La Nicaragua de Ortega
Con los candidatos opositores en la cárcel y buena parte de la disidencia detenida, se celebraron ayer unas pseudo elecciones en Nicaragua.
Daniel Ortega, dictador de facto elegido “democráticamente”, detentará el poder otra vez sin que la comunidad internacional haya sido capaz de detener una deriva represora que crea otra grieta en las democracias americanas.
La democracia no es un estado que debe darse nunca por sentado. Cualquier debilidad del sistema es aprovechada por los que, bajo falsas premisas populistas, desmontan la legitimidad de las instituciones, corroen el sistema desde dentro y convencidos de que “el poder es para usarlo”… lo usan.
Nicaragua es un triste recordatorio de que las mejores generaciones pueden tener los mejores ideales y dar su vida por ellos para que el totalitarismo y la represión terminen por ganar.
Nicaragua empobrecida, en un callejón sin salida y gobernada por dos personajes siniestros, Daniel Ortega y Rosario Murillo, ha visto cómo la farsa anunciada y denunciada desde hace meses tomó ayer cuerpo. Y la comunidad internacional no pudo hacer nada.