Recorre “Celebrando a Tatica en la Ciudad Colonial”

No es ningún secreto la gran devoción mariana que existe en nuestro país. Y más este año en que, el próximo 15 de agosto, se celebrará el centenario de la coronación canónica de nuestra protectora la Virgen de la Altagracia. 

Un año jubilar en el que ya se han celebrado muchas actividades, explica Sonia Villanueva, tesorera del movimiento Unidos por la Altagracia, “para promocionar la fe y la devoción, educar sobre lo que significa la virgen, agradecer todo lo que nos ha brindado al país y dejar un legado a las futuras generaciones”. Y es que, como muy bien indica, no hay una sola familia dominicana que no haya sido tocada por la Virgen de la Altagracia. 

Y todo culminará con un templo en Hoyoncito (Hato Mayor), símbolo de donde apareció el lienzo de la Altagracia, y la creación del Camino de la Altagracia, dentro del esquema de turismo religioso. 

Esta advocación espiritual y cultural ha inspirado muchas acciones, actividades y movimientos para destacar la importancia de la Virgen de la Altagracia en este centenario, entre ellas “Celebrando a Tatica en la Ciudad Colonial”, una iniciativa en la que se fusiona el amor por la Virgen de la Altagracia de muchos voluntarios en un espacio mágico de 1.2 km (nuestra Zona Colonial) para reunir un conjunto de actividades que han contado con la supervisión de María Amalia León, presidenta del Voluntariado de los Museos de la Ciudad Colonial,  miembro del Comité de Preservación de la Ciudad Colonial y  directora del Centro León. 

“Entendíamos que la Zona Colonial es un gran museo, y cada uno de estos edificios, referencias y patrimonios de nuestra historia y cultura son una especie de sala, y si aprendemos -como un proceso pedagógico- a trabajar unidos, vamos a poder beneficiarnos todos de una mayor dimensión que si lo hiciéramos individualmente. Así fue como el Arzobispado de Santo Domingo, el Ministerio de Turismo, la Alcaldía del Distrito Nacional, el Clúster Turístico de Santo Domingo, la Dirección General de Museos y el Ministerio de Cultura se unen para reunir a los principales museos y centros culturales de la Ciudad Colonial y mostrar el poder aglutinador de la Virgen de la Altagracia desde distintas ópticas: la presencia espiritual, la religiosidad y hasta los modos de vida y los saberes de los dominicanos.

Hasta el 28 de mayo ( y en algunos casos un mes más), los dominicanos pueden tener la oportunidad de llegar a cada uno de estos museos, habitar el lugar, es decir, darse un momento y disfrutar de muchas manifestaciones artísticas: desde los cuadros que pueblan ahora el Museo de la Catedral Primada, a las artesanías que retratan a la virgen o las fotografías que visualizan cómo el publico devociona a nuestra virgen.  

Pero, sin lugar a dudas, una de las exposiciones más impresionantes es la que recoge el Museo de la Catedral de Santo Domingo y que abre por primera vez al público. 

Como relata Fabiola Herrera, miembro de la Orden de Malta en RD y del Museo de la Catedral Primada de América, este ha sido un periplo lleno de pequeños milagros. No solo por el milagro de tener el museo a punto a tiempo, sino por el hecho de conseguir cerca de 40 obras que pertenecen a colecciones privadas, tanto de museos como de instituciones y personas, o iglesias recónditas, y que dos expertos como César Iván Feris y Linda Roca se encargaron de recoger por todo el país. 

Fabiola Herrera tuvo a su cargo coordinar esta exposición Sacro Santa a pedido de María Amalia León, junto a un dream team integrado por Patricia Reid Baquero como museógrafa, además de Virginia Flores, Linda Roca y César Ivan Feris y un equipo de 43 voluntarios como anfitriones de la exposición. 

“Cada cuadro cuenta una historia de fe distinta (ya sea la del pintor o la de quien la encargó)”, cuenta Fabiola, quien reconoce que entrar a esta exposición impresiona: “El ambiente es tipo capilla, donde huele a naranjas, y en la que destacan piezas como ‘El paso”, el carro procesional o trono de la virgen donde se la pasea por la Zona Colonial los días 21 de enero. Este paso, muy pesado, y que se aprovechó para restaurarlo, fue mandado a hacer por los padres claretianos, y a su alrededor hay toda una simbología en plata. Se destaca también el cuadro inmersivo que montó el teatrista Luis Marcell Ricart”.

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No podemos dejar de recalcar el trabajo de museografía hecho por la decoradora Patricia Reid Baquero. 

Con un escenario con techos muy altos y cuadros de diferentes tamaños, la artista recurrió a una decoración en la que hizo uso de vegetación verde, naranjas (símbolo de la Virgen de la Altagracia), iluminación con candelabros, o  dibujos pintados en las paredes con hojas de naranjo y de acanto y hasta coronas, todo ello rematado con un aroma a infusión de naranjas en el ambiente. “Para evocar esa cultura sincrética que crea el ambiente para abordar ese momento sagrado que hemos perdido en la modernidad”, explica María Amalia León. 

Un trabajo de arduas horas, donde existe una narrativa, un guion, para lograr una acogida en el espacio y así tener la oportunidad de ver todas estas obras juntas que de otra manera sería imposible. 

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