Los sindicatos intentan bloquear Francia en el mayor desafío a la reforma de las pensiones
Los sindicatos quieren paralizar este martes Francia en protesta por la impopular reforma de las pensiones, el principal proyecto de Emmanuel Macron en su segundo quinquenio en la presidencia de la República. La huelga en los transportes, las refinerías, la educación y la industria metalúrgica, entre otros sectores, y las más 300 manifestaciones por todo el país suponen el mayor desafío a Macron desde que empezaron las protestas en enero.
La novedad de la sexta jornada de movilizaciones es la voluntad de los convocantes de “detener” el país y el anuncio de huelgas ya no solo de un día, sino prolongadas durante más tiempo, en los transportes y la energía. La movilización coincide con el examen de la reforma en el Senado, controlado por la derecha moderada de Los Republicanos (LR), después del agitado paso del texto por la Asamblea Nacional, donde los partidarios de Macron forman el primer bloque en número de diputados, pero carecen de mayoría absoluta.
La jornada de bloqueos es una prueba para Macron y para los sindicatos y los opositores a la reforma. Puede ocurrir que sea un último intento, aparatoso pero infructuoso para frenarla y que no convenza al presidente para que la retire y se acabe aprobando. El otro escenario es que las manifestaciones masivas y el impacto de los bloqueos en la economía y la sociedad le fuercen a retirarla o al menos a corregir sus puntos centrales. Cerca del 70% de franceses se opone a la reforma, según los sondeos.
Algunas acciones sindicales empezaron antes del martes, con reducciones en la producción de electricidad desde el fin de semana y bloqueos de transportistas en carreteras desde el lunes. La huelga afectará al transporte ferroviario: solo funcionará uno de cada cinco trenes de velocidad dentro de Francia y ninguno hacia España. Se prevé que los vuelos desde los aeropuertos franceses se vean reducidos entre un 20 y un 30%. En París y su periferia, la circulación del metro y los trenes de cercanía se reducirá como mínimo a la mitad. Las autoridades han recomendado a los franceses teletrabajar.
El objetivo de los convocantes es superar el número de manifestantes del 31 de enero, cuando salieron a las calles de las ciudades y pueblos de Francia 1,27 millones de personas, según la policía, y 2,5 según los sindicatos.
“Existe un derecho a la huelga, pero emplear palabras como poner de rodillas la economía francesa me parece grave”, dijo el lunes la primera ministra, Élisabeth Borne. Laurent Berger, secretario general del sindicato moderado CFDT, lamentó en France Inter que escasa disponibilidad de Macron para negociar: “El presidente de la República no puede seguir haciendo oídos sordos [al rechazo de la reforma]”.
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Macron justifica el aumento de la edad de jubilación a los 64 años por el envejecimiento de la población y la necesidad de equilibrar las cuentas a medida que haya cada vez menos trabajadores para sufragar las pensiones de más jubilados. Sostiene que trabajar dos años más es la única manera de mantener este pilar del estado del bienestar.
Los detractores de la reforma (los sindicatos, los partidos de izquierda y la extrema derecha) argumentan que es socialmente injusta y que penalizará a las personas que hayan empezado a trabajar más jóvenes, con menores salarios y con empleos que más desgastan físicamente. Sostienen que erosiona el modelo social francés.
El proceso legislativo está siendo complicado. El 18 de febrero venció el plazo para los debates en la Asamblea Nacional sin que hubiese tiempo para proceder a un voto. Ahora la ley ha ido al Senado y, si se aprueba ahí, este deberá pactar un texto conjunto con la Asamblea Nacional que entonces se someterá al voto de ambas cámaras.
El plazo para adoptar la ley es finales de marzo. Si los macronistas no obtienen la mayoría, al Gobierno le queda la opción de imponerla mediante el artículo 49.3 de la Constitución, que permite poner fin a los debates y adoptarla a menos que una moción de censura haga caer el Gobierno. Pero entonces se arriesgará a encender todavía más los ánimos en los sindicatos, la oposición y la calle.
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