Desfile Courrèges en Paris Fashion Week
André Courrèges, el creador de la firma que puso de moda el metalizado y la moda futurista en los años 60, habría estado orgulloso de ver el desfile que creó para su marca el belga Nicolas de Felice, que transformó la epidemia de ansiedad de jóvenes generaciones en un espejo redondo colgado del pecho para simular un agujero.
Fue la pieza más llamativa de esta colección, que siguieron en primera fila famosas como Avril Lavigne, Jemime Kirke, Lisa Rinna y Julia Fox.
El desfile arrancó en mitad de un denso humo que cubría toda la sala. De las sombras salió una modelo con un minivestido negro y la impresión de llevar un agujero en el tórax.
En realidad, se trataba de un espejo redondo que la marca introdujo como collar o accesorio cubriendo el ombligo, pero el efecto logrado era el buscado: una sensación de vacío total.
Se dice que Courrèges fue a la moda lo que Le Corbusier a la arquitectura, y Di Felice demostró que ha sabido retomar las riendas históricas de esta casa, que quiere acercar a un público joven. Para eso, ¿qué mejor que hablarles directamente a ellos?
Las sudaderas se convirtieron en un accesorio estético: transparentes y con mangas como accesorios pues disponen de aperturas en los lados por donde sacar las manos.
Los abrigos largos se transforman en piezas urbanas gracias a las capuchas de sudaderas, mientras que en las prendas los vestidos fluidos, las faldas ajustadas y semitransparentes y las cazadoras tipo motero fueron protagonistas de la pasarela.
Di Felice, criado en un pueblo de los alrededores de Charleroi a donde sus abuelos llegaron como migrantes para trabajar en las minas, creció alejado de las urbes cosmopolitas, pero su forma de ver la moda habla mucho de un modo de vida estrechamente ligado a las grandes ciudades y el uso desaforado de la tecnología.
También habló de ello el elenco de modelos con las que contó, entre ellas Mona Tougaard, Rachel Marx y Emily Ratajkowski, quien en los últimos años ha criticado públicamente -incluso en un libro- la presión social y los prejuicios que siguen pesando sobre el cuerpo femenino, aún más con las redes sociales.
Las primeras modelos que pisaron la pasarela no iban mirando al público ni buscando a los fotógrafos, sino con la cabeza agachada y perdidas en sus teléfonos móviles.
Pero el detalle del espejo, que promete convertirse en un accesorio de éxito comercial, hace eco con las cuestiones de salud mental, objeto de debate social desde que las redes forman parte de nuestro día a día, además de otras cuestiones como el egocentrismo y el autobombo que han traído consigo.
Con Di Felice al frente, Courrèges ha dado un nuevo giro hablando directamente a las generaciones más jóvenes, también con los precios. La cazadora de vinilo y corte recto mítica de la casa ha bajado su precio (de 1,000 a 750 euros) y están adaptando sus tejidos con materias más sostenibles, aumentando la proporción de textiles de origen biológico.
Al cierre del desfile, en el que apenas se vieron el color negro, el rojo y algún estilismo en blanco y metalizado, volvió la humareda y lo único capaz de iluminar la sala era el espejo. Ese agujero abierto brillando en el pecho.