Argentina y el FMI acuerdan la refinanciación de una deuda de 44.000 millones de dólares
Argentina llegó a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Fue una negociación al borde del precipicio, con la cesación de pagos acechando una vez más al país sudamericano. El presidente, Alberto Fernández, anunció finalmente que su Gobierno alcanzó una solución “posible y razonable” para un “problema gravísimo y urgente”. Según lo acordado, el FMI refinanciará durante los próximos dos años y medio los vencimientos de capital e intereses de los 44.000 millones de dólares que Mauricio Macri recibió como salvataje financiero en 2018. Argentina obtendrá el dinero de las cuotas por una ventanilla del multilateral y lo depositará en otra. A cambio, se compromete a reducir el déficit fiscal al 0,9% del PIB en 2024, una meta que deberá cumplir para que no se interrumpan los desembolsos.
El cronograma de pagos acordado en 2018 se había vuelto imposible de cumplir para Argentina: 5.100 millones de dólares en 2021 (que el país ya pagó y ahora le serán devueltos), 19.100 millones de dólares en 2022, 19.300 millones en 2023 y 4.900 en 2024. El ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo en rueda de prensa que el acuerdo incluye “todo lo que resta vencer al final del stand by [de 2018], más el monto de las amortizaciones de capital de septiembre y diciembre que se pagaron con los derechos especiales de giro” que recibió Argentina del FMI. “Cada tres meses, [y durante dos años medio], habrá revisiones y en cada una de esas revisiones habrá desembolsos y con esos desembolsos se harán los pagos acordados por el Gobierno anterior”, explicó Guzmán. Al final del programa, Argentina seguirá debiendo los 44.000 millones de dólares que recibió Macri. El pago de esa deuda se reiniciará dentro de cuatro años y medio, precisó el ministro.
Para la oposición “es positivo”
El acuerdo debe ser ahora aprobado por el directorio del FMI y el Congreso argentino. El trámite no será sencillo en el Parlamento, donde el oficialismo perdió el control tras las elecciones legislativas de medio término de noviembre. La oposición hizo valer la nueva relación de fuerzas y el 17 de diciembre no aprobó el presupuesto para 2022 enviado por Guzmán. La principal alianza opositora, Juntos por el Cambio, destacó como positivo el entendimiento con el FMI y “un primer paso para no seguir generando incertidumbre”, pero advirtió que aguarda los detalles del acuerdo definitivo de cara al debate parlamentario.
No solo la oposición puede ser una piedra en el zapato del presidente Fernández. También debe convencer al ala más dura del kirchnerismo, dentro de la coalición de Gobierno, de que este acuerdo con el FMI no implica un ajuste. A ellos les habló cuando anunció el entendimiento: “No restringe, no limita ni condiciona los derechos de los nuestros; no nos obliga a una reforma laboral; no impacta en los servicios públicos, no relega nuestro gasto social y respeta nuestros planes de inversión en ciencia y tecnología. Además, vamos a poder acceder a nuevos financiamientos, precisamente, porque este acuerdo existe. No nos impone llegar a un déficit cero”, dijo Fernández.
La madre de todas las batallas estará en la reducción del déficit fiscal primario (previo al pago de deudas). Según el acuerdo, Argentina bajará el rojo de 3% del PIB registrado en 2021 a 2,5% en 2022, 1,9% en 2023 y 0,9% en 2024, una escalera descendente tres años más corta que lo que pretendía la Casa Rosada. El Gobierno se compromete también a reducir gradualmente la asistencia monetaria del Banco Central al Tesoro, que pasará de más de 7% del PIB en 2020, el peor año de la pandemia, a ser “cercano a cero” en 2024, según precisó Guzmán. Para reducir la inflación, que superó el 50% en 2021, habrá “políticas que promuevan sectores que generan divisas” y permitan una reducción de la emisión monetaria, hoy la principal fuente de financiamiento público. Mientras tanto, seguirán vigentes las políticas de control de precios acordadas con el sector privado.
Por el lado del FMI, los negociadores fueron Julie Kozack, directora adjunta del Departamento del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, jefe de misión para Argentina. En una declaración escrita, ambos dijeron que “el sendero fiscal acordado [con Argentina] mejoraría de manera gradual y sostenible las finanzas públicas y reduciría el financiamiento monetario”. “También hemos acordado que el apoyo financiero adicional de los socios Internacionales de Argentina ayudaría a reforzar la resiliencia externa del país y sus esfuerzos para asegurar un crecimiento más inclusivo y sostenible”, escribieron.
Los mercados reaccionaron con rapidez a un acuerdo que se demoró más de la cuenta. A media mañana, el riesgo país argentino (el diferencial que debe pagar por su deuda con respecto a los títulos del Tesoro de EE UU) caía casi un 4%, hasta los 1.834 puntos, mientras que las acciones de títulos públicos argentinos que cotizan en Wall Street se recuperaban después de días de importantes caídas. El peso también se vio beneficiado en el mercado paralelo: cortó la racha devaluatoria y se apreció más de un 4% frente al dólar, hasta los 212,5 pesos, cerca del doble de la cotización oficial. El cóctel de emisión monetaria, crédito cero y gasto público terminó por dilapidar el valor del peso. Guzmán aclaró que no habrá una devaluación y que incluso se plantea “un objetivo de acumulación de reservas internacionales de 5.000 millones de dólares para 2022″.
El acuerdo se produjo después de que las conversaciones se intensificaron la semana pasada tras meses de retrasos. Y llegó en un día clave: Argentina tenía este viernes un vencimiento de más de 700 millones de dólares. En diciembre, el ministro Guzmán dijo en una entrevista con EL PAÍS que el acuerdo estaba demorado por la falta de apoyo de “algunos accionistas del FMI”. Su entorno dejó trascender que el más reticente al acuerdo era Estados Unidos, país que en 2018 fue clave para que el Fondo otorgase a Macri el mayor crédito en la historia del multilateral. La situación en Washington se destrabó poco a poco hace 10 días, tras un visita del canciller argentino, Antonio Cafiero, a su par estadounidense, Antoni Blinken. Cafiero le pidió sin rodeos el aval político de la Casa Blanca al acuerdo.
Mientras tanto, Argentina recibía apoyos explícitos de otros países, sobre todo europeos. Fue clave el papel de España, que trabajó por un entendimiento a través de la ministra de Economía, Nadia Calviño, quien sumó poder de fuego desde el 25 de diciembre como titular del Comité Monetario y Financiero Internacional del FMI.
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