación de Prigozhin y Utkin [el primer comandante de Wagner]”.
Putin se enfrenta ahora al monstruo que creó hace años su ejército para intervenir en Siria y Donbás sin reconocer que el Kremlin estaba detrás de aquellas operaciones. Las compañías de mercenarios están prohibidas por ley en Rusia, pero Moscú miró a otro lado con Wagner desde 2014. Ahora, sus diputados tratan de cuadrar el círculo y castigar a esa contrata de soldados de fortuna sin debilitar el frente ucranio.
“Rusia necesita una ley para regular las compañías de mercenarios”, afirmó este domingo otro diputado militar, el general Andréi Kartapolov. El político anunció que el parlamento tramitará un proyecto de ley que permita controlar a la dirección de estas empresas sin prohibirlas porque son necesarias para la invasión. “Nuestro país nunca volverá a ser el mismo. La columna de wagnerianos no se movió por el asfalto, se movió a través de los corazones y dividió la sociedad por la mitad”, escribía en su perfil personal el comandante Alexánder Jodakovski, uno de los líderes de los separatistas de Donbás en 2014.
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“Todo pendió de un hilo muy fino”, agregaba el militar. “Los que sostienen el frente han sido apuñalados por la espalda. Aquellos cuyas vidas dependen de mantener el frente vivieron ayer las horas más oscuras”, añadía Jodakovski antes de recalcar cómo el populismo de Prigozhin ha dejado un poso muy profundo entre los rusos que recelan de Putin y su camarilla: “Millones de personas jamás podrán mirar a los ojos sin juzgar a los que aplaudieron cuando veían caer los helicópteros derribados por nuestros combatientes”.
Calma entre la población
No obstante, lejos de las conspiraciones tras los muros del Kremlin, la situación en la calle ha vuelto a una aparente normalidad. Los puntos de control de la capital rusa han sido levantados y la gente regresa al trabajo este lunes como si no hubiera pasado nada. “El Servicio Federal de Seguridad ruso [FSB] cancela el régimen de alerta antiterrorista decretado en Moscú a partir de las 9.00 horas de este 26 de junio”, ha anunciado el espionaje ruso. Las autoridades de la región de Vorónezh también han tomado la misma decisión apenas dos días después de que las columnas de Wagner derribasen allí los helicópteros que trataban de impedir su avance hacia Moscú.
“La situación está tranquila”, dice Andréi, el conductor que acerca a este diario desde la ciudad fronteriza de Ivangórod a San Petersburgo. En el borde con Estonia reinaba la calma la tarde del domingo. La única cola de la aduana era la formada en el paso hacia Rusia, compuesta por decenas de ciudadanos que habían cruzado el fin de semana a la Unión Europea para hacer turismo y compras y apuraban las últimas horas del domingo. Pasar aquel Telón de Acero solo tomó unos pocos minutos.
En la capital, Moscú, ya habían levantado los puntos de control este lunes por la mañana. Si el sábado había “soldados con armas largas en las carreteras de entrada a la ciudad”, como describía a este periódico un expatriado europeo que se dirigía a su casa de campo con su familia para evitar problemas, este lunes las fuerzas armadas brillaban por su ausencia incluso en las estaciones de tren. Ni en la principal de San Petersburgo, ni en la plaza de las tres estaciones de Moscú, la conocida plaza de Komsomólskaya, había una sola patrulla militar. Solo las constantes rondas de policías a las que se han habituado los ciudadanos en los últimos años de Putinismo.
Muchos conocidos han preferido trabajar desde casa pese a que todos coinciden en que “ya está todo tranquilo”. El alcalde de Moscú decretó el sábado que este lunes sería día de vacaciones. Pese a ello, por el enorme metro moscovita caminaba la habitual marabunta humana a primera hora de la mañana. Muchos de ellos regresaron de sus dachas —la típica casa de campo rusa— tras un fin de semana pendientes de las noticias. “Me quedé en casa. Estaba preocupada por las informaciones tan contradictorias que llegaban, no entendía nada, qué podía pasar próximamente”, cuenta a este periódico Lina, recién llegada a Moscú desde Siberia para buscar trabajo. “Puede ser peligroso, pero no me es posible irme”.
La principal prioridad de Moscú ahora es tranquilizar a sus ciudadanos. El Ministerio de Defensa ha publicado este lunes un vídeo de la supuesta visita de Serguéi Shoigú a un puesto de avanzada del Grupo Occidental de sus fuerzas armadas en la invasión de Ucrania. En las imágenes no aparecen soldados y apenas cuatro oficiales acompañan al ministro en su recorrido por las instalaciones. Además, Defensa no especifica qué día tuvo lugar aquella visita.
Algunos conocidos blogueros proguerra rusos han denunciado que el vídeo fue grabado antes de que se produjera la rebelión de Wagner. El canal de Telegram Rybard ha revelado que sus fuentes en el cuartel general y en el frente reconocen que Shoigú viajó al lugar antes de que Prigozhin tomase Rostov del Don, aunque admite que es “imposible refutar esta teoría” porque “el archivo fue manipulado esta mañana —del lunes— a las 6 en punto, no hay registros anteriores”. Por su parte, el corresponsal proguerra Borís Rozhin señala por sus fuentes que la grabación fue tomada el viernes 23 de junio.
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