Sánchez busca convencer a Xi de que cualquier plan de paz en Ucrania debe pasar por Zelenski
La visita es muy delicada, incluso con un cierto riesgo porque China está en una posición sobre la guerra de Ucrania muy alejada de la europea y muy cercana a Moscú. Y la diferencia de tamaño e influencia entre China y España es enorme, por lo que siempre existe la tentación de que el grande use al pequeño. Pero Pedro Sánchez parece seguro de que el encuentro que tendrá este viernes con Xi Jinping, el todopoderoso presidente del gigante asiático, es una gran oportunidad para tratar de arrastrarlo hacia posiciones más cercanas a las europeas y sobre todo para convencerle de un elemento clave: que cualquier plan de paz que se promueva para Ucrania ―los chinos han puesto uno encima de la mesa en el reciente viaje de Xi a Moscú― debe contar con el respaldo expreso de Volodímir Zelenski y los ucranios o no servirá para nada.
“Hay mucha expectación, creemos que es muy importante esta cita con Xi. La relevancia internacional de España no cae del cielo, la hemos trabajado mucho”, señalaba en el avión camino de China el propio Sánchez. El presidente también confía en que Xi le garantizará que no tiene ninguna intención de enviar armas a Putin, algo que supondría una escalada decisiva, y espera confirmar que el líder chino sigue rechazando de manera rotunda el uso de armas nucleares en este conflicto.
Otras fuentes del Gobierno se muestran también esperanzadas porque aunque creen que parece evidente que Xi fue a Moscú para respaldar a Vladímir Putin y dejar claro que China no permitirá que caiga, también consideran que la decisión de Pekín de abandonar el aislamiento de la etapa de covid cero para invitar a líderes como Sánchez y otros europeos prueban que el gigante asiático está incómodo con la guerra de Ucrania y quiere volver a un mundo más estable donde hacer negocios y a una relación mejor con la UE.
En este contexto, España siempre va a estar más cerca de EE UU que de China, y de hecho Washington fue informada por los españoles del viaje a Pekín, pero en La Moncloa consideran muy importante que España tenga su propia voz y Sánchez escuche directamente de Xi cuál es su plan y el líder chino pueda recibir de primera mano las propuestas europeas. “España es un país muy alineado con las posiciones de la UE, no vamos a tener ningún problema ahí”, señala Sánchez después de las críticas a viajes anteriores, en especial el del alemán Olaf Scholz, a quien se le reprochó tibieza hacia Pekín. España ve a Rusia ya casi como un “vasallo” de China, y por eso en La Moncloa creen que la posición de Xi es decisiva para buscar una salida a la guerra.
También consideran que el plan
Sánchez llegó el jueves por la noche a Pekín tras su paso fugaz por el Foro económico de Boao, el llamado Davos chino, para encontrarse este viernes no solo con Xi, momento cumbre de la visita, sino también con el primer ministro Li Qiang, y el presidente de la Asamblea Popular Nacional china, Zhao Leji. El epicentro de toda esta actividad política es el Gran Salón del Pueblo, un enorme edificio reservado para las grandes ceremonias políticas y los encuentros de alto nivel ubicado en un lateral de la histórica plaza de Tiananmen. Sánchez aprovechará la visita para verse también con empresarios españoles afincados en China y con un grupo de turoperadores locales con el que intentará reactivar el turismo chino en España, antes muy activo y en los últimos años paralizado por la pandemia.
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La cita con Xi está prevista a las 16.00 (las 10.00 en horario peninsular español) y Sánchez llega al cara a cara con una de las figuras más poderosas del globo con varios objetivos: en clave interna, busca relanzar las relaciones bilaterales con el gigante asiático, atascadas tras tres años de congelación pandémica; en clave europea, a punto de que España tome el testigo de la presidencia rotatoria de la UE en julio de este año, pretende trasladar a Pekín la visión que Madrid quiere dar a ese liderazgo, y escuchar las expectativas de la República Popular en su relación con Bruselas, que vive una fase de desamor en los últimos años. Y en clave internacional y geopolítica, la idea es meterse en faena y hablar de lo que realmente preocupa en el tablero mundial: la invasión rusa de Ucrania.
Sobre la guerra, Madrid pretende desplegar la visión europea, y también la de Kiev —que Sánchez tiene “fresca”, tras una visita a la capital ucrania y un encuentro con su presidente, Volodímir Zelenski, hace poco más de un mes—. Quiere, además, conocer con detalle los planes de China para poner fin al conflicto, después de que el Ejecutivo de la potencia asiática colocara sobre la mesa un documento de “posición” con 12 puntos para lograr un “acuerdo político” a la “crisis” (Pekín no lo llama “plan de paz” igual que se resiste a denominar a la guerra de Ucrania “guerra”).
Sánchez será el primer líder occidental en discutir cara a cara con el dirigente chino sobre el conflicto que asola Europa tras la reciente visita de Xi a Moscú, la semana pasada, en la que ha reimpulsado sus lazos con el presidente ruso, Vladímir Putin, en un recordatorio necesario de su calculada equidistancia escorada hacia Rusia.
Aunque Washington y Bruselas han acogido con escepticismo un documento que no distingue entre agresor y agredido, y elaborado por un país (China) que tampoco ha condenado la invasión, Sánchez quiere escuchar de primera mano las ideas de Xi y discutirlas, aunque siempre con la idea de defender la posición de Zelenski, al que Sánchez apoya de manera rotunda, como los demás líderes europeos.
Tras el viaje de Sánchez arranca un carrusel de visitas de líderes europeos a Pekín, en una ofensiva de acercamiento del Viejo Continente a la República Popular: la próxima semana aterrizarán el presidente francés, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Poco después tiene previsto hacerlo Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea. Desde el Gobierno aseguran que la posición española se mueve al compás de la europea.
Para España, la cita es relevante también en clave interna para limar asperezas que tienen que ver con el acceso de las empresas españolas al gran mercado potencial del gigante asiático o la regulación de aspectos fitosanitarios que ejercen de barrera para las exportaciones españolas. Sánchez también busca potenciales acuerdos de inversión de empresas chinas en España para sectores como el del vehículo eléctrico, en el que China se ha convertido en una potencia, y tratar el tema de las tierras raras, recurso necesario en la producción de baterías. En su discurso en Hainan, Sánchez lo dejó claro: pedirá a Xi que abra China a las inversiones europeas si no quiere que la UE se cierre a las inversiones chinas como reacción al proteccionismo de Pekín. “Debemos abrir el Este [China] para que el Oeste [la UE] no tenga que cerrarse en sí mismo”, resumió.
Sánchez no habló de “derechos humanos”, y no es previsible que lo haga ante Xi, a pesar de la dureza del régimen con cualquier tipo de oposición o protesta interna, pero sí insistió, y seguramente lo volverá hacer ante el presindente chino, en que Europa “defenderá sus valores”.
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