Cómo afrontar las emociones de querer ser madre y no poder
Desde pequeñas, cuando en el Día de Reyes o en el cumpleaños nos regalan un muñeco bebé para que cuidemos de él, se nos incrusta que la maternidad es una obligación biológica y social de la mujer. Y es que por muchos años la valoración de la mujer y su dignidad guardó relación exclusivamente con el rol materno y los aspectos domésticos.
Por suerte eso ha cambiado. El contexto social en el que vive la mujer de hoy en día abarca posibilidades hacia la realización personal y profesional, lo que ha ayudado a que ser madre sea entendido como un deseo, no como un deber.
Por un lado, están las que no les apasiona la idea de tener hijos, por otro, las que deciden tenerlos porque la maternidad es parte de su realización personal. Sin embargo, también están las que se enfrentan a una realidad obligada: la de querer, pero no poder.
Sin importar la razón que impide tener hijos, no poder concebir cuando se tiene la ilusión de ser madre es difícil de aceptar. El diagnóstico trae consigo reacciones psicológicas que, según explica la psicóloga y terapeuta familiar Wanda Mateo (@wvmateo), varían dependiendo de cada mujer.
“Las mujeres respondemos de manera particular a las circunstancias y desafíos que se nos presentan, propias de nuestra humanidad y de la vida. Esa manera de responder guarda una estrecha relación con el contexto sociocultural en el cual crecemos, nos desarrollamos y vivimos, así como a las características individuales personales”, expresa.
Dicho esto, explica que en sociedades donde el rol maternal define la valoración y la realización de la mujer, el diagnostico de no poder tener hijos suele venir acompañado de sentimientos de ira, injusticia, tristeza, angustia, temor a ser percibida inadecuadas por su entorno, además de miedo al rechazo por parte de su pareja y a envejecer en soledad.
A eso también se agrega el estrés, que es quizá uno de los sentimientos más comunes por lo que implica intentar insistentemente quedar embarazada sin lograrlo: constantes visitas al médico, someterse a tratamientos que traen consigo alteraciones físicas, tener relaciones sexuales dirigidas e incluso un desembolso económico importante.
Cómo lidiar con las emociones
Ante mujeres cuya esfera psicosocial se muestra afectada por esas emociones, la experta en salud mental refiere que lo primero que deben hacer es realizar un encuentro consigo mismas, en el que cuestionen los significados y actitudes que predominan en cuanto al hecho de no poder tener hijos hacia significados y actitudes que favorezcan su dignidad como mujer.
Esto les permitirá reinventar su proyecto de vida personal al margen del rol maternal. “Experimentar satisfacción y sentido de trascendencia en otros ámbitos de sus vidas contribuyen a la sensación de bienestar, a la alegría, plenitud y productividad”, cita.
Según dice, los sentimientos y las emociones dan información sobre nosotros y los significados que estamos manejando. Es por esto que, frente a la negación que suscita no poder ser madre, se debe poner el tema en perspectiva, de manera que puedan visualizarse posibilidades fuera del estado de negación en el que se encuentren. Frente a las emociones de enojo, buscar culpa y sentimiento de injusticia, aconseja darse el permiso de experimentarlos.
El apoyo de la pareja es fundamental en este proceso. “La manera en la que la pareja de la mujer que no puede tener hijos la acompaña es esencial para que esa realidad sea gestionada por ambos de manera positiva”. Tal y como refiere, el diagnóstico debe ser asumido como pareja, sin intención de querer echar la culpa a una de las partes.
Hablar en plural, comenta la también terapeuta de pareja, es la manera comprensiva y tierna para asumir cualquier inconveniente. “Esto así porque la experiencia nos muestra que así sea la mujer o el hombre que no pueda tener hijos, hay una tendencia a que la responsabilidad recae sobre la mujer, generando en ella sentimientos de culpa”.
De acuerdo con Mateo, el ‘nosotros’ facilita el acompañamiento y su valoración: ofrece el consuelo de no estar pasando por ese difícil momento solo, sino de estar caminando juntos compartiendo un mismo sentir.
En cuanto a la familia, aconseja brindar el apoyo necesario a esa mujer y acompañarla de manera respetuosa, amorosa y comprensiva, evitando juzgarla y abordarla con interrogantes incómodas. Esas preguntas solo provocan sentimientos de culpabilidad, incomodidad, angustia y tristeza.
“La actitud más sana es relacionarse con ella desde el respeto y verla más allá del hecho de ser o no ser madre, más bien, celebrando la persona quien es para la familia y lo valioso que hace”, expresa.
En el caso de que persistan los sentimientos de angustia, tristeza y culpa, y estos interfieran con su disponibilidad en las relaciones, aconseja buscar ayuda profesional para gestionarlos de manera positiva. Es posible que tanto con la ayuda profesional como si ha sido una mujer que ha contado con el apoyo de su pareja, familia y amistades, logre aceptar la realidad y reinventar su proyecto de vida, manifiesta.
La experta finaliza diciendo que hay que tomar en cuenta que la maternidad es adoptiva, lo que quiere decir que, independientemente de que se engendre un hijo o se adopte, la decisión no debe ser tomada para satisfacer una necesidad propia. “En la medida que la perspectiva sea tener un hijo para mí, en esa misma medida tenerlo o no poder tenerlo será traumático”, concluye.