Tres temas actuales en una reflexión y Ucrania
1. “Nunca imaginé, aunque sí sabía que la que siempre conseguía una votación unánime en mi casa y en el barrio era mi madre. Pero jamás me imaginé la alta popularidad y cómo la gente se volcó para venir.” Conmueve Ramón Hipólito Mejía en el funeral de doña Rosa. Son palabras que recuerdan el valor de las pequeñas pero grandes virtudes: la prudencia, la urbanidad, la tolerancia, la buena fe, la sencillez, la gratitud… que son las que probablemente definieron la vida de su madre y explican una despedida como la que tuvo. El filósofo francés,
André Comte-Sponville, en su “Pequeño tratado de las grandes virtudes” las rescata y ennoblece. El valor que damos al éxito, al poder y el dinero, la imagen… nos ha hecho relegarlas. Hasta que alguien nos hace pensar en ellas y cómo marcan una vida.
2. “Denunciar la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible. La gente de adentro del gobierno y la gente de afuera está cansada; cansada de la dictadura y de sus acciones, y cada vez van a ser más los que digan ‘basta’”. El embajador de Nicaragua ante la OEA perdió su cargo en el momento en que habló, como es de suponer. El señor Arturo McFields es pues, uno más en la lista de repudiados por los Ortega-Murillo, esa pesadilla nicaragüense.
3. “Sí, la defensa de Ucrania es una guerra justa. Europa tiene el deber de ayudar a Ucrania, porque es un país desgarrado por un oponente más grande y más fuerte, equipado con bombas atómicas, que son la verdadera gran amenaza para el mundo entero.” Mario Vargas Llosa contesta así a su entrevistador. (Cuando Rusia invade otro país, el culpable es Rusia, no Occidente).