Cuidado con no caer en la trampa
En los pasillos del Palacio Nacional y en la trastienda de la política dominicana, aquellos que tienen como filosofía la alimentación del sentimiento anti haitiano, han comenzado a ganar terreno y han logrado convencer a Luis Abinader.
Las recientes acciones del presidente dominicano así lo demuestran, pero no es menos cierto que hay que tener cuidado para no caer en la trampa que los propios haitianos podrían tendernos.
Los políticos del vecino país no son nada tontos. La realidad es que en Haití impera la división y el desconocimiento de un gobierno que está falto de legitimidad. De aquel lado se necesita con urgencia un motivo que unifique al pueblo, que le dé una razón para trabajar junto.
¿No creen ustedes que el mejor motivo podría ser que se convenza a la población de que República Dominicana es su mayor enemigo?
Las medidas restrictivas tienen que ser tomadas con cuidado y controlar los elementos xenófobos de nuestra sociedad es imperativo.
El problema de Haití no es dominicano, es de los haitianos. No perdamos eso de perspectiva. Mucho cuidado con cambiar de rol y que en lugar de la solución, seamos parte del problema.