La protesta contra la reforma judicial en Israel eleva el pulso con un “Día de la resistencia contra la dictadura”
El movimiento de protesta por la reforma judicial en Israel eleva este jueves su pulso al Gobierno con lo que han denominado “Día de la resistencia contra la dictadura”, que incluye acciones en distintos puntos del país, entre las que destaca el corte de carreteras y una concentración en el principal aeropuerto israelí, Ben Gurión, para tratar de impedir que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, vuele a Roma para reunirse con su homóloga italiana, Giorgia Meloni. El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, a cargo de la Policía, ha advertido en una entrevista con el canal 13 de la televisión nacional que no permitirá “a los anarquistas bloquear el aeropuerto”.
Habrá además huelgas parciales, piquetes en las universidades y escraches frente a las casas de miembros del Ejecutivo. Convoyes de coches y de vehículos agrícolas frenarán el tráfico mientras grupos de manifestantes intentarán alterar el funcionamiento habitual del servicio ferroviario. Algunos colectivos, como trabajadores sociales, veteranos del Ejército, abogados o empleados de sectores como la alta tecnología o la sanidad, protagonizarán marchas en distintas localidades. Estas son las acciones anunciadas, ya que los organizadores han adelantado que habrá “muchas sorpresas”.
La marcha principal tendrá lugar en Tel Aviv, epicentro del movimiento de protesta que ha sacado a las calles a cientos de miles de israelíes en los últimos dos meses. El motivo es una propuesta de reforma judicial que debilitaría al Tribunal Supremo y cambiaría en beneficio del Ejecutivo el sistema de elección de sus magistrados. La iniciativa, promovida por el Gobierno de Netanyahu, que juró el cargo el pasado diciembre, fue aprobada la pasada semana en primera lectura en el Parlamento. Aún necesita otras dos. Sus promotores la defienden como una forma de dar más poder a las instituciones democráticamente electas frente a un Supremo al que acusan de intervenir en demasía y con intencionalidad política. Sus detractores ven, en cambio, un intento de laminar la división de poderes por parte del Gobierno más derechista en las siete décadas de historia del país, al estilo de lo sucedido en Polonia y Hungría.
La reforma permitiría al Parlamento anular una decisión del Supremo y convertiría a los asesores legales del Gobierno (hoy cargos profesionales con opiniones vinculantes) en políticos cuya valoración solo sería consultiva. También daría al Ejecutivo en la práctica una mayoría en el comité que nombra a los jueces de la corte y eliminaría una herramienta jurídica que permite al Supremo dejar sin efecto aquellas decisiones o nombramientos políticos que considere “irrazonables”.
El nuevo pulso se produce en medio de la expansión de la protesta al Ejército, la institución mejor valorada con diferencia por los israelíes judíos, en parte por su papel unificador en un país atravesado por numerosas fracturas internas. La última muestra es una carta en la que unos 400 reservistas de la unidad especial Maglan piden al ministro de Defensa, Yoav Gallant, que use su influencia para detener la reforma judicial a fin de “proteger al Estado de Israel”, y advierten de que no se quedarán “de brazos cruzados” si acaba saliendo adelante, porque “cambiaría el rostro del país”.
Borrador de consenso
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Gobierno y oposición no están dialogando formalmente sobre la reforma, porque el primero insiste en hacerlo en paralelo al trámite parlamentario y el segundo exige su paralización para sentarse a la mesa de negociaciones. Sin embargo, el presidente israelí, Isaac Herzog, ha generado un canal alternativo ―compuesto por académicos de distintas tendencias ideológicas― del que ha salido un esbozo de texto de consenso. Según el diario Yediot Aharonot, en la versión remozada, la Knesset (Parlamento) no podría anular las decisiones del Supremo, ni el Gobierno contaría con mayoría automática para elegir los jueces. En cambio, la corte quedaría despojada de la facultad de tumbar leyes básicas (con carácter constitucional en un país sin Constitución) y la herramienta de la “irrazonabilidad” quedaría limitada a decisiones “patentemente absurdas” que no versen sobre “políticas o nombramientos”.
El secretario del Gobierno, Yossi Fuchs, con tareas similares a las de un jefe de gabinete, ha calificado en Twitter la propuesta de “seria” y de “base para la negociación”, con tan solo “algunas lagunas”. Herzog aseguró el pasado lunes que la posibilidad de un acuerdo marco “está más cerca que nunca” gracias a las negociaciones “entre bambalinas”, y glosó en abstracto los beneficios del nuevo texto. Los líderes de la protesta le respondieron, sin embargo, que sus “esfuerzos sinceros están desafortunadamente destinados al fracaso”. “Hasta que no retiren [el Gobierno] su intención de transformar Israel en una dictadura, no detendremos nuestra lucha para preservar Israel como Estado judío y democrático”, sentenciaron.
La polémica parece haber empezado a generar divisiones en el seno del Ejecutivo. La radio pública ha informado de que varios ministros del Likud, el partido de derechas que lidera Netanyahu, le insisten cada vez más para que ordene al titular de Justicia, Yariv Levin, que pise el freno, por el deterioro de imagen que está sufriendo la formación.
El primer ministro (casi) no tiene quien le transporte
El viaje a Italia de Netanyahu este jueves ha venido precedido de una saga que muestra el alcance de la protesta. En los días previos, la aerolínea nacional, El Al, tradicionalmente encargada de los desplazamientos al extranjero de los primeros ministros, no encontró un solo piloto dispuesto a llevar a los Netanyahu (Benjamín y su esposa, Sara), aparentemente por una rebelión soterrada, según medios locales. Normalmente, estos viajes se planifican con semanas de antelación, pero los que se añaden más adelante a la agenda, como este, dependen de que un piloto se presente voluntario a hacerlo fuera de su horario habitual de trabajo.
La oficina del primer ministro abrió la licitación el pasado domingo a otras compañías aéreas nacionales. La ganó El Al y su primera ejecutiva, Dina Ben Tal Ganancia, anunció que el vuelo contará con personal “de acuerdo a los protocolos de la compañía y despegará con normalidad en la fecha prevista”. Netanyahu, sin embargo, no volará (como es habitual y quería) en un Boeing 777, sino en un 737, de los que la aerolínea tiene más en su flota y, por tanto, más pilotos entrenados para pilotarlos. La clase Business del modelo 777 es más grande que la del 737 y cuenta con asientos plenamente reclinables para hacer de cama.
Aunque El Al vinculó el incidente a la falta de pilotos del modelo 777 tras la pandemia, las palabras de Ben Tal Ganancia apuntan en otro sentido: “No echaremos un cable a ningún tipo de boicot, desde luego no contra el primer ministro de Israel […] Es un gran honor para nosotros transportar al primer ministro en los viajes de Estado. Es lo que siempre hemos hecho y lo que haremos en el futuro”.
A esto se suma una publicación en Facebook este jueves de una traductora del hebreo al italiano, Olga Dalia Padua, en el que asegura haber rechazado una oferta para ejercer de traductora de Netanyahu en Roma por considerar su liderazgo “extremadamente peligroso en todo lo referente a la democracia en el Estado de Israel” y, sobre todo, porque -subraya- sus hijos no se lo perdonarían. “Siempre me animan a aceptar trabajos nuevos. Pero en este caso estaban decididos: no cooperamos con quienes promueven principios fascistas y reprimen la libertad […] Decidí escucharlos”, concluye su respuesta a la propuesta, que ha difundido omitiendo la identidad de la destinataria.
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