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André Ventura, el antisistema que quiere ser ministro en Portugal

André Ventura, el antisistema que quiere ser ministro en Portugal

André Ventura, el antisistema que quiere ser ministro en Portugal

En 2017 André Ventura (Algueirão-Mem Martins, 39 años) traspasó en público una frontera. Buena parte de su campaña como candidato del conservador Partido Social Demócrata (PSD) a la alcaldía de Loures, una localidad del área metropolitana de Lisboa, se sustentó sobre los ataques a los gitanos del municipio: “Viven casi exclusivamente de los subsidios del Estado”. Pedro Passos Coelho, su jefe de filas por aquellos días, le respaldó. Desde entonces, el PSD ha moderado su discurso con la llegada de Rui Rio a la presidencia en 2018 y Ventura ha fundado un partido, el Chega, para no tener que cambiar de opinión. Los ataques a los beneficiarios de ayudas sociales y a la comunidad gitana se repiten en los mítines y debates del candidato, que también defiende la castración química de pedófilos y violadores y la implantación de la cadena perpetua revisable en Portugal, el primer país del mundo que abolió la prisión perpetua en el siglo XIX.

Hasta aquel año de 2017 Ventura era profesor de Derecho, que había estudiado en la Universidade Nova de Lisboa. Se hizo célebre como comentarista deportivo en una cadena de televisión y el periódico sensacionalista Correio da Manhã (el más vendido en Portugal). Trabajó en la Administración como inspector tributario y también exploró el lado oscuro, como consultor fiscal en la empresa Finpartner, investigada en un caso de blanqueo de capitales. En el cara a cara que mantuvieron esta campaña, el socialista António Costa le reprochó haber cambiado la persecución del fraude por el asesoramiento a quienes desean burlar impuestos. La reforma fiscal es una de las principales reivindicaciones del Chega, que también defiende la reducción de subsidios y de cargos públicos. El lema del partido recupera el de la dictadura de António Salazar: “Dios, Patria, Familia y Trabajo”. “Yo no soy salazarista, el partido tampoco, pero esos son buenos valores orientadores de la sociedad”, dijo Ventura en una entrevista a la revista Sábado. En esa conversación también reconoció que había sido invitado a entrar en el Opus Dei y la masonería y que controlaba su peso con una dieta que combinaba el ayuno durante 16 horas con la barra libre alimentaria.

El Chega se inscribió como partido en abril de 2019. Ese año entró en la Asamblea de la República con el 1,3% de los votos, que le dieron el escaño a su líder. Hasta entonces, Portugal se consideraba una excepción en Europa por la inexistencia de una fuerza de extrema derecha. Lo que ocurrió en apenas dos años acabó con el oasis. En enero de 2021 el Chega recibió el 11,9% de los votos en las elecciones para la presidencia de la República. Ventura quedó en tercer lugar, muy cerca de la socialista Ana Gomes, que careció del apoyo del aparato de su partido.

Alexandre Afonso, profesor de Políticas Públicas en la Universidad de Leiden (Países Bajos), analizó los resultados electorales de las presidenciales en los municipios portugueses para tratar de definir el perfil de los votantes del partido ultra. “El tamaño de la comunidad gitana y el porcentaje de receptores de ayudas sociales en las poblaciones se asocian con un alto número de votantes de la extrema derecha”, concluyó. A diferencia de otros países como el Reino Unido (el Brexit) o Estados Unidos (el trumpismo), la ola del Chega no parece crecer sobre malas perspectivas económicas ni tampoco sobre la inmigración. “En un contexto donde la relevancia de la inmigración es baja, movilizar al electorado contra otras minorías más estigmatizadas como los gitanos parece más efectivo en términos de resultados electorales a nivel local”, sostiene Afonso.

“El partido”, expone Mafalda Anjos, directora de la revista Visão, “se alimenta de los resentimientos, de las frustraciones, de los miedos y de los odios, y explora todas las cuestiones donde puede capitalizar descontentos de los que se sienten al margen de la sociedad. No tiene propiamente contenido programático o ideológico, como ocurre en Vox o en la Afd alemana, solo tiene la toxicidad para explorar la rabia del día. Basta citar que su programa de Gobierno tiene nueve páginas”. Anjos, que ha dedicado especial atención en su medio a los movimientos antisistema en Portugal, ha sufrido en ocasiones ofensivas de dirigentes del partido, que encuadra sin duda en la extrema derecha: “Tiene propuestas e ideas que violan sistemáticamente los derechos, libertades y garantías de la Constitución portuguesa, y de los derechos humanos internacionalmente consagrados”.

El discurso de Ventura le ha llevado a los tribunales en ocasiones. Ha sido condenado en primera y segunda instancia por ofensas al honor y la imagen de una familia del barrio marginal de Jamaica (a las afueras de Lisboa), a quienes definió como “bandidos” en un debate electoral para las presidenciales con Marcelo Rebelo de Sousa, que aspiraba a la reelección como jefe del Estado. El líder del Chega exhibió una foto de Rebelo de Sousa con siete miembros de la familia Coxi, entre ellos, uno con antecedentes delictivos, para acusarle de confraternizar con “bandidos” y personas que venían a Portugal a “vivir del Estado social”. Los jueces consideraron que las “ofensas” tuvieron “una vertiente discriminatoria por el color de la piel y de la situación socioeconómica de los protagonistas”. Durante esta legislatura también causó un gran revuelo cuando pidió que una diputada de origen guineano fuese devuelta a África después de defender que Portugal restituyese el arte colonial expoliado.

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En estas elecciones Ventura aspira a ser decisivo y convertirse en la tercera fuerza, por delante del Bloco de Esquerda. Aunque una victoria de Rui Rio ya no parece descabellada, como se presumía hace un mes, en las encuestas el PSD está lejos de tener una mayoría holgada para gobernar sin apoyos. Y su socio tradicional, el Centro Democrático Social (CDS, derecha), da pasos hacia la irrelevancia. Ese espacio parlamentario podría ser ocupado ahora por la formación de extrema derecha, que ya ha puesto precio a una alianza con Rio: entrar en el Gobierno si reciben más del 8% de los votos. “No tiene mucho sentido que un partido tenga más del 8% y no tenga presencia en los ministerios y no tenga capacidad de transformar”, defendió el candidato del Chega en una entrevista en el semanario Expresso. Ventura no halla contradicciones entre definir a su partido como “la verdadera derecha antisistema y popular” y reclamar un puesto en el corazón del sistema.

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