Los democristianos alemanes se unen bajo la promesa de renovación de Friedrich Merz
Sin Angela Merkel, en la oposición y todavía digiriendo el peor resultado electoral de su historia, los democristianos alemanes han puesto todas sus esperanzas en Friedrich Merz, de 66 años, el histórico enemigo interno de la antigua canciller. La formación ha ratificado formalmente la elección de su nuevo líder en un congreso federal celebrado este sábado de forma virtual por culpa de la pandemia. Los 1.001 delegados de la Unión Democrática Cristiana (CDU) han confirmado con el 94,6% de los votos la inédita votación previa de todos los afiliados del partido, que apoyaron masivamente al derechista Merz frente a los otros dos candidatos, centristas como Merkel.
El nuevo líder democristiano agradeció el resultado de la votación con lágrimas en los ojos y prometió en su discurso “un liderazgo fuerte y un rumbo claro” para un partido que atraviesa la peor crisis de su historia. Su elección, aseguró, muestra la voluntad de “cambio y renovación” de las bases democristianas. Merz se enfrenta a una tarea exigente. Los delegados esperan de él que sea capaz de reconstruir la formación antes de las elecciones regionales de esta primavera en tres Estados federados donde las encuestas muestran que la CDU podría perder el Gobierno: Sarre, Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia.
La formación quedó huérfana de un liderazgo fuerte cuando Angela Merkel anunció en 2018 que no se presentaría a la reelección como canciller y abandonó la presidencia de la CDU. Desde entonces, los delegados han votado a tres presidentes en tres años. Los dos últimos, Annegret Kramp-Karrenbauer y Armin Laschet, han estado en el cargo poco más de un año. Kramp-Karrenbauer, la favorita de Merkel, abandonó al no poder imponer su liderazgo. Laschet, candidato conservador a las elecciones de septiembre pasado, perdió contra el socialdemócrata Olaf Scholz y arrastró a la formación a su suelo electoral, con un decepcionante 24,1% de votos.
Merz llamó a la unidad de las distintas corrientes del partido y a trabajar juntos para hacer una oposición fuerte al tripartito que lidera Scholz. “No hemos perdido la confianza en nosotros mismos”, aseguró durante un discurso anterior a la votación. El objetivo de la nueva cúpula será recuperar el Gobierno de Alemania en el futuro, pero Merz advirtió: “No nos engañemos: puede ser un largo camino hasta que lo consigamos. Si discutimos entre nosotros, si divergimos, si damos una imagen poco clara, si no estamos al día en los temas, puede llevar mucho tiempo”.
El nuevo líder conservador se refirió también a la crisis de alto voltaje que protagonizaron su predecesor, Armin Laschet, y Markus Söder, el líder del partido hermano de la CDU, la CSU bávara. La lucha de poder, escenificada en público, para determinar quién de los dos sería el candidato conjunto a las elecciones desgastó enormemente a los democristianos y dio una pésima imagen de desunión e improvisación. “Lo que ocurrió en 2021 no debe repetirse, no se repetirá”, prometió.
Merz aprovechó su discurso para criticar las primeras semanas en el cargo de Olaf Scholz y lo que considera “falta de liderazgo” en la introducción de la vacunación obligatoria, la inflación y la crisis en las fronteras de Ucrania. “El público ni siquiera sabe si al menos ha hablado con el presidente estadounidense”, dijo. El nuevo líder conservador se posicionó claramente contra el extremismo de derechas y aseguró que mantendrá el férreo cordón sanitario que todos los partidos democráticos alemanes comparten contra la formación de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD).
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Es la primera vez que la CDU elige a su presidente con el voto de las bases y no de los 1.001 delegados de su congreso federal. Tras la debacle electoral, Laschet prometió renovar la cúpula y convocar una consulta entre los afiliados, en la que Merz se impuso con un 62% frente a los dos candidatos centristas, Norbert Röttgen y Helge Braun. Las bases apoyaron masivamente el giro a la derecha que representa Merz, que se presentaba por tercera vez para liderar la formación.
Merz era una de las mayores promesas del partido hasta que Merkel le arrebató el liderazgo del grupo parlamentario en 2002 y le relegó a puestos secundarios. En 2009 abandonó la política y se pasó a la empresa privada, donde trabajó en asesoría y llegó a presidir el consejo de supervisión de BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo. En 2018, cuando la canciller anunció que dejaba la presidencia del partido, aprovechó la oportunidad de intentar una segunda vida política y perseguir el liderazgo del partido.
Perdió frente a Kramp-Karrenbauer y después frente a Laschet, en enero de 2021. En ambos casos, los delegados se decantaron por candidatos que ofrecían continuidad con las políticas de Angela Merkel. La derrota electoral, y la decisión de dar voz por primera vez a las bases del partido, han jugado ahora a su favor y le han permitido vencer, aunque sea póstumamente, a su archienemiga Merkel.
Merkel rechaza la presidencia honorífica y la cena con Merz
Angela Merkel dijo que se jubilaba y que quería dedicar su tiempo a leer y dormir, y por ahora lo está cumpliendo. Esta semana se ha conocido que ha rechazado la oferta del secretario general de la ONU, António Guterres, para ocupar un puesto de asesoría en la organización. La excanciller tampoco parece dispuesta a ocupar un papel, aunque sea honorífico, en el partido que presidió durante 18 años. Ni ella ni la anterior líder de la formación, Annegret Kramp-Karrenbauer, participarán en la cena que la CDU ha organizado después del congreso federal. Según los medios alemanes, ambas han declinado la invitación del nuevo presidente, Friedrich Merz, que quería contar con todos los antiguos líderes de la formación para enfatizar la unidad de la nueva etapa. Merkel alegó «cuestiones de agenda». La exmandataria también ha rechazado la oferta de convertirse en presidenta honorífica de la formación, como lo fue Helmut Kohl tras su retirada.
Ni Merkel ni Kramp-Karrenbauer estarán en la cena posterior al congreso,
ya que declinaron la invitación de Merz, según informaciones del semanario
«Der Spiegel». La cita era un intento por parte del nuevo líder de mostrar
cohesión y limar asperezas.
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