Crianza con ternura en lugar de disciplina violenta
«A mí me criaron así y salí bien», es una expresión de uso común en la cultura dominicana, que constata la normalización de la violencia como instrumento disciplinario en gran parte de la población del país. De hecho, los últimos datos disponibles en la encuesta ENHOGAR-MICS 2019 señalan que el 63.5 % de los niños entre 1 y 14 años había experimentado métodos disciplinarios de este tipo.
Si bien es cierto que criar es uno de los trabajos más agotadores que existen, nada justifica el uso de la violencia como estrategia o método para «moldear» a los hijos. Es por ello que desde World Vision promueven «Crianza con ternura», un plan de desarrollo integral de la niñez que busca que los menores puedan crecer en un ambiente pleno de amor incondicional y cero violencia.
Según refieren desde la organización en un comunicado, los hallazgos demuestran que las madres y los padres dominicanos cargan con heridas generacionales que «secuestran» su capacidad de educar con amor. Estas heridas son las mismas que pueden traspasar a sus descendientes si continúan implementando métodos de violencia disciplinaria.
«La capacidad de los padres para tomar conciencia de su propia historia de vida y reconocer sus propios eventos traumáticos es fundamental para interrumpir patrones de maltrato hacia sus hijos. La ternura es la clave ética que previene el uso de la violencia en todas sus formas», explica Anna Christine Grelert, asesora regional de niñez en desarrollo de World Vision.
Sobre el programa
«Bálsamo de ternura» y «Escuela de ternura» son pilares del proyecto que World Vision ha logrado instaurar en 17 comunidades dominicanas a través de los 333,186 niños que han sido declarados como «tiernamente protegidos» en los informes del proyecto. El enfoque del programa es fruto de la investigación y experiencia en el trabajo con la infancia vulnerable en toda América Latina y el Caribe.
El concepto de ternura que proponen desde la organización tiene más que ver con una crianza empática que no debe entenderse como sinónimo de crianza permisiva o que traspase los límites sanos de convivencia. Implica una mirada sensible y cariñosa para entender las perspectivas, emociones y necesidades de los niños para responder a ellas de manera adecuada.
Los multiplicadores de «Crianza con ternura» llevan el mensaje de dignificación, serenidad y fuerza interior a las comunidades intervenidas. Los cuidadores primarios son invitados a relacionarse desde el discurso amable, el trato afable y las sonrisas; los educadores son motivados para crear un ambiente de confianza y seguridad en el aula.
El maltrato infantil, muchas veces legitimado desde los patrones tradicionales de crianza, también sigue siendo una de las grandes preocupaciones de las instituciones gubernamentales que velan por el bienestar de este segmento de la población en el país.
La colaboración de todos los sectores es necesaria para erradicar estas prácticas de disciplina parental/educativa desde el corazón de las comunidades, trabajando frente a frente con las personas que tienen contacto diario y directo con los niños.
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