Agua y fuegos
En 1986, don Enrique Armenteros Rius publicó “La reforestación, una misión impostergable”.
Treinta y siete años después las tesis que sostenía este ambientalista (antes de que se utilizara la palabra, él ya lo era) resuenan en la conciencia de todos los dominicanos. Sostenía don Enrique, en un artículo publicado en 2016 en este diario, que la única manera de combatir la sequía era tomarse la reforestación como lo que era: la única solución posible para no perder producción de agua y frenar la erosión.
El incendio provocado por un agricultor dentro del parque de Valle Nuevo, el desmonte en lomas de Constanza para agricultura en laderas inapropiadas, la sedimentación en las presas, que reducen su capacidad hasta en un 40 %, parecen gritar que no hemos aprendido la lección.
Dejar de deforestar es la mejor reforestación, decía don Enrique. Mientras el sector privado empuja las mejores cifras del crecimiento económico (turismo, zonas francas) hay áreas en que solo la voluntad pública, la decisión política de un gobierno, puede producir el cambio. El medio ambiente es una de ellas.