No volverán a ser los mismos
Ya bien entrado el mes de enero ha llegado la hora de ponernos en serio con los propósitos –que no resoluciones– para 2022. No sé si entre los que se han trazado para este año se encuentra aprender más sobre nuestra lengua. Si ni siquiera se les había pasado por la cabeza esta idea, los invito a mejorar la ortografía, acrecentar y afianzar el vocabulario o habituarse a la lectura. Cualquiera de estos objetivos puede ayudarnos a desenvolvernos mejor con las palabras. Tomen lápiz y papel, celular, tableta o computadora y dispónganse a anotar pequeñas metas que puedan ir alcanzando cada semana.
Deben elegir objetivos concretos, útiles y realistas. Si se trata de ortografía, elijan cada semana una palabra de esas que siempre les provocan dudas; manoséenla, consúltenla en el diccionario, escríbanla unas cuantas veces, aprendan las razones que hay detrás de su escritura correcta. Palabra a palabra irán salvando esos escollos.
Si se trata de conocer más voces, busquen cada semana un término desconocido que hayan oído o leído por ahí; búsquenlo en el diccionario, aprendan sus sentidos y sus usos; incorpórenlo a su conversación diaria, aunque sea de relajo; háganlo suyo.
Si se trata de lectura, nada más fácil. Pónganse una meta poco ambiciosa. Pueden organizarse, por ejemplo, reservando un periodo de tiempo diario para leer. No tienen que ser dos horas; bastaría para empezar con dedicar quince minutitos de nada. Róbenselos a WhatsApp, por ejemplo, y me lo agradecerán. Tienen la opción de marcarse un número concreto de páginas para cada día. No importa el formato, lo verdaderamente importante es que la lectura pasará a ser parte de su vida diaria. Ni ustedes ni su lengua volverán a ser los mismos.