David Ortiz logró lo que se esperaba
Finalmente llegó la noticia y David Ortiz se convirtió el martes en la noche en el cuarto pelotero dominicano en entrar al Salón de la Fama de Cooperstown, consiguiendo un 77.9 por ciento de los votos necesarios para pasar a ser un inmortal del deporte.
Y este es el ejemplo de perseverancia y de una carrera muy, pero muy trabajada.
El hombre que en el 2002 fue dejado libre por los Mellizos de Minnesota, que consiguió trabajo por un favor que le hizo Dan Duquette, entonces gerente general de los Medias Rojas, a Pedro Martínez.
Veinteaños más tarde, Ortiz se une a un exclusivo grupo de estrellas del béisbol, apenas 268, de más de 17 mil que han jugado en la historia.
Ortiz disparó 541 cuadrangulares en su carrera, ganó tres anillos de campeón y luego de casi nueve décadas sin un campeonato, convirtió a los Medias Rojas en uno de los equipos más ganadores del siglo XXI.
Pero Ortiz no solo fue grande como pelotero. Su trato con todo el mundo, y muy particularmente con la prensa, lo convirtió en el jugador querido que es por todos.
Fuera del terreno, en sus labores humanitarias, es el responsable de más de mil operaciones de corazón abierto para niños necesitados.
Eso se llama carácter, que no debe de ser confundido con problemas personales que puede tener cualquier persona.
Ortiz se une a don Juan Marichal, Pedro Martínez y Vladimir Guerrero en Cooperstown, y me atrevo a decir, sin temor a equivocarme, que su gran amigo Leo López hoy estaría mucho más que contento con esta noticia.